Este artículo se publicó hace 14 años.
Alonso frente al espejo
El asturiano disputa su primera carrera en Ferrari. El español sale tercero, por detrás de Vettel y de su compañero Massa
Vettel (22 años), un joven tan ambicioso y solvente como el Alonso que ganó su primer Mundial en 2005, y Massa, un compañero que, al igual que Hamilton en McLaren 2007, parece dispuesto a darle la batalla interna, son los dos primeros rivales que discuten el anunciado favoritismo del español en el Mundial de F1 que arranca hoy en Bahrein. El alemán de Red Bully el brasileño de Ferrari ocupan hoy la primera línea de la parrilla, justo por delante de Alonso y de otro de sus demonios, precisamente Hamilton.
El asturiano falló en la última y definitiva fase de clasificación, la llamada Q3. Había sido el más rápido en los entrenamientos libres y en la Q1, el segundo en la Q2 a unas milésimas de Vettel y, de repente, a la hora de la verdad, fue superado por Massa, que durante toda la jornada había estado lejos de él e incluso siempre por debajo de los tiempos de Webber, compañero de Vettel en Red Bull.
Los diez primeros salen con los neumáticos usados ayer en la Q3
Massa, consumado especialista contra el crono, decidió dar el primer aviso. Tras superar una grave lesión en un ojo provocada por el impacto de una tuerca durante el G. P. de Hungría de 2009 del pasado julio, ha tenido que aguantar los golpes a su orgullo derivados de la llegada de Alonso a Ferrari. El discurso oficial de la Scuderia siempre los ha colocado en igualdad, faltaría más, pero los gestos y mensajes subliminales nunca han podido disimular que es en el ovetense donde el equipo italiano deposita todas las esperanzas de recuperar su histórica gloria.
El dilema de MassaDe momento, Massa ha dado primero y hoy intentará pasar por encima de su mayor debilidad: la poca consistencia en carrera. Alonso, que sale tras Vettel, por la zona limpia del asfalto, le buscará la espalda en cuanto se apague la luz roja. Si lo deja pasar, sabe que está perdido. Si bloquea al español y con ello posibilita un paseo militar de Vettel, toda Italia se le echará encima.
La salida y las primeras vueltas marcarán como nunca las carreras. Una de las nuevas reglas obliga a los diez primeros de la parrilla a calzar las mismas ruedas con las que afrontaron ayer la Q3. Es decir, la mayoría rodará con gomas blandas muy tocadas y con un peso brutal a la espalda, toda vez que, al estar prohibidos los repostajes, los coches parten cargados de gasolina.
Quienes demuestren una maestría especial en el cuidado de los neumáticos podrán posponer la primera parada. De lo contrario, todos entrarán al unísono y la batalla la librarán los mecánicos encargados de cambiar las ruedas.
Prohibidos los repostajes, todos parten a tope de gasolina
La delicadeza con los neumáticos es una de las grandes virtudes que se le atribuyen al Ferrari F10. Hoy, con sus dos pilotos en zona de podio, lo podrán demostrar en un circuito, el de Bahrein, especialmente exigente en este apartado. Ayer, la rebelde arena del desierto comenzó a moldear la figura de un Mundial donde Alonso también arranca con el paradójico lastre de correr en la única escudería que no presenta fisuras. O, al menos, la única cuyos pilotos enseñaron ayer similar poderío.
Vettel (Red Bull) y Hamilton (McLaren) no han esperado para postularse como líderes frente a Webber y Button, respectivamente, e idéntico desparpajo exhibió Rosberg en Mercedes ante el mismísimo Schumacher. El joven alemán, quinto en la parrilla, no se dejó deslumbrar por el palmarés de su compañero y fue siempre más rápido que El Kaiser, séptimo.
Por detrás, la clase media también dirimió las primeras escaramuzas domésticas. Y triunfó la experiencia de los veteranos. En Force India, Sutil, 10º, fue más veloz que Liuzzi, 12º; en Sauber, Pedro de la Rosa (Sauber), 14º, pudo con Kobayashi, 16º, y en Williams, Barrichello, 11º, ganó a Hulkenberg, 13º.
Alonso, en cambio, no pudo ayer con Massa. Hoy intentará imponer su poderoso ritmo durante una carrera donde, de una tacada, afrontará todos los retos pasados y futuros. Es lo que tiene vestir de rojo.
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