El enésimo reto de Aíto

En su pizarra, aún hay espacio para el atrevimiento. "Si no te reconviertes, en baloncesto pasas muy deprisa de presente a pasado", esgrime Aíto García Reneses. Él, después de haber ganado ligas con el Barça, se inventó el discurso de las rotaciones o inusuales esquemas tácticos como la zona 1-3-1 para avanzaar en sus convicciones.

"El baloncesto es ahora más físico que en aquella época en la que Epi, Solozabal o Sibilio podían jugar casi todo el partido. Ahora, en cinco minutos, el desgaste es brutal", reitera.

Sus cinco títulos en este torneo (Barcelona, 1987,1988, 1994 y 2001; Joventut, 2008) cambian la concepción que sus rivales tienen de su banquillo. "Nunca dejaría de considerar favorito a un equipo de Aíto", asegura Sito Alonso, su aprendiz el pasado año en la Penya.

Sin embargo, el equipo que hoy se enfrenta al Gran Canaria es un grupo con un debate interno tras la derrota del domingo ante el Murcia. "La primera posibilidad es reconocer lo que eres y cómo estás. No estamos en un buen momento. Hay que darse cuenta de que un día estás en un buen momento y al otro puedes hacer el ridículo. Eso es así. Tenemos la esperanza de cambiar la dinámica y comenzar a crecer otra vez", espeta Aíto.

"Sin deseo, no importa el acierto. El día del Murcia no había el mismo deseo de Belgrado, aunque allí no hubiera ese acierto. Eso para la Copa es más importante. Ahora, después del último partido, los jugadores me tienen que demostrar que tienen ese deseo; yo no tengo una gran confianza en que lo tengan", explica un Aíto que prima el tabú del campeón (ese que martillea al campeón del curso anterior sin premio un año después) frente a la nostalgia. "El Joventut ya no es mi preocupación", asegura.

Y eso que su último paso por el Joventut alimentó su leyenda. Bajo sus directrices, Rudy se convirtió en NBA y surgió Ricky. Con la Penya, ganó una Copa ULEB, una Eurocopa FIBA y una Copa del Rey, unos títulos que cierran un palmarés que le convierten en el mejor técnico español desde Pedro Ferrándiz.

Sin embargo, Aíto aún no cuenta con esa muesca que convierte a Eduardo Kucharski en el único técnico que ha conquistado la Copa con tres equipos diferentes (Layetano, Barcelona y Joventut). Ante el enésimo reto de Aíto, aparece un grupo de amigos multirracial sin apenas fisuras.