Este artículo se publicó hace 13 años.
Un monólogo sin goles
Lucía Jiménez Moratilla
Hay veces que el fútbol no premia las intenciones. Las del Athletic fueron siempre las de jugar a dominar, las de tener la pelota y jugar siempre en campo contrario. En eso el sello de Bielsa es innegociable, pero no le valió para obtener un resultado tranquilizador de cara al partido de vuelta. La falta de acierto le ha comprometido su permanencia en Europa.
Convirtió el Athletic el partido en un monólogo sin gol. Ejecutó 23 remates a puerta y el porcentaje de posesión fue del 73%. Unas estadísticas abrumadoras, números más que suficientes para haberle propiciado una tunda merecida a su rival. Sin embargo, tendrá que viajar a Turquía con la presión de hacer un gol para clasificarse. Llorente, Herrera, Muniain, Gurpegi... Todos tuvieron ocasiones para haber puesto la eliminatoria franca y evitar los agobios que presumiblemente aparecerán en territorio turco.
El Athletic acosó sin descanso al Trabzonspor, pero no vio puerta
Algún susto, en una de esas contras que son como balas perdidas, se llevó la grada rojiblanca, pero el Athletic fue el único protagonista del partido. No estaba acostumbrado San Mamés en los últimos años a ver a su equipo con esa ambición y ese descaro. Todo lo contrario, la vista se la había hecho a partidos esforzados, con pocas ocasiones que el Athletic de Caparrós rentabilizaba con pocos goles. Ahora hay otra propuesta que busca el gol desde el primer minuto, aunque ayer se fuera de vació. Le ayudó a esa hegemonía incontestable la expulsión de Yilmaz a los cinco minutos de juego por una agresión a Muniain. Si el Trabzonspor venía con pocas intenciones de descubrirse, la tarjeta roja a uno de sus futbolistas más incisivos en ataque le quitó cualquier intención de arriesgar.
Tiene este nuevo Athletic de Bielsa un revoloteo entre líneas muy interesante. Por ahí se manejan Muniain, Iturraspe y Ander. Los tres fueron con intenciones afiladas a enfrentarse al cerrojo turco, a veces con un punto de precipitación, pero siempre dañinos. Descargan con rapidez el juego por las bandas y se ofrecen a toda pastillas los que las ocupan para tirar paredes.
Bielsa parece decidido a entregar los laterales a centrocampistas reconvertidos. Ayer no estaba Iraola, pero alineó en su jugar a Gurpegui, que cumplió con su misión de ir y venir. A la izquierda, De Marcos parece consolidarse. Esta vez Javi Martínez jugó en el centro del campo. Lo hizo con su aplicación y su empuje habituales. Pero el problema de los suyos fue otro: el gol que nunca llegó.
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