Mientras Man Ray experimentaba en los años treinta con los fotogramas, el catalán Pere Català Pic también jugaba con las imágenes automáticas. Conexiones similares son las que recoge la muestra Praga, París, Barcelona. La modernidad fotográfica de 1918 a 1948, que se inaugura hoy en el Museu Nacional de Arte de Catalunya (MNAC) y se centra en la riqueza experimental de la fotografía de vanguardia en esas tres ciudades.

La revolución artística que se produjo en Praga y París, llegó a Catalunya en la mitad de la década de los años veinte, cuando fotógrafos como Emili Godes, Josep Masana o Josep Sala se apuntaron a las tendencias menos ortodoxas.

En el periodo de entreguerras, la fotografía se liberó del estigma de ser una simple reproducción mecánica de la realidad. Son muchos los artistas que se refugiaron en París y Praga, ambas ciudades se convirtieron en focos de efervescencia cultural que siguieron las bases de la nueva fotografía, surgidas de las aulas de la escuela alemana Bauhaus, alrededor de 1920. Crearon una mirada libre de perjuicios. Desde entonces, surgió una 'nueva visión' y la disciplina participó activamente de las vanguardias.

El montaje presenta 170 imágenes, libros y películas que incorporaron las innovaciones técnicas y creativas utilizadas por fotógrafos como Germaine Krull, Jan Lauschmann, Karel Valter o Carlos Nyssen, de los que el MNAC exhibe una generosa representación de su trabajo.

'Esta exposición quiere reivindicar a los fotógrafos catalanes de vanguardia, pero también quiere encarnar el momento en el que la fotografía abandona los referentes pictóricos y adopta una forma específica de representación', argumentó David Balsells, comisario de la exposición. La muestra rescata del olvido las imágenes de Emili Godes, Gabriel Casas, o Josep Lladó. Autores que a falta de reconocimiento internacional encontraron en la publicidad un campo para mostrar su creatividad con libertad.