Entrevista a Munic HB, a por el 'Mundial' del trap"Trabaja duro, sé tú mismo y nadie te juzgará"
Madrid-Actualizado a
Munic HB (Sabadell, 2002) sorprendió a propios y extraños cuando lanzó Pico y pala: casi un millón de reproducciones en 24 horas. El trapero barcelonés no ha dejado de cosechar éxitos (Dolce, Sofrito, Coco…), al tiempo que estudia un ciclo de óptica. Sensato y prudente, prefiere no marcarse una meta, aunque deja claro que para alcanzarla hay que trabajar duro. Lo último: Mundial.
En sus letras deja claro que no busca bulla, que no se coloca, que no... ¿Trap de buen rollo?
No se trata de una cuestión de buen o mal rollo: yo soy así. En mis letras se ve reflejada cómo es mi personalidad. En esta profesión, tienes que ser tú mismo. Si no, ¿de qué te sirve hacer arte?
Sin embargo, transmite unos valores distintos a otros traperos.
Me considero más artista que trapero. Hago música, aunque no me cierro a un único ámbito, porque yo no soy solo una cosa. Mi personalidad se define por bastantes facetas. Me considero diferente a lo que escucho y veo, porque no creo que haya nadie que haga lo que yo hago, como yo lo hago.
Por eso le decía que sus valores son diferentes.
No son diferentes, aunque los transmito de otra forma.
En cambio, critica el postureo de quienes fardan de dinero, aunque no tengan un duro.
Sí. Muchos cantan cosas que no tienen un fin o una verdad detrás. De hecho, exageran muchísimo determinados actos en sus canciones.
¿Cree que en el trap hay un discurso aspiracional: lo deseable, la fantasía, el lujo, la ambición…?
La gente que intenta dedicarse a esto tiene mucha ambición: puede ser el dinero, el lujo, el éxito… Sin embargo, hay mil formas de expresar esa ambición. Puedes decir "voy a luchar para conseguir lo que quiero" o "voy a comprarme un Ferrari para aparcarlo delante de mi mansión".
¿Algunos ven la música o el trap como un ascensor social y económico?
Sí, pero ese ascensor puede ser más social que económico. Te pueden considerar una figura, cuando en realidad facturas poco dinero. Hay gente famosa que no tiene pasta. El trap —y la música en general— es muy complicado. Además, no tenemos una industria musical que se haya expandido a niveles estratosféricos, como la estadounidense. Para meter un pie dentro, hay que trabajar duro y dedicarle tiempo, esfuerzo y sacrificio.
Cuando un músico o un artista alcanzan el éxito económico, corren el riesgo de alejarse de la calle, de donde habían bebido para crear. Algunos, incluso, prefieren no mirar atrás.
Por una parte, hay gente que hablaba de la calle y que luego empezó a experimentar con otros estilos y temas. Pero eso no significa que se haya olvidado de su barrio, porque podría seguir frecuentándolo y viviendo igual que antes. Por otra parte, hay quien se aleja de su pasado porque ha tenido experiencias duras. Eso sí, para salir de ahí, ha trabajado mucho. Hay de todo, porque dejar de cantar sobre ciertos temas también puede ser una estrategia de marketing para ganar más dinero. Tampoco me parece mal, porque al final es un curro.
Cuando era más joven, frecuentó la Ludoteca Margarida Bedós, en Sabadell. ¿Cómo fue la experiencia?
No es tanto el sitio como las personas que conocí y los valores que me transmitieron. Sin embargo, mi relación con la música no viene de ahí, sino de antes, cuando mi hermano me aficionó a las batallas de gallos. Luego asistí al taller de un rapero, empecé a hacer música con un colega y a sacar temas, hasta que decidí experimentar y encontrarme conmigo mismo.
Pasado el tiempo, ha dado clases de trap en talleres formativos municipales. ¿Cuál sería la primera lección?
Que sean ellos mismos. Si haces algo y eres tú, no te sientes extraño ni nadie te va a juzgar, porque lo que cantas es verdad.
Detrás de su carrera hay mucho pico y pala. ¿Cuál es el techo?
Hay que alcanzar la paz mental y no dejarse manipular por ninguna influencia exterior. Estoy enamorado de la música y trabajo cada día para ir cumpliendo objetivos. Sin embargo, no pienso a largo plazo, porque nunca se sabe lo que te puede pasar.
Por cierto, ¿sigue jugando al fútbol americano y entrenando a niños?
No. Me convocó la selección española, pero lo dejé porque quería dedicarle más tiempo a la música. Esa es, junto a los estudios, mi prioridad.
Hoy estrena Mundial y está promocionando la película italiana Autumn Beat. Antes decía que es más artista que trapero. ¿Se ve como actor?
Sí, por qué no... En el fondo, cuando hago música sobre un escenario, también la interpreto.
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