Este artículo se publicó hace 2 años.
Las chicas del críquet tendrán campo propio en 2023 en Barcelona: "Lo cambiará todo"
Un equipo femenino de críquet impulsó la propuesta más votada de los presupuestos participativos de la ciudad, que se materializará con la reforma del campo de fútbol Julià de Capmany, en Montjuïc. Las chicas, de entre 17 y 25 años y mayoritariamente de origen paquistaní, destacan que les permitirá entrenar más y también acoger torneos.
Emma Pons Valls
Barcelona-Actualizado a
Las chicas del críquet están de celebración: en 2023 Barcelona tendrá un campo propio para este deporte, un equipamiento que ahora no existe aunque hay una veintena de equipos en la ciudad que lo practican. Quienes están detrás de esta iniciativa son un grupo de chicas que hace algo más de un año que han formado equipo y que rápidamente se dieron cuenta de que no tener un campo propio las limitaba a la hora de entrenar y también, de competir. "Tener campo propio lo cambiará todo, porque tendremos un sitio fijo y podremos entrenar más días", explica Tasbina Mirza, una de las jugadoras, a pie de campo después de un entrenamiento.
El domingo por la tarde han entrenado en el campo de Baró de Viver, pero no siempre es así. Ir cambiando de sitio y no poder elegir el horario hace que las cerca de 24 chicas que forman el equipo entrenen menos de lo que quisieran. "El campo tendrá un impacto en todo, porque ahora para los torneos siempre tenemos que desplazarnos, pero entonces podrán venir equipos de fuera", añade Aliza Saleem, otra jugadora.
El campo permitirá también que puedan acoger torneos
Todas ellas tienen entre 17 y 25 años y la mayoría son de origen paquistaní, donde este deporte es muy popular. "Allí el críquet es como aquí el fútbol, de pequeñas todas hemos jugado alguna vez", explica Mirza. Ella, al igual que Saleem, jugaba con un equipo en su instituto cuando una amiga le habló de esta iniciativa, que forma parte de Criquet Jove BCN, un proyecto impulsado por el Centro de Estudios Africanos e Interculturales (CEAi) y la Fundació per a l'Esport i l'Educació de Barcelona (FEEB).
Las chicas empezaron a jugar y a entrenar, y cuando se dieron cuenta de que necesitaban un campo, presentaron la propuesta a los presupuestos participativos de la ciudad. Resultó ser el proyecto más votado, con 2.441 apoyos, y en 2023 el Ayuntamiento destinará 1,6 millones de euros a la reforma del campo Julià de Capmany, en Montjuïc. Los trabajos incluirán la construcción de un campo de césped con un pitch, un túnel de bateo, un punto de agua, iluminación, vestuarios, espacios para sentarse, un almacén, redes y el cierre perimetral del campo. Se prevé que las obras, que empezarán en marzo, duren unos seis meses.
"Ha costado mucho y sigue costando mucho", reconoce Saleem sobre el impulso del campo. Para logar todo el apoyo que consiguieron y que quedara el primero de más de 800 proyectos fue necesario "el esfuerzo de muchísima gente". Las del críquet lo difundieron por todas partes, hablaron con todos, amigos, familia, compañeros de escuela, para que votaran: "El campo no es sólo para nosotras, mejorará mucho la organización y también ayudará a que los niños puedan empezar a practicar este deporte", dice Saleem.
El campo seguramente también contribuirá a que el críquet sea más conocido por parte de toda la ciudad. Este deporte ha llegado sobre todo de la mano de personas migradas de la India, Pakistán y Bangladesh, donde es muy común. Actualmente un 2,3% de los barceloneses han nacido en estos países, un dato que sube hasta el 16% en barrios como el Raval.
Las del críquet forman el único equipo femenino de este deporte en el Estado, aunque sólo en Barcelona hay unos 25, con unos 400 jugadores. Más allá de jugar, pasárselo bien y "apoyarse" entre ellas, como explican, lo que les gusta es competir. Algunas forman parte de la selección española, con la que han hecho un torneo en Francia y uno en Almería, y también de la catalana, más nueva.
"Para los torneos tenemos que prepararnos más, no podemos entrenar sólo un día", dice Mirza. Su compañera está de acuerdo, y sueña con que algún día estas competiciones tengan lugar en Barcelona: "Me gustaría que vinieran a otros equipos, poderles enseñar la ciudad", explica.
Es un equipo en formación, y la difusión de sus competiciones y la iniciativa del campo hace que poco a poco se vayan uniendo más chicas. "Tener un campo hará que nos salgan más oportunidades", confía Saleem.
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