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'Truman', de Cesc Gay, se erige como triunfadora en la gala más corta de
la historia de los Goya

La crónica sobre la amistad y la muerte del director catalán suma cinco de los principales galardones: película, director, guion original y actor protagonista y de reparto. 'La novia' consiguió dos y 'Nadie quiere la noche', cuatro. 

El realizador Cesc Gay, la productora Marta Esteban, el actor argentino Ricardo Darín y el guionista Tomás Aragay, posan con los Goyas conseguidos por sus trabajos en la película "Truman", durante la ceremonia de la 30 edición de los Premios Goya, que entrega la Academia de Cine, celebrada esta noche en el Hotel Auditorium de Madrid. EFE

MADRID.- .- "La realidad sin imaginación es la mitad de realidad". Esa era la frase con la que la trigésima edición de los Premios Goya recordaba a Luis Buñuel. Cesc Gay sólo tuvo que imaginar dos situaciones cotidianas de la vida, la amistad y la muerte, para llevarse los dos premios gordos de la noche: Mejor película y Mejor dirección con el filme Truman. Se convertía así en la gran triunfadora, al hacerse con cinco de los seis cabezones a los que optaba, en una gala en la que ninguna de las cinco películas nominadas se fue con las manos vacías. Eso sí, La novia de Paula Ortiz se quedó compuesta con sólo dos de las 12 nominaciones a las que optaba, el día no fue tan perfecto para Fernando León de Aranoa, que sólo se hizo con el Goya al Mejor guión adaptado y la noche de Isabel Coixet siguió fría, alcanzando cuatro de sus nueve nominaciones.

Además de los pesos pesados, al que se añadiría Mejor guión original, la Academia reconoció también a los dos protagonistas de Truman, aunque uno de ellos, Javier Cámara, tuviera que conformarse con el de Mejor actor de reparto, consiguiendo así su segundo Goya en la que era su séptima candidatura. Por su parte, su compañero en la cinta, Ricardo Darín, recibía el primero después de tres nominaciones fallidas. El actor argentino abogaba por la no competencia entre actores. "Todos sumamos", aseguraba, al tiempo que pedía a los políticos que hiciesen algo por la cultura. "Es lo único que tienen que hacer". Pero no era el único mensaje que tenía que dar. "Dudoso el criterio para la musiquita", se atrevió a criticar, en alusión al corte de los discursos de agradecimiento, que no concedían el mismo tiempo para todos los agraciados.

En el sexo opuesto, una temblorosa Natalia de Molina, galardonada por su papel en Techo y comida, ponía el déjà vu de la noche. En 2014, Cámara y ella también recogían premio. En esta ocasión, la actriz jienense ya no era la revelación, pero sí su discurso, que reivindicaba la presencia femenina en el séptimo arte: "El cine gana cuando se le da más espacio a las mujeres". El Goya a la Mejor actriz de reparto fue a parar a la veterana Luisa Gavasa, que a sus 64 años recogía su primer cabezón. La madre de La novia definía a las actrices como "frágiles, inseguras, vanidosas y maravillosas". Del otro lado, Irene Escolar debutaba recogiendo el galardón a actriz revelación por Un Otoño sin Berlín.

"El cine también gana cuando se le da más espacio a las mujeres, que somos muchas", dijo Natalia de Molina

Se acababa así la ilusión para Daniel Guzmán, que veía como su "estrella" se quedaba sin el reconocimiento de la Academia. No hizo falta. Antonia Guzmán brilló por sí sola. De eso se encargó su nieto, que con ternura y orgullo presumió de abuela. Tanto es así, que en su emocionado agradecimiento por el Goya a Mejor director novel, el actor pidió a directores y productores que contasen con ella para futuros proyectos. "Está estudiando interpretación. Cobra mucho, pero llena las salas", advertía. La batuta de A cambio de nada otorgó la parte emotiva a la gala. Primero con la proclamación de Miguel Herrán como actor revelación, con quien no pudo reprimir las lágrimas. El joven confesó estar perdido hasta encontrarse con Guzmán. "Me has dado una vida, Daniel", confesaba. Y más adelante cuando era él quien hacía lo propio tras subir al escenario después de 10 años de esfuerzo. "Es muy duro hacer cine en este país", admitía. El madrileño recogió su "regalo" dando una lección de lo que debe ser la esencia del cine: luchar por contar una historia cueste lo que cueste, disfrutar con ella y valorar la recompensa. La suya era grande. "Es el mejor homenaje que te puedo hacer", decía a su abuela. A veces las cosas no son 'a cambio de nada'.

La actriz Natalia de Molina recibe el Goya a la mejor actriz por su papel en 'Techo y Comida', durante la ceremonia de la 30 edición de los Premios Goya, que entrega la Academia de Cine, celebrada esta noche en el Hotel Auditorium de Madrid.

La actriz Natalia de Molina recibe el Goya a la mejor actriz por su papel en "Techo y Comida", durante la ceremonia de la 30 edición de los Premios Goya, que entrega la Academia de Cine, celebrada esta noche en el Hotel Auditorium de Madrid.

Sin sorpresas, pero no con menos emoción, Mariano Ozores recogía el Goya de Honor de la mano de sus sobrinas, las actrices Emma y Adriana Ozores, que agradecían la contribución al cine de su tío. El director, uno de los máximos exponentes del landismo, optó por un discurso corto, pero correcto. "Todo esto no hubiera sido posible sin los actores que han aparecido en mis 96 películas". Un extenso reparto con nombres como Concha Velasco, Pilar Bardem, Alfredo Landa, Gracita Morales y Rafaela Aparicio entre un largo etcétera, en el que no podían faltar sus hermanos, José Luis y Antonio.

También hubo Goya para un veterano como Fernando León de Aranoa, que recogió el de guion adaptado por 'Un día perfecto'

Las reivindicaciones políticas venían de la mano de Dani Rovira, que repetía con éxito como maestro de ceremonias, dando muestra de sus prolíficas cualidades, atreviéndose hasta con el cante. El actor y cómico brindaba uno de los momentos de la noche al dirigirse a los candidatos a la Presidencia con una propuesta de pacto en diferido, pues el quinto componente estaba integrado por un plasma de difícil entendimiento a lo que sintácticamente se refiere. A la presencia de Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Pedro Sánchez y Albert Rivera se sumaba la de Manuela Carmena, que se llevó una gran ovación y fue nombrada en varias ocasiones a lo largo de la gala de manera irónica. No, la alcaldesa de Madrid no era culpable de que el líder de Podemos sorprendiese con smoking. Aunque lo relevante no era su pajarita, sino el respeto de la clase política por la cultura y su apoyo a la fiesta del cine español.


Es la hora de lo políticos: aquí vemos a Pablo Iglesias, con esmoquin, y a Albert Rivera. Rivera se trajo a su novia; Iglesias, a Facu Díaz. / BALLESTEROS (EFE)

Es la hora de lo políticos: aquí vemos a Pablo Iglesias, con esmoquin, y a Albert Rivera. Rivera se trajo a su novia; Iglesias, a Facu Díaz. / BALLESTEROS (EFE)

Saludaba también al nuevo y en funciones ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, que aguantaba el tipo al oír hablar de su jefe, para acto seguido hilar la secuencia con Bárcenas. Nuevamente en diferido, pues se trataba de la película protagonizada por Pedro Casablanc, nominado a Mejor actor, que finalmente se fue con el marcador a cero. Se acordaba Rovira de otro ministro, Montoro, desinteresado por la cultura por el hecho de carecerla, según increpaba el actor, y culminaba con el aplauso ante la sola necesitad de los españoles de "techo y comida".

Antonio de la Torre ponía los ojos fuera del territorio nacional, no queriendo pasar por alto que "una sola vida es mucho más valiosa que cualquier frontera, nación o bandera", en la única referencia a la terrible situación de los miles de refugiados que deben abandonar su hogar como consecuencia de los conflictos armados. Mientras, su tocayo Resines aparecía en la gala por primera vez como presidente de la Academia remarcando el compromiso con los objetivos propuestos en su candidatura, entre ellos la promoción del cine español, y poniendo especial empeño en la lucha contra la piratería. Para el actor, que acudía con muletas y se abstuvo de raps, para alegría del personal, el cine es "una cuestión de Estado, al margen de partidos e ideologías".

El actor, productor y director Mariano Ozores recibe el Goya de Honor durante la ceremonia de la 30 edición de los Premios Goya, que entrega la Academia de Cine, celebrada esta noche en el Hotel Auditorium de Madrid. EFE

Gala más corta en 30 años

La banda sonora de la noche corrió a cargo de Luis Vidal, que recibió un Goya detrás de otro por la música original de Nadie quiere la noche y la canción junto a Pablo Alborán, presente en la gala, de Palmeras en la nieve. La superproducción de Atresmedia Cine recogió, además de ese, el galardón a la Mejor dirección artística. Como anécdota, Dani Rovira reivindicó una candidatura para Mario Casas, protagonista del filme. La película, la más taquillera en lo que va de 2016, en un claro ejemplo de la discordancia entre audiencia y crítica. De hecho, sólo el 1% de las entradas vendidas en 2015 corresponden a las cinco películas nominadas.

Pero la noche de los Goya, más allá de los 29 premios, es la noche del cine español sin distinción. La celebración de su 30 cumpleaños transcurrió sin la dispersión con números musicales forzados e innecesarios, Serrat y fallos de sonido excluidos, que rompen la acción y frescura de la gala más corta de la historia de los premios. Rovira estuvo brillante una vez más, con un animado y mejorado guión, cuya elaboración corrió también a cargo de JJ Vaquero e Iñaki Urrutia. Si bien, no hay perdón para Carmena ante la magia de Jorge Blass y el redoble de tambores homenaje a Buñuel. Jamás. A los demás, feliz cine.

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