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Le ha tocado a ella, a la detective neoyorquina más taciturna y alcohólica, apagar la luz y cerrar la puerta al salir de la casa que durante cuatro años han habitado los llamados defensores. Jessica Jones estrena hoy su tercera temporada, la que supone el final del universo seriéfilo creado por Marvel y Netflix. Ese que dice adiós con un balance más positivo que negativo. Su legado, con sus claros y oscuros, ha marcado un antes y un después en el mundo de las series de superhéroes.
El encargado de abrir el fuego allá por 2015 fue Daredevil. Maltratado antes en el cine -nadie olvida la nefasta adaptación que se hizo del personaje del Diablo de Hell’s Kitchen en la piel de Ben Affleck- lo recuperaron y lo redimieron. Él fue el elegido por la dupla formada por la casa de Spiderman y la de Stranger Things para crear esta franquicia de superhéroes seriéfilos. Decidieron apostar por algunos más recientes y mucho menos conocidos por el gran público como pueden serlo los Vengadores o los X-Men, con sus propios universos en pantalla grande. Una elección que eliminaba de la ecuación prejuicios como ¿otra vez van a contarnos la muerte del tío Ben o la picadura de la araña?
Jessica Jones llega hoy para apagar la luz y cerrar la puerta del universo Marvel/Netflix
El resultado de la primera temporada de la serie creada por Drew Goddard no pudo ser mejor. Supuso un soplo de aire adulto y oscuro, un antes y un después en las series de superhéroes y demostró que Charlie Cox había entendido a la perfección la personalidad de Matt Murdock/Daredevil, ese huérfano ciego abogado de día y justiciero de noche. Se ha dicho mucho veces ya, pero lo cierto es que Daredevil ha sido a las series lo que fue El Caballero Oscuro al cine. Con él sus guionistas se atrevieron a plasmar su complicada idiosincrasia y, además, le dieron un villano a la altura. Tanto es así que tras una segunda temporada en la que el guion hizo aguas en varios sentidos, en la tercera decidieron recuperar a Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) para mayor gloria de la producción, que se marchó por todo lo alto con la que ha sido la mejor temporada con diferencia de todas las que ha dado la franquicia. A la espera, claro, de cómo cierre Jessica Jones.
Arriesgaron tratando al villano como a un igual y dándole la misma importancia para la historia, algo poco habitual en el género. ¿Qué serie de superhéroes se había atrevido antes a dedicar un capítulo entero al malo de la historia ahondando en sus motivaciones y su forma de ser? Lo hicieron con el mencionado Fisk y volvieron a repetir la jugada con Kilgrave en el debut de Jessica Jones solo unos meses después.
Ambos han pasado a la historia de los grandes villanos y cuentan con la admiración de los amantes del género gracias al trabajo de escritura pero también a las actuaciones tanto de Vincent D’Onofrio como de David Tennant. Sin embargo, lo que tan bien les salió en esas dos primeras temporadas de sus buques insignia, no lograron repetirlo en los casos de Luke Cage e Iron Fist. Ni siquiera en la segunda temporada de Daredevil -en la que lo mejor fueron los diálogos en la azotea entre Murdock y Frank Castle (Jon Bernthal)- y Jessica Jones -su drama familiar fue demasiado drama familiar-.
Especialmente clamoroso en ese sentido, el del antagonista, fue el ‘fallo’ del título encabezado por Luke Cage (Mike Colter), al que tras presentar con éxito en la primera de Jessica Jones se le dio su propia serie y se le colocó frente a Mahershala Ali. La idea no cuajó. Cage tiene muchos defensores, pero su primera temporada dejó la sensación de ser una oportunidad perdida. Sí, como contexto social -un hombre de color inmune a las balas de la policía- era tremendamente potente, pero a nivel de serie no terminó de funcionar con su ritmo excesivamente pausado y sus continuos números musicales. Lo mejor de Luke Cage siempre fue Claire Temple, la enfermera omnipresente del universo Marvel/Netflix a la que se introdujo en Daredevil y que ha servido de nexo de unión entre unos y otros.
Y como Temple, la detective Misty Knight, que también se movió entre series. Entró en acción en la primera del héroe de Harlem y acabó siendo llamada a filas en la segunda de Iron Fist para intentar levantar una pata de la franquicia que nunca encajó en el planteamiento global. El estreno de Danny Rand como superhéroe siempre pareció totalmente fuera de lugar. Su serie, mucho más rutinaria, ingenua y para muchos simplona, la candidez de su personaje y su empeño por confiar siempre en la bondad del prójimo chirriaba entre la oscuridad del resto de vecinos.
Algo que fue aprovechado en The Defenders. Entonces ese contraste entre los cuatro aportó cierto toque de comicidad a la dinámica de personajes que se creó por parejas. Por un lado, Daredevil y Jessica Jones. Por el otro, Luke Cage y Iron Fist. Eso sí, solo funcionó durante los primeros cuatro episodios. Los otros cuatro, la mitad, fue un descarrilamiento sin frenos. Habían llamado a Sigourney Weaver para convertirla en su villana y no supieron aprovecharla.
El tropiezo de las segundas temporadas
El gran problema en cada una de las ramas de los defensores han sido sus segundas temporadas en líneas generales. Salvo en el caso de Iron Fist, cuyo segundo asalto mejoró el primero. Algo que, por otra parte, tampoco era complicado. El que venciese al dragón y se convirtiese en el guardián y defensor de K’un-Lun fue el pionero a la hora de caer en el saco de las cancelaciones. No sorprendió. Después de todo, era la más floja de las cinco -no hay que olvidar que The Punisher también tuvo su spin-off- y era más que comprensible. Sobre todo teniendo en cuenta que The Defenders no parecía que fuese a tener una segunda oportunidad. Sino iba a haber más aventuras en grupo, no le necesitaban.
El mejor capítulo de la segunda de 'Luke Cage' es en el que Danny Rand se pasó a saludar
Poco después llegó el anuncio de que Luke Cage también decía adiós sin una tercera temporada. ¿Unirían a ambos personajes en la batalla contra los malos? La química demostrada en sus escenas compartidas apuntaban a un buen resultado. De hecho, el mejor capítulo de la segunda de Luke Cage es en el que Danny Rand se pasó a saludar.
Entonces llegó el mazazo, Netflix anunciaba que la tercera temporada de Daredevil, la mejor de todas, las más memorable, había sido la última. No había vuelta atrás. El final de los defensores era un hecho y ya no se trataba de calidad o audiencia, sino de otra cosa. La plataforma de streaming de Disney, propietaria de Marvel, tenía la ‘culpa’. Los personajes son suyos y la colaboración/cesión a Netflix tocaba a su fin. A Jessica Jones y The Punisher el anuncio les pilló trabajando en su tercera y segunda temporada respectivamente, pero para ese momento estaba ya más que claro que no habría más, aunque no se hubiese oficializado aún.
El día que todo llega a su fin toca hacer balance, echar la vista atrás para evaluar lo que han supuesto estas series (seis en total) para un género, el de los superhéroes, superpoblado. Es el momento de reconocerle a los creadores el mérito de su trabajo durante estos años. Especialmente a los de las cuatro series madre, Drew Goddard (Daredevil), Melissa Rosenberg (Jessica Jones), Cheo Hodari Coke (Luke Cage) y Scott Buck (Iron Fist). A ellos y a quienes a la hora de elegir a los actores protagonistas optaron por Charlie Cox, Krysten Ritter, Mike Colter y Finn Jones.
Porque se puede estar más o menos de acuerdo con si unos son más acertados que otros, pero todos ellos se dejaron la piel en el personaje y le tomaron la medida desde el principio. Será complicado ver a Matt, Jessica, Luke y Danny con otros rostros que no sean los suyos si en un futuro Disney decide hacer caso al fandom y recuperar a los personajes para su plataforma.
¿Hasta dónde llega el legado de estos superhéroes?
Hemos hablado de ese tono adulto dado a todos los títulos -salvo a Iron Fist, sí- que intentaron sin tanta fortuna otras series antes como Arrow y Gotham y de esos dos grandes villanos que bien se habría merecido su propio título, pero el legado de la franquicia Marvel/Netflix va más allá. Atrás queda un elenco de secundarias magníficas como Colleen Wing (Jessica Henwick), Misty Knight (Simone Missick), Claire Temple (Rosario Dawson), Trish Walker (Rachael Taylor), Karen Page (Deborah Ann Woll) y Jeri Hogarth (Carrie-Anne Moss). Todas tuvieron su ración de protagonismo y salvaron el día en más de una ocasión.
A esto hay que añadir una estética impecable, cada serie con su propia paleta cromática característica que se acabaron fusionándose en la fallida The Defenders. Unas escenas de acción muy bien rodadas, entre ellas las clásicas de los pasillos y alguna más como las que regaló la tercera temporada de Daredevil. Y, para acabar con este balance del legado de estos superhéroes tan atípicos y más fuera del sistema de lo normal reconocerles a los guionistas el valor y el mérito de haberse atrevido a abordar temas especialmente complejos más allá de la clásica lucha del bien y el mal.
A lo largo de todas estas temporadas se les ha ha visto tratar con crisis de fe, dilemas como qué es realmente la justicia, la corrupción del sistema, el racismo, el estrés postraumático en el sentido más amplio a través de casos muy distintos, lo que es ser un sociópata, la adicción a la violencia, a las drogas y a la adrenalina (entre otras), la depresión postparto, la esclerosis múltiple… Y así se podría seguir varios párrafos más.
Por todo esto y porque han hecho pasar muy buenos ratos a los amantes del género de los superhéroes, se les va a echar de menos. Ahora solo queda disfrutar la tercera y última de Jessica Jones y confiar en que su final esté, como mínimo, a la altura del de Daredevil. Su adiós arranca con la fundadora de Investigaciones Alias afrontando el hecho de que su mejor y única amiga matase a su recién recuperada madre. Los dos primeros episodios, vistos antes de su estreno de hoy, están dedicados a contar, desde su punto de vista y el de Trish, cómo ha afectado a ambas aquel final. Al otro lado, y puede que eso les ayude a unir fuerzas de nuevo, un asesino en serie que no aparece en el arranque de la temporada pero que promete la sinopsis de la misma.
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