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Una montaña rusa

El Valencia no pasa del empate ante el Racing de Santander

ALFREDO VARONA

¿Y si ha nacido una estrella en el Racing? Por si acaso, atiendan a Jairo. Un muchacho que viene del interior de Cantabria, de Cabezón de la Sal, donde hay más ciclistas que futbolistas. Salió a falta de cuatro minutos debido a la lesión de Diop. Todo estaba perdido para el Racing. Pero Jairo tuvo el descaro de los extremos del pasado. Sentó a Mathieu y sacó un centro que Bernardo respetó con un cabezazo de fábula. Jairo, sin embargo, no se acabó ahí. Después, descendió a la tierra un balón que bajó del cielo. Stuani ayudó para que llegase hasta Colsa. El mediocampista estaba totalmente solo. Tuvo a Diego Alves a su disposición. Pero hablamos de un portero que cree en misiones imposibles.

El partido, en realidad, giró como una montaña rusa. Lo inició el pie izquierdo de Adrián en el primer minuto. Ante el cansancio prematuro de la defensa del Valencia, la pelota le pidió matrimonio. Otro se hubiese asustado, en la dramática soledad frente al portero, sin un solo segundo para pensar. Pero Adrián acompañó a ese balón con un toque muy suave que fue como un beso para toda la vida. Hay mucho futbolista ahí.

El Valencia no fue un equipo de reacción fácil. Jugó con una pereza que parecía angustia. Pero en esos casos tiene una solución: Aduriz. Él vive al margen, como si fuese un grande, Jack Nicolshon, pongamos por caso. Pero en el área es un hombre optimista que no tiene vicios. Anoche, sacó dos goles de las piedras. El primero, en unas condiciones absurdas. Al lado del balón, sólo había defensas del Racing, pero resulta que el vencedor fue Aduriz. El segundo fue más simple o más difícil, depende. El rechace de Toño se lo pudo llevar Torrejón, que estaba a su altura. Pero no hubo color. Ahí estaba Aduriz. Y su bisturí.

La noche hasta entonces era del Racing. Jugó bien y en familia. Pero, sobre todo, tuvo a Diop, que convirtió el medio campo en un asunto de Estado. Su papel fue incontestable en un equipo que encontró más opciones de gol. Y a esos bailes siempre se suma Stuani, un futbolista que representa lo contario de Aduriz. Necesita jugarlo todo. Aduriz, no. A los 30 años, debe esperar a la angustia para que le den trabajo. Stuani, sin embargo, no. Corre y pelea como un león y hay algo más que le diferencia de Aduriz. Frente al gol, no es un seguro a todo riesgo.

El partido abrió sus manos a cualquiera. Y, antes de que Diop, Aduriz y Topal chocasen y se retirasen en camilla y acabaran en el hospital tras un choque brutal, ya era del Valencia. Pero fue cuando Jairo, con una mata de pelo enorme, una fragilidad que recuerda a ídolos pasados, bajó el balón al piso. Hizo magia. Sólo necesitó unos segundos. El resto ya pertenece a lo inolvidable.

Racing: Tono; Álvaro (Christian, m. 61), Bernardo, Torrejón, Cisma; Arana, Diop (Jairo, m. 86), Adrián, Munitis; Acosta (Colsa, m. 65) y Stuani.

Valencia: Diego Alves; Barragán, Víctor Ruiz, Ricardo Costa, Mathieu; Tino Costa, Banega (Topal, m. 39); Feghouli, Jonas (Aduriz, m. 63), Piati (Bernat, m. 71); y Soldado.

Goles: 1-0. M. 1. Adrián, solo, a pase de Munitis. 1-1. M. 66. Aduriz, tras un corner. 1-2. M. 79. Aduruz, tras rechace de Toño. 2-2. M. 88. Bernardo, de cabeza, tras jugada de Jairo.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Roja a Munitis y Tino Costa (m. 90) tras una tangana. También amonestó a Feghouli, Álvaro, Toño, Mathieu, Christian, Tino Costa, Jairo y Cisma.

El Sardinero: 10.000 espectadores.  

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