Este artículo se publicó hace 15 años.
Busquets y Palanca, la distinta realidad
Mientras el azulgrana se ha asentado, el madridista está cedido en el Castellón
Miguel Palanca paladea desde Castellón los recuerdos de su efímera noche de gloria en el Camp Nou: "No paró de sonarme el móvil. Lo hice bien, aunque fallé aquella ocasión. Claro que piensas que te puedes quedar en el primer equipo, pero tras varias convocatorias sin jugar me bajaron al filial".
Esta temporada, Palanca no está en el Real Madrid, ni siquiera en el Castilla. Fue un parche ante las bajas con las que Juande Ramos tuvo que confeccionar la expedición que fue al Camp Nou: Robben, Diarra, Van Nistelrooy, Pepe... No formaba parte de ningún plan escalonado que le hubiera abierto las puertas del primer equipo. Fue un recurso pasajero al que lapidó el fichaje del negado Faubert.
Palanca fue el elegido aquel día en que el Madrid se empequeñeció con su violenta y rácana propuesta como lo podía haber sido otro. Esa misma noche de diciembre de 2008, el Barça mejoró cuando Busquets saltó al campo en el minuto 63. "Es difícil que Busi juegue mal, tiene mucho carácter y personalidad. Es un jugador diferente. Sabe jugar al fútbol", dijo Guardiola al término del clásico.
Busquets sí pertenece a un plan de cantera trazado y reforzado desde la fe en un estilo de juego que identifica al club y a la grada. Sergio es un cuatro del Barça. Un futbolista fabricado para una posición que es la dovela de ese estilo tocado. Un año después, Busquets es fijo para Guardiola y apunta a titular para el próximo Mundial. El Barça y su entrenador creían en Busi como parte de un engranaje definido. Palanca era un chico de desborde y velocidad cuyo futuro fue sometido a la suerte de tener un día bueno o malo o al azar de una mala pisada: "Tuve mala suerte en esa jugada. Cuando hice la pared con Raúl, se me salió la bota por el talón y, a la carrera, tuve que metérmela. Eso me hizo llegar forzado ante Valdés, que me tapó muy bien".
Palanca aún no se explica que fuera Faubert el que le cerrara el paso: "No ficharon a un gran jugador y eso te indigna, pero no le guardo rencor al club. Ya sabemos que, en el Madrid, los canteranos lo tienen complicado".
"Probablemente todo hubiera cambiado si hubiera metido aquella ocasión, pero tampoco le doy muchas vueltas. No me sirve de nada", reflexiona Palanca. El desnorte estilístico que sufre el Madrid convirtió su debut en una apuesta exclusiva a sus cualidades individuales.
Un extremo salido de las categorías inferiores del Barça sabe a qué tiene que jugar en cada momento. Igual que Busquets. Detrás de la aparición de Palanca no había un estilo que le respaldara para explotar sus virtudes, para ejecutar su fútbol con naturalidad, para acusar menos la diferencia entre jugar con el filial y el primer equipo.
Palanca tuvo que improvisar desde sus virtudes, Busquets, no. Ahí radica una de las grandes diferencias entre el Barça y el Madrid. Sergio es ya una realidad de presente. Palanca es pasado efímero, meros, aunque gratos recuerdos del viaje, de la charla y de la sensación de pensar que el fútbol le deparaba un lugar especial. "Me senté con Cannavaro y fui callado todo el viaje. Primero leyó los periódicos y luego me los pasó. En la charla no me enteré de nada porque aún estaba en una nube", rememora Palanca. Cedido en el Castellón. Lapidado por Faubert...
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