Di Maria se retiró con las medias bajadas. Fue una imagen heroica y primitiva para un futbolista proclive a las hazañas. Tiene esa pinta y esas piernas. Corrió más que ninguno. Quizá lo que no está en los escritos en una tarde con tantísimo calor en la que Özil y Cristiano agotaron la inspiración. Di Maria, sin embargo, no. Su instinto produjo el gol de Higuain y, después, un remate claro del delantero al larguero. Pero a los 70 minutos, cuando se retiró, sustituido por Callejón, el partido estaba tan misterioso como la lotería de Navidad. Di Maria ya no podía más, pero el empate no se movía del marcador. El Madrid apelaba a la heroica y Mourinho arriesgó una parte de su enorme reputación. Llenó la tarde de delanteros en el área del Valencia. Benzema sustituyó a Lass Diarra. Volvió su sociedad con Higuain en esa misión de derribar al enemigo de cualquier manera. Hubo tiros y ocasiones dignas, pero no demasiadas razones. La mejor, que era Di Maria, se retiró destrozado a los 70 minutos. A estas alturas del verano, casi nadie puede presumir de combustible. Ni siquiera los que tienen el talento más limpio. Di Maria es la prueba.
Quizá fuese el calor, que podría disculpar a los demás ingenieros del Madrid. Quizá fue eso lo que preparó un partido torpe y con poca fe, en el que las casualidades pudieron mucho. Vivía cómodo el Madrid con el gol de Higuain a los nueve minutos. Vivía a su manera, como tantas tardes, porque el Valencia no asustaba ni a una mosca. Pero en el fútbol la paz es tan perversa que no se puede creer en ella. A falta de cinco minutos para acabar la primera parte, el grupo de Pellegrino encontró el empate. Más que una hazaña, fue una enorme casualidad. El choque entre Casillas y Pepe concedió el remate de Jonas. El empate fue una perrería del destino para el Madrid. El Valencia aceptó el anillo de pedida, pero no se crean de cambió de carácter en la segunda parte. Su vida se restringió a su campo, a aguantar los ataques del Madrid. Jugó con pierna dura, sí, pero para triunfar en el Bernabéu hace falta algo más. El Valencia, sin embargo, tuvo poca malicia con la pelota y de ahí que la sustitución de Soldado fuese irreversible. No pintaba nada en un partido de este pelaje. La pelota no apareció a su lado.
Mourinho llenó la tarde de delanteros en el área del Valencia
Las casualidades ayudaron al Valencia, que no representó a nada: ni al talento ni a la inteligencia y ni siquiera a la voluntad. Su vida se estropeó a los nueve minutos. Entonces concedió a Higuain todas las facilidades del universo. El delantero marcó porque no quedaba otro remedio. Hasta tres remates tuvo para encontrar la solución más natural del mundo: el gol. Ante el abandono de sus defensas, el portero Diego Alvés tarde o temprano tenía que resignarse. Pero el Madrid, quizá sea cosa de los inicios, no tuvo el instinto depredador de siempre. Sin prisa por cerrar el partido, se arriesgó a que pasase lo que pasó: el gol de Jonas. Así que la segunda parte tuvo un aspecto antipático, en el que la inspiración de Di Maria no fue suficiente. Jugó con más categoría que ninguno en una tarde para picar piedra. Nada de eso impidió que el área de Diego Alves se llenase de incertidumbre. Tuvo remates suficientes el Madrid, pero ese portero se licenció en la universidad de Oxford. Pertenece a esa estirpe de gente que tiene un sexto dedo. No sólo están protegidos por ellos. También por los dioses, que ensalzan su vocación de portero.
La segunda parte se jugó con prisas, y eso no es buena cosa. La angustia fue creciendo con el minutero. Y lo extraño fue que el Madrid no localizase el gol ante un Valencia, que no sintió tentación por la pelota. Algo ilógico con el carnet de identidad de sus futbolistas. Pellegrino intentó cambiar la historia. Todos sus cambios fueron inteligentes y ambiciosos: Piatti, Parejo y Valdez. Pero a este Valencia no lo cambiaba ni una tormenta de estrellas. Quizá por eso aceptó su vida pequeña y prosaica. Sólo sobrevivió frente a un Madrid, con un aire muy profesional y sin sonrisas.
Cristiano no tuvo ni voz ni voto. Los tiros fueron de Higuain, insaciable, y de Callejón
Cristiano no tuvo ni voz ni voto. Los tiros correspondieron a Higuain, insaciable, y a Callejón, que exprimió a tope ese cuarto de hora que jugó. Pudo ser el hombre de la noche, pero Diego Alves (sin novedad) le impidió pasar a las portadas de los deportivos. Ni siquiera eso desanimó a un Madrid que buscó la estrella hasta el último minuto. Fue, en realidad, uno de esos partidos que el Madrid gana 99 de cada 100 veces, pero las casualidades también gobiernan el mundo. Y Pellegrino,el técnico del Valencia, lo sabe mejor que nadie. En su regreso a la Liga BBVA, el destino le ha tratado como a un hijo. No ha sido el día de su primera comunión, pero como si lo fuese. El resultado fue un fantástico regalo. La voluntad, a veces, tiene estas cosas. Pero el camino (no lo olvide su técnico) no es este.
El Madrid tampoco representó a la perfección. Ni se acercó siquiera. Pero fue una tarde de las miles que se han narrado en el Bernabéu. La pelota fue propiedad suya, casi hasta abusó de ese rival desprotegido como un periodista sin teléfono. No le valió esta vez. El gol no tiene familia. Tampoco en el Bernabéu, donde el Madrid, aparte de de dos puntos, perdió a Pepe que, conmocionado por el golpe con Casillas en el gol de Jonas, ya no regresó en la segunda parte. Así que no pudo contribuir en ese ejercicio angustioso en el que se convirtió el partido. Cosa rara en el Bernabéu. Quizá es que los tiempos han cambiado o tal vez sólo sea el sueño de una noche de verano.
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe (Albiol m. 46), Sergio Ramos, Coentrao; Lass Diarra (Benzema m. 60), Xabi Alonso; Di Maria (Callejón m. 74), Özil, Ronaldo; Higuain.
Valencia: Diego Alves; Joao Pereira, Ricardo Costa, Víctor Ruiz, Mathieu; Gago, Tino Costa; Feghouli (Valdez m. 81), Jonas, Guardado (Piatti m. 66); Soldado (Parejo m. 70).
Goles: 1-0 M. 9. Higuain necesita de tres remates para batir a Diego Alves tras un gran pase de Di Maria. 1-1 M. 44. Jonas cabecea una falta botada por Tino Costa. El choque entre Casillas y Pepe favorece el remate del delantero.
Árbitro: Delgado Ferreiro. Amonestó a Feghouli (m. 31), Víctor Ruiz (m. 49), Xabi Alonso (m. 76), Piatti (m. 81) y Valdez (m. 87)
Estadio: Santiago Bernabéu. 80.000 espectadores a pesar del inmenso calor: 34º a la sombra.
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