Lo del Deportivo no es una broma. Cuatro victorias de forma consecutiva han aupado al equipo de Lotina a un puesto que en principio no pensaba habitar. El triunfo de ayer es de los que además da brillo. El Sevilla aparecía gallito después del meneo al Real Madrid y no fue capaz de superar en casi nada al Depor.
Lotina no tenía ninguna duda. Al Sevilla había que plantearle un partido áspero, cortarle la alegría en el centro del campo y las salidas a Navas y Perotti. Al técnico del Depor no le discute nadie en Riazor su filosofía de que el fin justifica asesinar los partidos. El Depor juega feo y gana. Así que a Bueno, no es plan de repetir lo de Maradona, pero Lotina podría decirlo agarrado a los números en el debate sobre el estilo.
El Sevilla se ahogó enseguida al encontrarse a un Deportivo con tres medios centros, que limitaron los metros de Zokora y cortaron el flujo hacia los delanteros, inéditos en la primera mitad. El único que salió algo airoso de la trampa deportivista fue Navas, que sacó un par de centros buenos y un remate ajustadito al palo después del gol de Juan Rodríguez. Porque en cada balón que llegó por la otra vertiente, a Perotti le envolvían tres camisetas blanquiazules. Atrás el Sevilla sufría por su lateral derecho. Filipe y Guardado le pegaron un buen meneo a un desubicado Adriano, que suplicaba una ayuda de Navas.
Del trivote de Lotina, Juan Rodríguez era el que se descolgaba para sumar una cara amiga a Riki, Guardado y el joven Iván Pérez. Fue así como se encontró con un mal despeje al centro de la defensa sevillista y armó la pierna derecha para reventar el balón de empeine total. Un golazo en el primer disparo del Depor con más de media hora robada al fútbol. Porque hasta ahí el partido había sido un ladrillo.
Nada más marcar el Depor, Navas pudo empatar, pero fue en el minuto 45 cuando por el agujero de Adriano el equipo de Lotina fabricó una jugada que finalizó con un cabezazo de Riki a bocajarro y que Javi Varas detuvo con una acción plena de reflejos y que impedía un resultado mucho más duro para el Sevilla. Todo lo que intentó Jiménez por agitar a su equipo fue inútil.
Dominó más el partido y remató también más en la segunda parte, pero siempre incómodo, sin velocidad en la circulación ni profundidad. Dos tiros de Negredo y un par de cabezazos en jugadas a balón parado acercaban al Sevilla al empate, pero un buen movimiento de Lotina en la pizarra anestesió otra vez el partido.
Por entonces, Aranzubía, al que sólo le exigió el primer disparo de Negredo, ya había batido su récord de imbatibilidad (lo deja en 396 minutos). Entró Valerón para dormir y mantener la pelota, mientras que por atrás siguió bien parado, apretadito y con nueve por detrás de la pelota. El Sevilla lo intentó con fútbol directo en los últimos minutos, pero la defensa del Depor (cuatro partidos ya sin encajar) fue un auténtico muro.
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