Este artículo se publicó hace 17 años.
Boca Juniors se convierte en el primer finalista del Mundial de clubes
El equipo argentino se medirá en la final al ganador del partido entre el Milan italiano y el Urawa Reds Diamons japonés
Boca Juniors ha doblegado al Etoile en la semifinal del Mundial de clubes con más problemas de lo esperado en un partido que se complicó para los argentinos con la expulsión de Vargas y las audaces embestidas del equipo africano. En la semifinal entre Boca y Etoile aprendieron todos.
El Etoile aprendió lo que es un equipo duro, grande y con aristas, es decir, codos. Los tunecinos también aprendieron que si se quiere ganar el Mundialito de Clubes hace falta algo más que un remedo de catenaccio, para eso hay que ser italiano. Y Boca por su parte aprendió que en Túnez también saben jugar a fútbol.
El Etoile había pensado que podía tratar a Boca como al Pachuca, dejándoles jugar hasta encontrar un hueco en la defensa. Pero los argentinos se trajeron a Japón un abrelatas afilado y al final eso fue lo que desequilibró el partido. Probablemente Russo se esperaba que el Etoile saliera al campo como lo hizo, pero no su reacción una vez Boca se puso por delante.
El Etoile fue fiel a su fútbol: esperar, esperar, esperar hasta ver un hueco y pasársela a Chermiti, un delantero veloz y zurdo, que tuvo un puñado de oportunidades muy claras, sobre todo una cuando la primera parte estaba a punto de acabar.
La pegada de Boca acaba con los tunecinos
El pelín de suerte que favoreció a Boca en errores de los delanteros tunecinos compensó la incontinencia del árbitro con las tarjetas, que perjudicó sobre todo a Boca. El resultado de la ecuación otorgó el billete para la final a los argentinos, pero quizá Russo debería pensar que el Milán sabe hacer lo que hoy intentó el Etoile con bastante más oficio. Lleva décadas haciéndolo.
El gol que entregó a los argentinos el partido nació en las botas de Palermo, la referencia del equipo en la corona del área. El ariete de Boca metió un pase en profundidad a Palacio y tras un breve baile junto a la línea de fondo, éste sirvió un dulce a Cardozo dentro del área que el argentino remachó sin compasión.
Hasta que Boca metió el primer gol los únicos que se divertían en el estadio olímpico de Tokio eran los barras bravas de Boca, que no dejaron que el frío les impidiera corear sus canciones durante todo el partido. Los jugadores de Boca dejaron el estadio con sus aficionados desafiando a coro al Milán. A los italianos les falta el trámite del Urawa Reds Diamons y a Boca ya sólo queda la final.
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