Ridley Scott apuesta todo en 'Gladiator II' a la sed de sangre del patio de butacas
Paul Mescal y Denzel Washington protagonizan la continuación del éxito del 2000, una película de venganza, de muerte y de guerra, plagada de espectaculares combates y en la que Ridley Scott se deja llevar por la ambición del espectáculo.

Madrid--Actualizado a
Violencia y sangre a diestro y siniestro, música que parece una guía de dirección de emociones básicas para el espectador, mensaje ultranacionalista patriótico –"morir por Roma"-, ralentizaciones dramáticas que sorprenden hoy por lo viejas que han quedado… todo es previsible en Gladiator II y, al mismo tiempo y a pesar de todo esto o precisamente por ello, todo apunta a otro bombazo en la taquilla mundial.
Ridley Scott firmó la segunda película más taquillera del año 2000, Gladiator, convirtió a Russell Crowe en una estrella y se llevó cinco premios Oscar, entre otros muchos.

Casi 25 años después ha vuelto para intentar repetir la hazaña, consciente de que ahora necesitaba ir más allá, de que debía sorprender visualmente más, amplificar la tensión y violencia de los combates, abrumar con las escenas de batallas y con el número de extras y de medios… aplastar con el poderío de una súper producción cualquier intento de resistencia a su película.
El sueño romano
Protagonizada por el joven actor irlandés Paul Mescal y por el indiscutible Denzel Washington, la película cuenta también en el reparto con Pedro Pascal y Connie Nielsen, con Joseph Quinn, Fred Hechinger y Derek Jacobi, entre otros. Intérpretes para personaje reales de la historia de Roma, como los de los corruptos y despiadados emperadores Geta y Caracalla, y para otros inventados, como el del protagonista, Lucio, nieto de Marco Aurelio e hijo de Máximo Décimo Meridio, Richard Harris y Russel Crowe en la película anterior.
Con la invasión de los romanos a Numidia, un espectacular ataque desde el mar, arranca esta historia de venganza, de muerte y de guerra, en la que un joven criado en África regresa a Roma como esclavo y se ve obligado a revivir su pasado y a repetir la heroicidad de su padre para recuperar "el sueño romano" de Marco Aurelio. Lucio tendrá que convertirse en el gladiador estrella del equipo propiedad de Macrino, quien le ha prometido a cambio del dinero que ganará con sus combates, ponerle ante su gran enemigo.
Ambición de espectáculo
Hay unas cuantas incorrecciones históricas en la película, como la de presentar a Macrino como un antiguo esclavo, cuando en realidad este hombre que llegó a ser emperador descendía de la nobleza local. No es la única patada histórica de la película, pero no importa, o mejor dicho, no importa a su director, que pone todo, absolutamente todo, a disposición de la plebe sedienta de sangre del patio de butacas.
Y en esa ambición de espectáculo por encima de todo, el cineasta rueda, con mucho pulso, todo hay que reconocerlo, un combate tras otro del protagonista en la arena en Coliseo, peleas con cero tensión -sabes siempre que Lucio saldrá vencedor- y que se extienden a lo largo de prácticamente todo el metraje, dos horas y media.
Son luchas en la arena en la que, buscando deslumbrar a los espectadores, Rildey Scott y el guionista David Scarpa, no se han privado de nada, ni siquiera de exhibir una extravagante colección de feroces animales enfrentados a los gladiadores. Luchadores a lomos de un impresionante rinoceronte, primates asesinos de colmillos terroríficos, tiburones hambrientos y sanguinarios, tigres, perros… que le han valido una denuncia por abuso animal.
Presupuesto duplicado
Estas quejas y algunos accidentes ocurridos en el rodaje han duplicado el presupuesto de la película, una producción que arrancó con 165 millones de dólares y que, finalmente, ha necesitado 310. Rodada en Marruecos, Malta y los estudios Shepperton, a las afueras de Londres, Gladiator II, además, no ha escatimado en figurantes y medios para algunas de sus secuencias.
"Es descomunal, como una de Cecil B. DeMille con esteroides. En las escenas de batallas de Ridley no hay cientos de tipos, hay miles. No usa 20 caballos. Tiene 20 veintenas de caballos. Mires donde mires en esta película, estás en ese mundo", dijo el actor Denzel Washington, quien reconoció que estar en el plató, acompañado por "miles de soldados con trajes espectaculares y espadas y escudos de colores brillantes y caballos por doquier hizo que todo aquello me pareciera algo más que una película".
Son elogios desmedidos a una película construida, sí, con enormes medios, que lucen mucho en la pantalla, pero que no proporcionan la hondura ni la humanidad ni la inteligencia necesarias a la historia para que ésta se acerque, aunque solo sea un poco, al gran cine. "Una vez hubo un sueño llamado Roma, solo podías susurrarlo… a nada que levantabas la voz se desvanecía, tal era su fragilidad. Y ahora temo que no sobreviva al invierno".
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