barcelona
En una cena en el Hotel Ritz de Barcelona el 19 de abril de 1922, el poeta Josep Maria López-Picó, el poeta y traductor, Josep Maria Millàs-Raurell, y el filósofo Joan Crexells, entre otros decidieron fundar el PEN Català siguiendo la llamada del PEN Internacional recién constituido, y organizado por una estructura que se arraiga en lenguas, culturas y ciudad, y no en estados nacionales.
El PEN Català es uno de los más antiguos del mundo ya que fue el tercero en constituirse y nació con el objetivo de dar a conocer la lengua y la cultura catalanas en todo el mundo, al tiempo que dialogar con las culturas y literaturas más significativas de todo el planeta.
De esa cena ya hace 100 años, y es por eso que el PEN Català lo celebra con una serie de actividades y con la muestra PEN Català. 100 anys protegint la llengua i la llibertat d’expressió (PEN Català. 100 años protegiendo la lengua y la libertad de expresión) que se puede visitar en el Palau Robert de Barcelona hasta el 20 de noviembre. La exposición, comisariada por Manuel Guerrero Brullet y documentada por Helena Pol Salvà, repasa la historia y los protagonistas de la entidad poniendo especial énfasis en los hitos, publicaciones y colaboraciones más destacadas.
Persecución, exilio y antinazismo
Dividido por ámbitos temáticos hilados por una exhaustiva cronología llena de imágenes y documentos, el montaje transmite cómo la historia del PEN Català está marcada por el exilio, la resistencia y la reconstrucción cultural colectiva, de solidaridad y de lucha por la lengua y por la libertad de expresión en Catalunya y en los Països Catalans. Se recogen los hechos más conocidos como la huida de un grupo de escritores e intelectuales catalanes en enero de 1939 hacia Francia en un bibliobús y camiones de la Generalitat de Catalunya, entre ellos Pompeu Fabra, presidente del PEN Català y todos los miembros de la junta (Armand Obiols, Josep Pous i Pagès, Carles Riba, Francesc Trabal, Alfons Maseras, Cèsar August Jordana, Mercè Rodoreda i Lluís Montanyà).
Y otros episodios menos populares, pero igualmente trascendentes como la participación de J.V. Foix como representante del PEN Català en el Congreso de Dubrovnik en 1933, donde el PEN se manifestó contra el nazismo por primera vez. Desde entonces el PEN Internacional no ha dejado de condenar la censura y los ataques a la libertad de expresión de los regímenes totalitarios y de defender a los escritores perseguidos o encarcelados.
Siguiendo con la cronología que empuja la muestra PEN Català. 100 anys protegint la llengua i la llibertat d’expressió, después de la Guerra Civil, Carles Riba fue su presidente hasta su muerte, le sustituyó Josep Carner, y hacia los sesenta el PEN Català empezó a reorganizarse en Catalunya en la clandestinidad. Con Franco muerto, el PEN Català empezó a realizar actividades públicas después de muchos años de exilio y clandestinidad. Pero no fue hasta el año 1983 que consigue una cierta normalidad institucional, cuando el entonces conseller de Cultura de larestaurada Generalitat de Catalunya, Max Cahner, firma un convenio con el Ateneu Barcelonès para que el PEN Català vuelva a tener su sede.
La exposición se cierra con un vídeo realizado por Eva Vilamala y Ariadna Relea con entrevistas a diez personas representativas de la entidad que hablan de aspectos diversos de la historia del PEN Català como Joan Rendé, Àlex Broch, Lluïsa Julià, Simona Škrabec o Helena Pol Salvà. Recorrer esta muestra es una muy buena oportunidad para conocer a todas las personas que han formado parte del PEN Català y su lucha por defender la lengua y cultura catalanas.
Por cierto, el acrónimo PEN, se refería a poetas (Poets), ensayistas y editores (Essayists, Editors) y novelistas (Novelists). Pero podía ser miembro cualquiera que hubiera escrito un libro, editado libros, revistas o periódicos, y que defendiera la libertad de expresión, la libre circulación de las ideas y una literatura sin fronteras. La idea de fundar ese club fue de la escritora y abogada, Catherine Amy Dawson Scott. Lo logró en octubre de 1921, y el PEN fue el primer club en el que mujeres y hombres podían hablar libremente de literatura, invitar a escritores e intercambiar experiencias literarias e intelectuales.
Después de Londres, llegó el PEN Francés, y a continuación el de Barcelona, el tercero en crearse en todo el mundo y que conserva intacta su razón de ser. Porque como destaca el primer punto de la Carta Fundacional del PEN redactada en 1927: "La literatura, aunque en un principio sea nacional, no tiene fronteras, y debería seguir siendo una divisa común entre las naciones pese a las convulsiones políticas o internacionales".
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