Este artículo se publicó hace 14 años.
El 'voyeur' con un bic azul
Juan Francisco Casas expone en Madrid una selección de dibujos, realizados íntegramente con el famoso bolígrafo y en los que desvela su intimidad
¿Debe un artista tener un discurso social, un compromiso que supere su obra y su propia personalidad? Al ver el trabajo de Juan Francisco Casas, resulta difícil responder a una pregunta que se hacen muchos historiadores del arte. Porque sus dibujos, que se exponen hasta el 20 de febrero en la Galería Fernando Pradilla de Madrid, expresan más una conducta que sentimientos: el voyeurismo.
Juan Francisco Casas (La Carolina, Jaén, 1976) no es un desconocido. Desveló en 2008 su intimidad con dibujos de amigos, mujeres desnudas, de él mismo, de una manera más que singular: su única herramienta era un bolígrafo BIC azul. Nada más. La novedad de esta exposición, Foreignaffairs, es que el artista también utilizó un rotulador negro. "El nombre de la muestra es un juego de palabra entre asuntos exteriores y relaciones íntimas", explica el artista. Acaba de regresar de Roma, donde tenía una beca, y sus obras muestran su intimidad, a veces la más secreta, como en una serie de una mujer desnuda en una cama.
"Me gusta el juego entre la reacción del espectador ante esas imágenes y la intimidad muy privada", dice Casas, "porque, claro, se trata de voyeurismo, pero lo increíble es que son obras de arte que la gente se lleva a casa". Y el voyeurismo, conducta contemplativa condenada en una sociedad obsesionada por la protección de la vida privada, se convierte en sensualidad. Nada es obsceno.
Detalles realistasLa técnica de Casas es irreprochable y uno se pregunta cómo es posible conseguir tal resultado con un BIC. "Ya no cuento el número de bolígrafos que utilizo para un solo dibujo", confiesa el artista, "aunque un BIC da más de lo que se piensa". Cada detalle es representado con mucho realismo, aunque Casas no hace posar a sus modelos. Saca una fotografía -siempre lleva una pequeña cámara digital encima- y trabaja a partir de ella. En uno de sus dibujos -los más grandes superan tres metros de alto- consiguió reproducir perfectamente una mano y un brazo desenfocados. El artista se pasa horas delante de una obra, cuidando cada gesto, cada línea, no deja margen para el error.
"Mi obra es autobiográfica y es importante para mí que sea realista, con todos los detalles, porque cuenta momentos de vida", explica Casas. Son momentos únicos, personales, íntimos, pues las modelos -todas son amigas cercanas que saben lo que les espera- desvelan su pecho, se ríen, se dejan llevar por el bolígrafo de Casas, quien casi actúa como un fotógrafo. Cuando se le pregunta por qué sólo hay chicas, confiesa que no lo sabe. El único chico que aparece es un autorretrato; las manos de una mujer le masajean la cara. "La primera vez que mostré un trabajo así, eran mis manos encima del rostro de una mujer y la gente pensó en la violencia de género", lamenta. Curioso, porque sus dibujos expresan sensualidad.
Juan Francisco Casas es consciente de que ha encontrado su manera de expresarse, con un BIC, aunque también sabe que el uso del bolígrafo no debe ser para siempre. Hay que evolucionar. "Las obras están protegidas, aunque es verdad que me preocupa pasar a otra cosa. Mi cuerpo lo pide, me pide actividad y color", asegura. Próxima etapa: el óleo
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