Este artículo se publicó hace 13 años.
En las tripas de un poeta comprometido
Por fin ven la luz los textos privados e inéditos que el gallego escribió durante 40 años. 'Diario anónimo' muestra su proceso creativo, su dolor ante la pérdida de un hijo y su implicación polí
Durante nueve años, la intimidad de José Ángel Valente (Orense, 1929-Ginebra, 2000) estuvo guardada en un cajón. Sus notas personales, ideas de poemas, aforismos y lamentos privados escritos en dos cuadernos, uno negro y otro amarillo, entre 1959 y la fecha de su muerte, habían sido custodiados con celo por su compañera, Coral Gutiérrez. En 2009, todos estos textos pasaron a manos del catedrático de Historia de la Literatura Española Andrés Sánchez Robayna, quien desde entonces se ha encargado de darles forma y que ahora Galaxia Gutenberg publica bajo el título Diario anónimo. Quedan así expuestas por fin ante el lector las tripas de Valente: un poeta que no creía en Dios, pero que se esforzó por entender la parte física de la mística de Santa Teresa y San Juan de la Cruz; un escritor que se llevó a la tumba la etiqueta de intelectual, difícil y filosófico, pero que, como afirma la poeta Marta Agudo, estudiosa de su obra, no dudó en acoger a marxistas en su casa de Ginebra en pleno franquismo.
"Estas notas nos muestran el taller del autor. Es el revés de la trama. Las costuras. Y son muy interesantes tanto para el lector de poesía como para el que no lo es, puesto que se convierten en una vía de entrada para conocer al poeta", afirma a este periódico el doctor en Filosofía Jordi Doce, autor junto a Marta Agudo de Pájaros raíces. En torno a José Ángel Valente (Abada editores, 2010).
Estos aforismos y notas personales están escritos entre 1959 y el año 2000
A pesar de su título elegido, en realidad el libro se acerca más a la idea de "falso diario", un pensamiento muy en consonancia con el propio Valente, quien una vez señaló: "Yo creo que el poeta debe tener una biografía, incluso varias, a condición de que todas estén cuidadosamente falsificadas". Además, como recuerda Sánchez Robayna en el prólogo, la concepción de diario que tenía el poeta "está más cerca de los carnets del escritor que de los diarios confesionales". Por supuesto, persiste siempre esa idea de la otredad en la que tanto insistió: "Para retratarse hay que mirarse a sí mismo. Pero cuando trato de mirar a un presunto mí mismo, siempre veo a otro y, por lo general, no suelo reconocerme", escribió Valente en 1994.
No obstante, este Diario, estructurado en tres ejes, según Sánchez Robayna, expone con claridad las inquietudes del poeta. La primera parte es un recorrido por los gustos literarios del autor de A modo de esperanza. Valente reflexiona sobre la palabra poética y sobre la significación de la poesía "la escritura no es un acto, es un estado", escribió y del poeta en el mundo de hoy. Está muy marcada la idea del silencio y lo que es la noción de realidad y realismo. Valente, en un ejercicio metaliterario, analiza sin parar citas de Dante, John Milton, Kafka, Artaud, Montaigne y otros filósofos.
Son unos cerdosSegún Doce, entre 1959 y 1970 es en "un estupendo poeta político"
Para Doce, en esta época, que abarca entre 1959 y 1970, es cuando Valente se convierte en "un estupendo poeta político". No tanto por sus "poemas protesta" o sociales, más propios de otros poetas generacionales como Gabriel Celaya o Ángel González, sino "porque analiza el lenguaje político. Él es muy crítico con la demagogia y piensa que para que una sociedad piense primero hay que limpiar el lenguaje, hacer una crítica de las ideas" que se vierten. En este Diario anónimo aparecen singulares reflexiones sobre las ideas políticas. Una de ellas, del filósofo Edgar Morin, la recoge, curiosamente, el 15 de mayo de 1965: "La revolución es una lucha por el hombre, no por el sistema".
En la misma línea, Marta Agudo insiste en esta faceta comprometida de José Ángel Valente. La poeta, que ha estudiado de cerca los poemas en prosa de No amanece el cantor, señala que Valente "tiene los poemas de temática social más fuertes", aunque no sean tan explícitos como los de sus colegas de generación. Recuerda especialmente uno que se incluye en el libro El inocente y que tras nombrar a "cuantos creen que existen alturas en el alma y que hay corrientes en el pensamiento, los que son espíritu de la época", Valente acaba con un contundente: "Son unos cerdos".
La implicación política de Valente dio paso después a una profunda reflexión sobre los místicos españoles. Estos pensamientos también están incluidos en este Diario anónimo. No obstante, no hay alusiones religiosas. Valente no era creyente, pero sí le preocupaba todo lo espiritual ligado a la materia, al cuerpo. "Él lo que intenta es recuperar la pulsión erótica de la mística española", apunta Doce. Es el mundo físico, casi agónico de Santa Teresa y San Juan de la Cruz lo que le interesa. Como escribió el 25 de mayo de 1987, "el espíritu es la metáfora de la infinitud de la materia".
Marta Agudo: "El poeta comprometido saldrá a la luz cuando acaben los prejuicios"
La muerte del hijoEl segundo eje de este Diario está marcado por la muerte de su hijo Antonio en junio de 1989 a causa de una sobredosis. Tenía 34 años. Valente le dedicó No amanece el cantor (1992) y varias entradas en esta especie de blog de la era preinternet. Dramática es la frasedel 5 de enero de 1990: "Empieza un nuevo año ¿nuevo? marcado duramente por la pérdida de Antonio".
Esta muerte del hijo, uno de los golpes más duros que sufrió el poeta en su vida, tuvo lugar, además, en un contexto en el que no fue el único padre que se enfrentó a esta tragedia. Como recuerda Jordi Doce, muchos jóvenes nacidos a finales de los sesenta y principios de los setenta tuvieron problemas con las drogas, y aquellos padres de ideas progresistas se sintieron culpables por no haber ejercido la suficiente autoridad hacia sus hijos. "Él había vivido la dictadura y tenía problemas con el concepto de autoridad. Lo que ocurrió con su hijo fue terrible para él", apostilla Doce.
La tercera parte de este libro lleno de intimidades está centrado en su proceso creativo. Son primeras versiones de su poesía, aunque también hay reflexiones sobre su propia existencia. Un regreso a la ontología, a quiénes somos. "La forma más peligrosa del resentimiento es la del que no podrá nunca perdonar a los otros su propia insignificancia", escribió el 14 de marzo de 1996. El último texto fechado es del 25 de abril de 1999, su cumpleaños. En él recuerda a Miguel de Unamuno y el homenaje que le hizo la II República aquel día en 1934. Este es el otro Valente. El comprometido. El que, como dice Marta Agudo, "saldrá a la luz cuando acaben los prejuicios".
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