Este artículo se publicó hace 14 años.
La escudería número trece
Epsilon Euskadi, equipo español al que la FIA le negó su acceso a la F1, está preparado por si falla alguno de los nuevos
Si ahora mismo nos dieran la licencia, diría que no. Ahora bien, recoger el testimonio de alguien que ha llegado hasta allí, posiblemente sí". A una semana del comiendo del Mundial de F1, Joan Villadelprat, presidente de Epsilon Euskadi, no renuncia a formar parte de la parrilla este mismo año. Sentado en una sala del espectacular y modernista edificio negro que alberga la sede de Epsilon en el Parque Tecnológico de Álava, a las afueras de Vitoria, Villadelprat profundiza en su reflexión: "La gente que estaba dispuesta a apoyarnos económicamente se ha enfriado, así que mi función es recalentarlos porque sigo pensando que aún no se ha terminado todo. Pueden caer más equipos, pueden haber más cambios y más posibilidades".
Joan y su equipo digieren con obligada templanza las noticias sobre las nuevas escuderías que sí admitió la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) para el inminente campeonato del mundo. Se enteran de la espantada de USF1 o del nombre fantasma de Hispania Racing -oficialmente Campos Meta- y lo único que pueden hacer es mirar alrededor, contemplar con orgullo las impecables instalaciones en las que trabajan y esperar su turno.
¿Por qué la FIA rechazó su solicitud? "Eso me gustaría saber a mí -responde Villadelprat-. Es difícil de explicar, pero en el momento en que hubo la posibilidad de entrar en la F1 había una guerra política entre los constructores establecidos y la FIA, que quería bajar los presupuestos, cambiar el reglamento y una serie de condiciones con las que nosotros no estábamos de acuerdo. Aun así, nos presentamos, hicimos el trabajo y demostramos lo que teníamos que demostrar, pero era obvio que la FIA había decidido que entrara otra gente. Y se está viendo que la decisión no fue del todo correcta. Yo puedo entender perder una plaza porque la ocupa Aston Martin, a la que también dejaron fuera, pero no por USF1 o Campos. Sólo hay que ver la gente que tenemos aquí y en el mundo de la F1".
A Villadelprat, un técnico con 30 años de experiencia en equipos punteros de la F1 -McLaren y Ferrari, entre otros-, se le ilumina el rostro cuando presume de empresa. O, más exactamente, de concepto de empresa: "A veces nos ven sólo como los frikis que van a correr los fines de semana y cuando visitan nuestras instalaciones esperan ver unos talleres llenos de grasa con dos o tres coches, pero esto es otro mundo".
Concepto global"El concepto de Epsilon Euskadi es utilizar el mundo de la competición y aplicar algún día todo ese conocimiento a la industria. Cuando tu diseñas las alas de un coche, el estudio del perfil de estas piezas lo puedes aplicar, por ejemplo, en la fabricación de aerogeneradores. Y el programa informático que se emplea para diseñar un automóvil es el mismo que para diseñar un barco o una casa".
Uno de los pilares de Epsilon es el máster teórico-práctico de especialización técnica en competición automovilística avalado por la Universidad de Mondragón, donde 32 alumnos de todo el mundo cursan, en inglés, 1.800 horas. "Además de la teoría, cada fin de semana acuden en grupos a alguna de las competiciones en las que participamos (World Series). Y cuando llegan el lunes tienen que hacer un informe de todo lo que vieron y aprendieron", explica Sergio Rinland, director de Ingeniería. "Es la sexta promoción y ya hay ocho alumnos nuestros trabajando en F1. Empezamos con 24 inscritos por año y quizás en 2011 podemos ampliar hasta 54".
"Cuando teníamos mucha gente que salía de nuestras escuelas decidimos montar una oficina técnica y hacer un proyecto propio. Y fue entonces cuando diseñamos el coche de Le Mans (en 2008), primero y único de fabricación española en una prueba de primer nivel mundial", presume Villadelprat.
"Puedo entender perder una plaza porque la ocupa Aston Martin pero no por USF1 o Campos"
Ese concepto en el que tanto insisten se ve arropado por maquinarias de última generación y por un impresionante túnel del viento, la perla del centro alavés que puede albergar modelos de F1 de hasta un 60% de escala; además, cuenta con un piso móvil que puede alcanzar una velocidad de 180 km/h, la misma que el viento en su interior. Una herramienta tan potente y esa visión global hace que en él se investiguen palas de energía eólica, trenes de alta velocidad, balones de fútbol o aerodinámica aplicada al ciclismo.
"Antes o después llegará la F1. Y cuando lo haga, no vamos a cambiar el concepto. Seguiremos teniendo escuelas de formación de mecánicos, ingenieros y pilotos. Lo que hace la F1 es realzar, incrementar y acelerar los procesos porque tiene una magnitud mundial tremenda. Más de 1.000 millones de personas ven la F1, en un momento te das a conocer, sabes quién eres y de dónde vienes. La F1 representa lo más sofisticado en tecnología de la industria del automóvil", insiste Villadelprat.
"No hay nadie en la F1 que tenga esta filosofía. Es lo que Max Mosley, ex presidente de la FIA, llamaba el retorno social. Cuando estemos en F1 no sólo haremos la parte deportiva, de márketing y demás, sino que habrá un retorno social con todos nuestros departamentos. Eso es lo que hace único a nuestro proyecto". Dentro de siete días, una docena de equipos ocuparán la parrilla de Bahrein. A más de 5.000 kilómetros, en Vitoria, aguarda Epsilon, la escudería número trece.
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