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¿Tan difícil es creer en Marta Domínguez?

La palentina, pese a todo, afronta hoy, en los 3.000 obstáculos, su última oportunidad de lograr la medalla olímpica

ALFREDO VARONA

Tiene, o tenía, una sonrisa bonita, llena de dientes y siempre creímos en ella, en su cinta rosa, en su manera de correr, más inteligente que apasionada. Cuando fue campeona del mundo en el Mundial de Berlín 2009, dijo que necesitaba 'más éxitos para seguir viviendo', y no se dudaba de ella, era imposible, tan valiente como era y casi siempre bien colocada antes de llegar a la última recta. Nunca tuvo vocación de funcionaria, al contraria, de niña, cuando no sabía que podía ganarse la vida como atleta, quería ser policía, 'un poli como los de Nueva York, de los que luchan con los malos y no se mueren'. Pero a los 17 años fue campeona de Europa junior, obtuvo una beca importante y se alistó al atletismo, a un deporte tan duro como el que más en el que Marta, la Marta de antes, decía que 'preparar el cuerpo para la competición es como hacer una casa'.

Su vida atlética siempre fue favorable excepto en los Juegos Olímpicos, donde encontró muchos problemas. Tuvo la inteligencia de abandonar el 5.000, antes de que esa prueba le abandonase a ella, y pasó a los 3.000 obstáculos, donde fue oro en el Mundial de Berlín 2009 y plata en el Europeo de Barcelona 2010. Todavía era Marta una princesa, una hermana en los meses de verano, en los que nunca fallaba con sus 47 kilos (su peso en temporada) y su cinta rosa en la frente. Y no fallaba, porque ella es así, cabezota, positiva e insaciable. 'Si te digo que voy de aquí a Valladolid, a 40 kilómetros, andando', declaró en una entrevista, 'por mis narices que voy'. Y, como jamás se olvidaba de ese día, en el que tenía 16 años, siempre se negó a retirarse sin ser campeona olímpica. 'Cuando vi ganar a esa edad a Fermín Cacho el oro en Barcelona 92 me dije: 'si un tío de Soria, con un entrenador de Soria, es campeón olímpico, ¿por qué no voy a serlo yo algún día?'

Son, en realidad, declaraciones sacadas de la hemeroteca y de otros tiempos en los que se pedía a José Alonso Valero, su representante, una entrevista con Marta Domínguez y casi siempre la concedía con rapidez. Y, sobre todo, en invierno, cuando Marta subía hasta los 54 kilos en la báscula y seguía imaginándose campeona olímpica en Londres con 36 años en los 3.000 obstáculos. 'Llevaba tres meses de preparación en esta disciplina y en Pekín me caí a 200 metros de la medalla lo que me dio fuerzas para prepararlo más'. Y por eso ahora está en Londres, tan fría e inteligente como siempre, aunque con una diferencia crucial: ya no se sabe qué le importa más, si la venganza o ella misma.

Hace casi dos años, la Operación Galgo atravesó su vida cuando estaba embarazada, la policía entró en su casa y ella entró en comisaría. Y, aunque absuelta, ya nada ha vuelto a ser como fue. Ni para ella, que un día declaró a Pedro J. Ramirez, que 'España no se ha portado bien conmigo', ni para nosotros, que ya no sabemos si creer en ella. Quizá porque nunca se sabrá realmente lo que pasó y las dudas también desmontan gloriosas reputaciones. Así que, si hoy Marta Domínguez sale medallista, la celebración también podría ser un martirio.

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