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Años ochenta. La Galicia industrial, valga la paradoja, es víctima de la reconversión, llámese naval o ferroviaria. La amenaza del cese en la construcción de buques pende sobre Vigo y Ferrol. Hace ya años que flaquea el principal nudo ferroviario de la región, Monforte, que en 1956 ha visto nacer a Xosé Manuel Pereiro, quien terminaría reflejando esas hostilidades contra la clase trabajadora en las letras de Radio Océano. Eran tiempos salvajes; luego —ahora— serían precarios.
Pereiro vuelve de Madrid hecho periodista y, a su regreso, comienza a pergeñar ideas y proyectos que alimentarían la movida coruñesa, si procediese el término. Siempre presente la madrileña, conectada con la viguesa por tren, claro: que se lo pregunten a la psicotrópica expedición de modernos capitalinos que alteraron la ciudad pontevedresa, botellazo de Fabio McNamara incluido, durante el hermanamiento de ambas escenas. Aunque conviene matizar: Vigo destacaba en lo musical, mientras que A Coruña destilaba artes de diversa graduación.
El productor y director cinematográfico Antón Reixa cree, sin embargo, que ambas urbes estaban unidas por un cordón umbilical de carácter fraterno cultural. Pese a la rivalidad histórica, cebada por alcaldes y estadios, el también cantante y escritor desecha la mentalidad localista durante aquellos años. No obstante, quizás debería circunscribirse esa panmovida ochentera a su relación con Xosé Manuel, que por extensión es la de Radio Océano con Os Resentidos.
“La propuesta de ambos grupos resultó muy punki, galleguista, transversal y poco chovinista, pero muy rabuda [en una traducción imposible, malgeniada]. Éramos duros e incluso sectarios. Ahora bien, con el paso del tiempo, esa voz rota nos ha valido para molestar y ser contestatarios. Nuestra fraternidad va más allá de la música y entronca con una visión similar de la vida”, explica el polifacético Reixa, que es para Vigo —salvando las distancias y la AP-9— lo que Pereiro para A Coruña.
Radio Océano se enroló en Las Fuerzas Atroces del Noroeste, compartiendo banda sonora con Siniestro Total y Os Resentidos. En la escultura, la pintura, la fotografía y el cine militaban Francisco Leiro, Antón Patiño, Menchu Lamas, Antón Lamazares, Xurxo Lobato, Vari Caramés o Xavier Villaverde. Los órganos de información eran La Naval o Luzes de Galiza. La letra impresa corría a cargo de Manuel Rivas, periodista y escritor, quien enlazaba versos durante aquella batalla en alta mar con Fermín Bouza o Lois Pereiro, poeta a la fuerza maldito y hermano de Xosé Manuel.
Había más efectivos llamados a filas, rompiendo las olas, pero valga la muestra como ejemplo de las diversas procedencias de los protagonistas del maremágnum cultural, algunos de los cuales residían en A Coruña y en Vigo, aunque también en Madrid. La deslocalización iba unida a la promiscuidad, pues algunos artistas practicaban varias disciplinas y se entremezclaban en las diversas iniciativas que iban surgiendo. Hasta los cantantes de Radio Océano y Os Resentidos escribían poemas: Pereiro engrosó el colectivo Loia y Reixa, el grupo Rompente.
Volvamos al origen: tal vez a la movida coruñesa habría que denominarla atlantismo, aun a riesgo de tomar la parte por el todo. De hecho, los miembros de Radio Océano llegaron a barajar el nombre de División Atlántica, una denominación que no escapa a una de sus referencias musicales, los británicos Joy Division. El periodista monfortino no está por la labor de reconocerlo, pero la memoria y la videoteca están ahí para recordarnos su actuación en el Festival de Solidariedade cos Traballadores de Astano, celebrado en Ferrol en 1985, donde un espasmódico Pereiro parecía sufrir una crisis epiléptica digna de Ian Curtis.
“Nuestra referencia canónica eran The Clash”, deja claro el cantante. “Mucho más que los Sex Pistols, a los que valorábamos por su energía y provocación. Sin embargo, nosotros teníamos anclajes ideológicos con los primeros”, tercia el bajista, Santiago Romero. En la portada de Memorias do Óxido (Subterfuge), se da un cierto aire a Joe Strummer, pese a que la camiseta remita a Sid Vicious. “En esa foto, Ross Mero tenía pinta de yonqui y una excelente cara de salud”, ironiza Pereiro, cuyo nombre artístico, Johnny Rotring, parodiaba al cantante de los Pistols, Johnny Rotten.
“En realidad, compartíamos a nuestra manera el no future, si bien ahora sabemos que es mucho peor, hasta el punto de que hemos titulado un nuevo tema Futuro low cost. O sea, un futuro de pacotilla”, continúa el bajista. “En aquellos tiempos éramos unos ilusos que creíamos que todo era posible y queríamos participar de ese nuevo mundo. Ahora, en cambio, estamos desilusionados y hemos vuelto para reírnos del surrealismo en el que vivimos. Ya entonces nos dimos cuenta de que todo no podía ser tan bonito y nos refugiamos en la retranca. Estábamos obsesionados con el nihilismo pasado por el filtro de la ironía. Al final, los años nos han dado la razón, porque hoy tenemos la constatación de que todo era una broma, pues esto sigue igual”.
Llámenlo punk á feira, aunque a Pereiro nunca le convenció el sonido del único disco que grabaron en los ochenta, Nin falta que fai (RNE), cuya ilustración de portada corrió a cargo de Antón Patiño. Quizás no reflejaba la garra del directo, ni la dentellada de sus letras. “A la gente le parece gótico o post-punk, sin embargo a mí me resulta blando. ¿El motivo? No fue concebido en un estudio de rock, sino obra de un productor de música clásica. Era bueno, pero no alguien especializado en nuestro estilo”.
El álbum vio la luz en 1986, cuando Johnny Rotring llevaba mascando un lustro la reconversión industrial. Sus letras llamaban a la asamblea obrera y reivindicaban la unidad de acción sindical. Un grupo de calado, como su propio nombre indica, transmisor de la rabia y mala hostia. En palabras de su hermano, “rock de vagón cisterna”. Sin embargo, no incluía los versos de Narcisismo, recuperados hace dos años en un single editado por la discográfica Pantera e Iribarne.
Tal vez no precisen traducción: "Sigo os pasos do sangue no meu corpo / e coa unlla do meu dedo máis firme / abro un sulco vermello en media lúa na vea que me acolle tan azul". La vida de Lois fue un poema: contrae el síndrome tóxico en Madrid tras consumir aceite de colza adulterado, se da a la heroína cuando regresa a Galicia y luego lo embiste el sida. Su obra fue originalmente publicada en gallego por Edicións Positivas y, posteriormente, traducida al castellano por Libros del Silencio. Podría haber surtido de letras descarnadas a la banda, dotarla de un mayor existencialismo, trasladarla en un tren sin retorno al romanticismo alemán, pero cuando su hermano le pedía textos, él le entregaba uno que ya estaba escrito en sus venas.
Mientras Lois colabora en las revistas Loia y La Naval, al tiempo que funda el colectivo poético De amor e desamor en A Coruña —Fernán-Vello, Pilar Pallarés, Xulio Valcárcel, de nuevo Rivas—, Xosé Manuel sigue empeñado en hacer ruido. Registran canciones desperdigadas, hasta que deciden apuntar a lo lejos, que no a lo alto. Así, los vigueses Golpes Bajos les birlan el primer puesto en el concurso de maquetas de la revista Rock Espezial —germen de la actual Rockdelux—, si bien ellos continúan grabando otras, pese a que no se materializan en vinilo. Aquellas canciones —junto a otros cortes registrados en conciertos y programas musicales— han sido objeto de estudio de arqueólogos sonoros antes de ser plasmadas en Memorias do Óxido, que contiene un segundo elepé exclusivamente con directos.
Aunque hablemos en presente, esto sucedía en 1986. RNE les edita Nin falta que fai y, durante las 24 Horas de Música organizadas por Radio 3 en el pabellón deportivo de Alcalá de Henares, el presentador del concierto apela al "sonido a lata" y a las "letras venenosas" de un grupo “realmente salvaje”. Pereiro se dirige a Diego Manrique y al público y, galleguísimo, responde con una pregunta exclamativa: “¿Qué hay, mundo?” Y añade “Libre, por supuesto”, antes de subirse a El balcón: "Y me voy a tirar. / Ya no tengo solución". Huelga decir que Subterfuge ha incluido las canciones del grupo en su colección Canciones Desde La Tumba. Pudo haber color y jolgorio, pero declinaron la oferta de representar a España en el Festival de Eurovisión, un honor desestimado que recaería en Cadillac, los de Valentino.
Memorias do Óxido amplifica ahora su mensaje más allá de su tierra. “Yo deslocalizo la importancia local y valoro su importancia más allá de A Coruña, porque además el cuero punki no combinaba bien con las galerías de la Marina”, afirma Reixa, quien relativiza el mayor peso musical de Vigo: simplemente había más grupos. “Mi ciudad era más dura, por lo que el posicionamiento de Radio Océano resultaba heroico, pues su escenario era menos proclive”, añade el cantante de Os Resentidos, quienes debutaron en la urbe herculina acompañados de la banda de Pereiro. Un camino que ha discurrido en paralelo y continúa hasta hoy, con la presencia de Reixa en el concierto de presentación del doble disco en A Coruña, que tendrá lugar a las siete de esta tarde en la Fnac.
Allí estarán, junto a Rotring y Ross Mero, el guitarrista Pablo Iglesias y el batería Dani Punta, quien advierte de que no han vuelto para arrastrarse por el escenario, como han podido comprobar los asistentes a sus últimas actuaciones. “Hemos vuelto con temas nuevos, esto no es un revival. Ahora bien, no sé hacia dónde vamos, cómo tampoco lo sabíamos entonces. El objetivo es divertirnos y pasárnoslo bien”, confiesa Dani, quien alternaba en su día con otra legendaria banda local, Viuda Gómez e Hijos. “Con el tiempo, hemos ganado potencia sobre las tablas y el directo es más salvaje”.
Por favor, mantengan la calma, no vaya a ser que a Pereiro le dé un infarto, visto que sigue conservando el pelo y las ganas de costumbre. “Damos lo que podemos. Pesan los años, no los kilos”, añade el batería, aunque es probable que haya invertido los términos. Los miembros del grupo están regresando en coche del ensayo previo al concierto y al otro lado del móvil uno habla y el otro repite, como si jugasen al teléfono roto. Santiago Romero se parte de risa: “Ni los años ni los kilos, lo que pesa es la cabeza”.
Queda claro que Xosé Manuel Pereiro, colaborador de CTXT y codirector junto a Manuel Rivas de la revista Luzes, lleva la voz cantante.
Radio Océano: retranca con mensaje, hombres y 'viceberzas'.
Más que nada, las canciones eran irónicas, aunque había un par de ellas tenebristas, si bien todas traspasadas por la retranca. Sí, era un rollo ideológico y con mensaje, a pesar de que esa palabra no nos gusta nada.
Poco sur, mucho norte.
Recurríamos a la bruma, a la lluvia y a la estética atlántica [llovía sobre mojado, una humedad morriñenta que despierta el olor de la tristeza]. Despuntaba lo latino y nosotros estábamos en las antípodas: éramos los bárbaros del norte. La grúa, la construcción naval y el cine obrero británico. Nada de hedonismo. Ni hablar de comer berenjenas ni cordero ["de casta les venía a los galgos negar unos malos tiempos mal entendidos", escribe en el libreto Julián Hernández, líder de Siniestro Total].
Querían subvertir el mundo o, al menos, el que los rodeaba.
En aquella época, pensábamos que el mundo estaba por hacer. En la televisión pública se intuía cierta apertura. Sin embargo, mientras se emitía en prime time música para minorías —algo que le resultaba increíble hasta a algunos grupos extranjeros—, la clase dirigente estaba desorientada. Pese a ello, teníamos fundadas sospechas de que se podía empujar en cierta dirección. Todo era experimentación y nosotros indicábamos por dónde debía ir el mundo.
¿Por qué sólo un elepé?
Antes era bastante difícil grabar discos sin un puto duro. Tampoco llamamos a la puerta de ninguna discográfica. En nuestro caso, nos llamaron a nosotros para registrar Nin falta que fai. Sin embargo, nunca nos planteamos una carrera musical.
¿Le habría augurado más recorrido a la banda si el disco estuviera mejor producido?
No se sabe. Había que trabajárselo, pero no teníamos especial interés en triunfar. En una ocasión, dejamos plantado a un conocido mánager en Barcelona. En otra, le espetamos al responsable en España de la multinacional CBS que triunfar estaba sobrevalorado.
Sólo tienen una letra de Lois.
Mi hermano escogió Narcisismo entre sus poemas. Era vago y no escribió nada específicamente para nosotros.
Algunas letras suyas podrían hasta recordar a las de su hermano. Que no falte la rabia.
Fue así y, más o menos, lo sigue siendo. Radio Océano era un grupo de intervención, no una banda creada para cantarle a las flores y a la novia que te ha dejado.
¿Cómo es eso de que fueron el primer grupo español en salir en 'Metrópolis', el programa de La 2? ¿Acaso los creyeron tan vanguardistas?
Éramos la banda de culto de la época, un grupo intelectual, de cierta vanguardia y con intención. Si entonces no pudimos generar la confusión que buscábamos, malo será que ahora, mayores y con más mala leche, no podamos hacerlo.
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