La Tomatina vuelve a teñir de rojo Buñol con más de 120.000 kilos de tomates
Más de 20.000 asistentes procedentes de 28 países han celebrado la 77 edición de este festejo valenciano, declarado de Interés Turístico Internacional en 2002.
La localidad valenciana de Buñol ha celebrado este miércoles la septuagésima séptima edición de su mundialmente conocida Tomatina, una tradicional batalla campal a tomatazo limpio que esperan más de 20.000 participantes y que este año ha presentado la novedad de una entrada VIP, a 500 euros, para vivir la fiesta en uno de los camiones desde los que se lanzan los tomates.
A las 12 horas, los camiones cargados con esa atípica munición festiva han empezado a recorrer lentamente la calle principal de Buñol, repartiendo y tirando los 120.000 kilos de tomate de la variedad pera, blandos y maduros, no aptos para el consumo pero sí como proyectiles, suministrados por la empresa Frutas y Verduras Massanassa, de la localidad valenciana de Silla. Para esta edición, el presupuesto para los kilos de tomate ha rondado los 60.000 euros, sufragados íntegramente la Diputación valenciana.
Personas llegadas de todas las partes del mundo, que han pagado 15 euros por su entrada para participar en este festejo que nació de la mano de unos jóvenes en 1945 y se ha convertido en icono de las fiestas valencianas, participaban junto a vecinos, exentos de cualquier pago, en esta popular fiesta declarada en 2002 de Interés Turístico Internacional.
La tradicional carcasa que da paso al lento recorrido por apenas 400 metros de calle de los camiones con las toneladas de tomates bien maduros y jugosos ha dado inicio a esta "batalla campal". A partir de entonces, la música ha tomado el pueblo y los participantes, ataviados con camisetas blancas y algunos con gafas de buzo para proteger sus ojos del ácido de los tomates, esperaban ansiosos la señal del inicio de la incruenta guerra.
Durante una hora los proyectiles rojos, chafados y estrujados para no hacer daño, han volado, mientras cubos de agua o manguerazos desde fachadas y balcones mojaban a los contendientes, agradecidos por ser refrescados durante la contienda que convertía la calle en un río rojizo caldoso y pringoso.
Entre los participantes han figurado turistas procedentes de países tan distantes como China, Estados Unidos, Japón, Australia, Canadá, Gran Bretaña y muchos lugares de toda Europa. Incluso un joven indio residente en Berlín conocedor de la tradición tras haber visto la película de Bollywood Zingadu Na Milegi Dobara (Solo se vive una vez) decidió acudir. Desde que presenció el film, le entró la curiosidad por visitar la "locura" de la fiesta valenciana.
Uno de los asistentes de esta aclamada festividad valenciana ha sido el propio president de la Generalitat, Carlos Mazón, ha participado un año más desde uno de los camiones en el lanzamiento de tomates acompañado por el presidente de la Diputació de València, Vicent Mompó, la consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo, Nuria Montes, o el secretario general del PPCV, Juanfran Pérez Llorca, todos ellos con camisetas verdes de la organización.
Así, Mazón ha calificado la fiesta de "subidón de alegría". "Vivirlo es único", ha admitido y ha añadido que es la primera vez que ve a la gente pedir "un tomatazo". A su juicio, es "un sano ejercicio para los políticos recibir tomatazos con deportividad y con germanor (hermandad)". Por su parte, Mompó ha anunciado que la corporación provincial "continuará apoyando esta cita turística y aportará la totalidad de los tomates que la protagonizan". "Al igual que en esta edición, serán productos de kilómetro cero, cultivados y recogidos en la provincia de València", ha explicado.
Entre las anécdotas del día se encuentra el homenaje que familia y residentes en Buñol han rendido a un vecino de la localidad fallecido recientemente y considerado "precursor" de la fiesta, a la que siempre acudía con traje y sombrero blancos. Sus allegados han acudido con el mismo atuendo que solía usar él, ha detallado su hijo, que ha lucido, al igual que sus familiares, un crespón en honor a su padre.
Finalmente, el sonido de otra carcasa, que se ha hecho esperar unos minutos, ha anunciado el final de la Tomatina 2024, que ha dejado una estampa de participantes exhaustos tras haber soltado mucha adrenalina durante una hora, con camisetas blancas en tono rosa, restos de tomate por todo el cuerpo y calles convertidas en ríos de lava roja y pringosa.
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