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José Ángel de la Casa: "Un periodista no es nadie para decir si un futbolista es bueno o malo"

El hombre que más derbis retransmitió en la televisión pública retrocede a un tiempo que no volverá. Un escenario distinto sin redes sociales, sin tertulias y con errores. “Todavía no he podido pedir perdón al padre de Busquets”, señala.

Foto cedida por el periodista José Ángel de la Casa con la ciudad de Toledo de fondo.

MADRID.- “Buenas noches desde el sitio donde estoy… “ Así empezaría hoy la retransmisión del Atlético-Real Madrid José Ángel de la Casa si pudiese regresar al pasado. El hombre, que más derbis retransmitió en la televisión pública, “desde la temporada 76-77 en la que el Atlético de Ufarte, Luis Aragonés, Garate… ganó una de sus Ligas”, es hoy un amable jubilado de 65 años. Acaba de jugar un torneo de golf en Pozoblanco y va a regresar a su casa de Toledo, donde hoy verá el fútbol por televisión. Reaparecerá algún recuerdo de los de ayer, pero ya no volverá al pasado. Hace tiempo que salió de él y no volvió más.

No se escondió en ningún lugar que no fuese su propia sensatez para vivir y para recordar. De ahí el valor de una conversación como la de hoy en la que no deja de poner de ejemplo a Miguel Muñoz, aquel entrenador del Madrid que ganó seis Copas de Europa sin vanidad ninguna. “Me enseñó a valorar el momento, no el pasado”. Retrocede a otra generación, donde comprobó que “los futbolistas, uno a uno, es gente de lo más normal. El problema es cuando van en grupo”.

Pregunta. No recuerdo a De la Casa en ninguna tertulia

Respuesta. No era posible. No se hacían en aquella época. Hice una cosa con Juan Manuel Gozalo en su última época en ‘Radio Marca’ antes de morir. Pero es que la mía fue otra época. Otra profesión diferente.

Uno la recuerda con nostalgia

"Yo aprendí de los entrenadores, de los jugadores. Había cosas que no captaba hasta que me las contaron ellos, gente como Di Stéfano, Miguel Muñoz..."

No fue solo la crisis. Fue la tecnología la que lo cambió todo, nos hizo pensar que cualquiera puede ser periodista, grabar una imagen, subirla a Internet y, en realidad, el periodismo no es eso o, en todo caso, ahí es donde empieza el periodismo. Pero ¿cómo vas a explicar eso ahora? ¿cómo vas a explicar que yo, por ejemplo, no retransmití ningún partido en mi vida sin estar en el campo?

Si se pierde el romanticismo, ¿se pierde todo?

Si se pierde el contacto, sí. Yo aprendí de los entrenadores, de los jugadores. Había cosas que no captaba hasta que me las contaron ellos, gente como Di Stéfano, Miguel Muñoz..., y eso es algo que ya no se puede hacer. Ahora, el periodista ve a los jugadores detrás de un cristal.

¿Que le preguntaría ahora a Cristiano?

No lo sé, pero supongo que si el fútbol es lo primordial en su vida: qué es más importante si ser una estrella, ser una celebrity, vender ropa..., le veo hacer tantas cosas, cuesta creer que todo eso no le distraiga y entonces me acuerdo de Di Stéfano que decía que a partir del miércoles ya solo se podía pensar en el partido del domingo… A partir de entonces no había nadie que pidiese permiso para ausentarse ese día del entrenamiento, no se concebía entre esos jugadores.

¿Y si tenían cita para ir a renovar el DNI?

Eso entonces ya lo solucionaba el club. Yo recuerdo el caso de Carlos Peña, el delegado del Atlético. Los jugadores le pedían que les sacase las tarjetas de embarque hasta cuando se iban de vacaciones; le decían, ‘oye, a ver si puedes hablar con ese amigo que conoces en el aeropuerto'.

¿El propio futbolista se negaba a ser un ídolo?

"El jugador no te cerraba las puertas del vestuario. A lo sumo, te decía, 'me ducho y ahora salgo'"

Era diferente. Era todo más primitivo. El jugador no te cerraba las puertas del vestuario. A lo sumo, te decía, “me ducho y ahora salgo"; el jugador, que se iba antes del entreno, era porque había quedado en el Banco con su padre para sacar dinero o porque iba a firmar la compra de un piso. En realidad, era gente como nosotros, pura clase media. Quedábamos los miércoles a comer un cocido en un restaurante y allí venía gente del Atlético y del Madrid, Robi, Juanito, Santillana, Capón…

¿Todo fue tan idílico?

No, no. Claro que existían los jugadores que venían y te podían echar una bronca. A nadie le gusta que le critiquen. Pero yo tampoco fui demasiado crítico, me limitaba a contar lo que pasaba.

¿Le faltó ser critico?

Mientras informaba, también criticaba. De hecho, recuerdo una discusión con Michel tras un partido en Belfast frente a Irlanda en el que precisamente debutó Guardiola en los últimos minutos... Fue un partido muy malo, con aguanieve, que acabó 0-0, y en los minutos finales Michel tiró un mal centro que yo critiqué. Él se enteró, vino a mí y me dijo: “parece que he tenido yo la culpa”.

¿No se puede vivir sin buscar culpables?

Sí, ¿por qué no? Pero uno tampoco puede provocar el enfado. A mí me lo enseñó Miguel Muñoz. Me dijo: “tú analiza sólo lo que veas, valora el momento, no valores el pasado”, y me quedó claro que un periodista no es quien para decir si alguien, un futbolista, quién sea, es bueno o es malo.

¿Porqué siempre ponemos de ejemplo al pasado?

Quizá porque entonces podíamos convivir con los futbolistas y contrasta tanto con lo de hoy… Podíamos ser como uno más. Yo mismo recuerdo horas de pasillo a la puerta de una habitación, la habitación 118, con los atletas para que les pagasen los 100 o 200 dólares que el organizador les había prometido; eso ahora ya no lo ves.

¿El periodista de su época no quería ser un líder de masas?

Hubo algunos, José María García, José Felix Pons, Vicente Marco, gente que tenía un peso específico y un eco, sí…

Usted mismo

Yo fui uno de los que estaba en ese paquete, sí, claro.

¿Abusó de su poder?

"No he sentido nunca el poder. Me gustaba más la convivencia, el hecho de que importase la persona más que el medio"

No he sentido nunca el poder y lo he tenido. Prefería la responsabilidad. Me gustaba más la convivencia, el hecho de que importase la persona más que el medio, la sensación esa de apoyo o de que daba igual el medio en el que trabajases. Si uno tenía esa entrevista con Pirri se la pasaba a todos.

¿Es tan difícil ejercer el periodismo? ¿No es una profesión muy simple?

Bueno, depende. Hacerlo bien siempre es difícil. Hay que estar muy preparado. No es llegar y decir, ‘venga, voy a hacer periodismo’. No, no es eso, es saber que te vas a encontrar unas dificultades y que vas a disponer de unos recursos frente a ellos. Pero el mundo laboral siempre descubre problemas, porque debe ser así.

¿Qué defecto había en el periodismo que usted ejerció?

No lo sé, pero supongo que siempre había gente que se creía más importante que los futbolistas, que se le olvidaba de que el verdadero espectáculo lo dan ellos y de que tú no puedes invadir su terreno. Pero esa gente ha existido siempre y existirá.

¿Qué le alejó a usted de la perfección?

"Sé que tuve errores y errores que todavía me duelen. Siempre hablaré de Busquets padre. Nunca supe porque estaba molesto conmigo hasta que me explicaron la razón"

Nunca pensé en esa palabra. No sabía ni si existía. Sé que tuve errores y errores que todavía me duelen. Siempre hablaré de Busquets padre. Nunca supe porque estaba molesto conmigo hasta que me explicaron la razón. En la final de la Recopa en Rotterdam, cuando se lesionó Zubizarreta y salió él, yo no me di cuenta y dije que Busquets no tenía categoría para jugar en el Barcelona. No lo tenía que haber dicho nunca. No era yo quién. ¿Acaso yo sabía los méritos que había hecho él para estar allí? Pero nunca he vuelto a coincidir con él para pedirle perdón o decirle: 'lo siento, me equivoqué'.

¿Que podría aprender usted ahora de Zidane o de Simeone?

A través de cómo se expresan, sobre todo. Pero supongo que, si no hay acceso a ellos, no mucho más. Si no les ves entrenar, ¿a qué puedes aspirar? En realidad, es en los entrenamientos donde descubres todo. Si estas ahí entre semana, lo que sucede el domingo no te va a sorprender.

¿Cómo hubiese sobrevivido a las redes sociales?

Me hubiera acostumbrado. Al final, la gente se adapta a todo, hasta que la critiquen cuando no está. A mí me pasó. Cuando empezó ‘Interviu’, Alex Botines hizo una columna en la que me puso de vuelta y media por la retransmisión de un España-Portugal en Vigo que yo no había hecho. Era imposible. ¡Estaba en México! Cuando le llamé para que me lo explicase me dijo que las revistas había que llevarlas a imprenta con mucha antelación.

La superficialidad existió siempre

No le quepa duda. La diferencia es que ahora se manifiesta más.

¿Valdría usted para presentar ‘Punto Pelota’ o ‘El Chiringuito’?

No me veo.

Ahora ya no, claro, pero ¿y ayer?

No hubiera podido. Aunque quisiera, no hubiera podidio. En 1993, cuando yo dirigía ‘Estudio Estadio’ y lo presentaba Matías Prats propuse que hiciésemos una tertulia con estos tres protagonistas: Alfredo Di Stéfano, José Luis Garci y Manuel Alcántara. Les pareció una locura. Al final, lo autorizaron por mi pesadez. La hicimos un año y no más. No les gustó.

¿Reconoce usted ahora a Roberto Gómez?

Soy amigo suyo y le reconozco sus valores, pero no estoy de acuerdo con muchas de las cosas que hace. Ahora bien, no sólo es él. Hay muchos más que Roberto Gómez, Es lo que se lleva ahora en la profesión. La gente les sigue, les critica, les aplaude…., pero yo no; yo no soy así.

Vuelve a su vida aquel consejo de Miguel Muñoz

Es aplicable, sí. No descalifiques a nadie. Puede jugar mal hoy, la primera parte, la segunda, pero eso no significa que no sepa o que sea malo. Si tú lo dices le estás faltando el respeto y ni siquiera estás haciendo bien tu trabajo.

¿Sabe usted de fútbol?

"Entiendo el fútbol. Conseguí entenderlo. Me parece, incluso, más importante que saber de fútbol"

Entiendo el fútbol. Conseguí entenderlo. Me parece, incluso, más importante que saber de fútbol, porque eso es lo que espera la gente del hombre que narra el partido. Nadie se encierra en una habitación a solas para escucharte; tú, como narrador, sólo formas parte de un grupo que en algún momento necesita que pueda ayudarle, nada más.

De la vanidad se han escrito libros

No sabía ni lo que era. Yo hacía lo que esperaban de mí y no iba más allá. No instaba a que la gente pudiera decir, ‘quita a ese pesado’. De hecho, el tiempo me dio la razón. Hace poco la BBC en unos Europeos o en unos Mundiales hizo una prueba. Transmitió un partido de tres formas: con el sonido del narrador; con los sonidos de un concurso de gente joven, y la tercera posibilidad sólo con el sonido ambiente. Pues bien, ganó esta última…

Fue una clase de periodismo, en realidad, quizá como esta conversación

No, estoy es una charla entre dos periodistas. Uno vivió una época y otro, otra en la que se impone su afán de curiosidad. Pero la curiosidad es buena.

Yo mismo no sé vivir sin ella. Quizá por eso me gusta tanto preguntar

Sí, lo entiendo porque yo era así. Fui así y fue lo que me permitió ejercer este oficio. Todavía recuerdo el primer día que Pedro González y yo entramos en la radio a hacer las prácticas. Fernández Abajo nos dijo que sólo necesitaba a un reportero y nosotros le convencimos de que nos pagase como uno pero que íbamos a estar los dos. Un día trabajaba uno y al siguiente era otro. Nos pagaba 125 pesetas de 1974 que, al menos, divididas en dos, nos daban para comer. Al siguiente año, ya subimos a 2.500 pesetas… Pero fue un inicio difícil, sí, claro. Quizás porque no existen los inicios fáciles.

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