Este artículo se publicó hace 14 años.
Tacita Dean bucea en los silencios del tiempo
La artista británica inaugura la muestra El garabato del fraile en la Abadía de Silos
Del silencio de un monasterio nacen los misterios de la religión, sus supersticiones e incluso, según Umberto Eco, sus crímenes más terribles. Como si fuera una investigadora de policía, la artista británica Tacita Dean (Canterbury, 1965) pretende hallar respuestas. Para ello, indaga en los silencios del tiempo que pasa. Sus testigos no son los monjes, sino dibujos, marcas, palabras sin sentido de las columnas del claustro románico del Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos).
"Me fascinan las órdenes religiosas. La decisión de encerrarse en una abadía siempre me ha asustado; es algo que no entiendo y que me fascina", decía ayer Dean al inaugurar en el monasterio El garabato del fraile, exposición organizada por el Museo Reina Sofía. El trabajo que presenta es un conjunto de fotografías y una película de 13 minutos que se proyecta en una cueva abovedada y sin luz del monasterio. Nada que ver con El gran silencio, el documental de Philipp Gröning sobre la vida monástica. El filme se acerca más a un cuadro de pintura que la autora muestra poco a poco, a velocidad muy lenta.
Dean no permite al espectador ver el garabato entero. Es un dibujo que le dio cuando tenía 12 ó 13 años Martin Jeffs,un fraile franciscano de la Universidad de Kent, en Canterbury. "Soy católica, pero iba a una escuela metodista y podía librarme de los servicios religiosas", recordó. Mientras sus compañeras de clase rezaban, Dean escuchaba las historias de Jeffs. "Cuando acudí por primera vez al Monasterio de Silos pensé enseguida en aquel dibujo, no podía dejar de intentar descifrar esos graffitis en las columnas, y saqué fotos", añadió la artista.
El claustro es del siglo XI y sus columnas narran su historia con dibujos y símbolos que dejarían perplejo al mismo Dan Brown. "Algunos son de monjes que paseaban durante horas en el claustro. Otros son de artesanos que marcaban las piedras para calcular su precio, y también hay marcas de turistas",aclara Dean.
Arte como acto de feLa fe no es, sin embargo, lo que llevó a la artista a realizar este trabajo. "La fe es un concepto que no tiene por qué entenderse sólo en el sentido religioso; hacer arte también es un acto de fe", explicó. Dean juega con las supersticiones y el tiempo: "Guardé el garabato del fraile en un libro sin saber por qué y lo utilizo ahora. Confío en esos procesos inconscientes".
La artista cree en la esperanza. Colecciona tréboles; tiene uno de nueve hojas. Aunque no pretende desvelar secretos: cuando se le preguntó por la opinión de los monjes que viven en el monasterio sobre su trabajo, surgió un nuevo misterio, un nuevo silencio. "No sé qué piensan. Sólo se alegraron de que yo fuera católica", concluyó.
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