'Claro que es el reto de mi vida. De los éxitos no se aprende, sólo de la dificultad. Y si algo he aprendido aquí es que nunca hay que decir nunca'. Quien habla es Gianni de Biasi, uno de esos trabajadores del fútbol que después de colgar las botas se curte como entrenador en las categorías más humildes. Todo un veterano de los banquillos de Tercera y Segunda División del calcio que ha conocido la cara más humilde del fútbol una vez logró alcanzar la elite, la Serie A, y estuvo en disposición de recibir ofertas de otros países. 'Cuando acepté fichar por el Levante cambié mi perspectiva del fútbol. No volvería a firmar; me engañaron', dice, firme, pero sin resentimiento.
'Me llaman amigos míos de Italia e intento desdramatizar, no entrar en detalles, pero claro, ya me conocen y me dicen: ‘Gianni, estás loco''. Porque hasta Italia han llegado noticias de la agonía que vive el Levante, un club con una deuda estimada en 50 millones de euros que ha afectado al cuerpo técnico, a los empleados del club y, por supuesto, a la plantilla: se les deben el 80% de las fichas del pasado año, el 85% de las fichas de este año, los alquileres apalabrados, mensualidades, primas... 'Lo que nos está pasando es la peor publicidad posible para la Liga y el fútbol español', dice De Biasi.
Los jugadores han llevado a cabo distintas protestas este año, estériles hasta la fecha, para cobrar. Deben mensualidades de sus hipotecas, han empeñado parte de sus pertenencias y llevan toda la temporada más preocupados por sus cuentas bancarias que por la clasificación liguera.
Eterno colista
Y eso que lo mejor que ha estado el Levante esta temporada ha sido 18º, en la primera jornada. Desde entonces, el conjunto granota ha mantenido una fidelidad absoluta al farolillo rojo. 'El primer día que entré en el vestuario no se habló de fútbol, se habló del dinero que debía el club a los jugadores', rememora De Biasi. 'Y es muy difícil jugar cuando tienes la cabeza en otro sitio'.
Y sin embargo, cuando parecía que el Levante no iba a hacer otra cosa que arrastrarse hasta recibir el pasaporte definitivo a la Segunda, el equipo se levantó, comenzó a ganar puntos y es ahora mismo el quinto mejor conjunto de la segunda vuelta de la Liga. La salvación, a ocho puntos, queda lejos, pero la línea ascendente del equipo permite soñar.
'Lo que estamos haciendo en las últimas semanas es una lección de orgullo, de profesionalidad y de dignidad', explica. 'Me sorprenden mis futbolistas, es emocionante verles salir cada domingo a luchar después de pasarse la semana hablando de sus problemas', dice sin ocultar su admiración.
'Cuando están en el campo, nadie piensa en si cobra o no cobra, sólo salen a dar la cara contra un rival que futbolísticamente quiere matarles', dice, y parece que ya piense en el Barça que le espera hoy en el Camp Nou.
'Explotaremos nuestro orgullo, como en las últimas semanas. Claro que les podemos ganar. Tácticamente debemos estar bien colocados, no dejar nada a la improvisación. Nos cerraremos para salir al contragolpe', advierte este optimista irreductible.
Adiós de Villarroel
De Biasi es prudente respecto al adiós, firmado este viernes, del propietario del club, Pedro Villarroel. 'No sabemos si será bueno, pero el Ayuntamiento se comprometió a ayudarnos si se iba', apunta, antes de indicar que Villarroel era 'como un padre para mucha gente del club'.
Acostumbrado en las últimas semanas a ser más psicólogo que entrenador, ha tenido tiempo de sobras para reflexionar en las diferencias entre el fútbol español y el italiano. 'Aquí hay mucho toque, calidad, es un fútbol de alto nivel y el espectáculo va por delante del resultado. En Italia lo primero es el resultado', explica. '¿Cuántos campeonatos del mundo tiene Italia y cuántos España? Nosotros no tenemos nada que no tenga Luis', añade.
Tal vez sí. Tal vez sea cosa del orgullo, ese ingrediente secreto con que quiere salvar a su heroico Levante.
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