Entrevista a Gabriela Wiener"Todo lo que está pasando en Gaza es colonial"
Madrid-Actualizado a
Gabriela Wiener (Lima, 1975) es una destacada escritora y periodista peruana. Colabora como columnista en Público y ha sido galardonada con el Premio Nacional de Periodismo de Perú por su trabajo de investigación sobre la violencia de género. Además de su labor periodística, ha cultivado la poesía con obras como Cosas que deja la gente cuando se va (2007) y Ejercicios para el endurecimiento del espíritu (2014). Entre sus escritos se encuentran Sexografías (2022), Huaco retrato (2021), Llamada perdida (2014), Nueve lunas (2009) y Mozart, la iguana con priapismo y otras historias (2012).
Recientemente, ha publicado Atusparia, una novela que explora los orígenes de las vocaciones políticas y revolucionarias, a través de un retrato íntimo de la formación y educación de una mujer. Sumergirse en las páginas de esta obra es embarcarse en un viaje hacia los rincones más profundos del ser, donde el pensamiento y la esencia de la autora se entrelazan. La narración se presenta como un tributo conmovedor a las historias de nuestras abuelas, rescatando su legado y sabiduría en cada página.
La escritora cuenta el relato de una política de izquierda, encarcelada en una prisión de máxima seguridad en el corazón de la selva amazónica. Víctima del lawfare, su ascenso hacia la presidencia se ve interrumpido por un oscuro episodio de su juventud, que ha sido difundido y amplificado en las redes sociales, transformando su vida y carrera en un campo de batalla mediático.
En esta entrevista con Público, Wiener reflexiona sobre la realidad actual de América Latina, examinando las dinámicas de poder que socavan y debilitan a los movimientos emancipatorios. A través de su análisis, lanza un llamado urgente a la acción política, subrayando la necesidad de renovar las luchas por la justicia y la libertad.
¿Qué relación hay entre Gabriela Wiener y Atusparia?
La conexión con el nombre del colegio es profunda, ya que así se llamaba la escuela primaria a la que asistí. El nombre hace referencia a un líder campesino que se rebeló junto a su pueblo contra el tributo indígena y por eso fueron masacrados. Esa escuela marcó mi vida. Aún recuerdo las canciones revolucionarias rusas que cantábamos. Luego cayó el muro y empezaron a enseñar inglés. Solo la primera parte tiene algunas similitudes con mi biografía, pero no es lo más importante. La protagonista no se centra en sí misma, sino en contar su educación y las enseñas de un colegio muy particular que nos enseñaba la importancia de aplicar el marxismo a la realidad social peruana con el campesinado indígena como el auténtico proletariado.
Aunque en la trama no aparece ningún personaje llamado Gabriela Wiener, salvo una breve mención en un artículo ficticio, también hay pinceladas de mi adolescencia, en una urbanización que evoca el paisaje de ciudades postsoviéticas, abandonadas y postapocalípticas.
Atusparia es un colegio donde reina la pluralidad. ¿Qué relevancia tiene convertir la inclusión educativa y la diversidad en un sello de identidad en el ámbito internacional?
Mi hija estudió en una escuela pública diversa e inclusiva. Mi familia lo es. Ya sabemos que la educación en manos de ultrarreligiosos es un peligro para las infancias y las adolescencias. Hay que defender la escuela pública, como todo lo público, y que allí no lleguen los tentáculos de las derechas y de las ultraderechas que quieren que retrocedamos en libertades y derechos.
Ahora bien, en la novela, a través de la voz de una de las protagonistas de la novela, Asunción Grass, la maestra de Literatura de Atusparia, aparece ese gran referente del marxismo latinoamericano, José Carlos Mariátegui, quien decía que la transformación social no depende tanto de una educación de calidad, sino de un cambio en la estructura social, donde los medios de producción sean redistribuidos. En el contexto rural peruano, esto se traducía en la lucha porque "la tierra sea de quien la trabaja", un mensaje que está perfectamente vigente.
A la luz de las recientes protestas universitarias en apoyo a Palestina, ¿cree que esta idea cobra hoy más relevancia?
Las recientes protestas universitarias en solidaridad con Palestina, por ejemplo, me recuerdan a los años en que estudiaba en el colegio Atusparia, donde la empatía y el apoyo a los pueblos hermanos oprimidos eran parte de una cultura de izquierda hoy demonizada y convertida en un discurso marginado y "anticuado". Mi novela habla también de esa época en que practicar la solidaridad política entre pueblos era lo natural, no entre gobiernos, como ocurrió con el pueblo cubano, chileno y otras naciones afectadas por el intervencionismo del norte global.
En Perú se vive un momento decisivo para los movimientos sociales. El paro nacional de hace unos días y la reciente toma de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos están plantando cara al gobierno antidemocrático de Dina Boluarte. Como en otros países de América Latina, la juventud se convierte en la fuerza de cambio, como ocurrió en el estallido chileno, me parecen ejemplares para la construcción de redes solidarias globales.
Dice que las luchas indigenistas conectan con las de toda la izquierda latinoamericana. ¿En qué medida el pensamiento decolonial ha vertebrado los movimientos de izquierdas? ¿Se puede ser de izquierdas sin ser antiimperialista?
Las luchas anticoloniales empezaron hace 500 años y lo que existe actualmente es la continuidad y ampliación de esa resistencia. Que no viene ni de la izquierda ni de la derecha, sino de las luchas de los de abajo. Responde a la necesidad de combatir una colonialidad activa, es decir, un mundo que jerarquiza cuerpos y vidas, y a los que aplica política de empobrecimiento y muerte, de limpieza étnica, de invasión y genocidio, como el que vemos en Gaza. No con toda la izquierda, pero desde luego sí que son parte esencial de los movimientos populares, emancipadores, antirrepresivos y que buscan justicia social, paz, vidas dignas, transformaciones profundas de esas estructuras opresivas. Dicen que Pedro Sánchez es comunista, así que imagínate. Parece que hasta la derecha es de izquierda, no me extrañaría que el imperialismo también.
Menciona la existencia de polos opuestos en los movimientos emancipatorios y describe las luchas de poder como una "atracción" o un "romance". ¿Por qué usa estos términos para definir esas dinámicas?
Creo que lo relacional, el amor, el deseo y la pasión también son sentimientos que atraviesan nuestras prácticas políticas. ¿Cuántos partidos, asambleas o colectivos se han roto por lo personal que supuestamente era muy político y terminó muy ridículo? En la novela hay dos camaradas que, además de ser compañeras de lucha, comparten una relación de maestra-alumna y son una pareja de amantes. La cama influye directamente en sus decisiones políticas, que van de la discrepancia directamente a la traición, pero lo que es realmente decisivo es hacia dónde dirigen su apasionamiento político.
En su novela aborda la demonización y la criminalización, temas clave en el contexto de la violencia en América Latina. ¿Cuál es su opinión sobre el modelo Bukele, la impunidad y las políticas de mano dura promovidas por sectores de ultraderecha?
Uno de los temas de Atusparia es cómo estamos atrapadas en la democracia representativa liberal y cómo seguir sus reglas no te garantiza la democracia, al contrario, está hecha para subvertirse a sí misma. La protagonista, una candidata de la izquierda popular, es traicionada y encarcelada víctima de un lawfare orquestado por sus opositores de derecha y ultraderecha. Me inspiré en todos los casos que hemos visto en los últimos años aquí y allá.
Gabriela Wiener: "Ojalá una reorganización de nuestras fuerzas más que progresistas revolucionarias, y un llamado a la ofensiva para radicalizar las libertades y los derechos"
Es esa manera de utilizar la ley para frenar el ascenso de figuras que amenazan el statu quo, un modelo que protege los intereses de una élite minoritaria con poderes económicos y políticos. En Perú pasó con el último presidente elegido democráticamente. Vivimos en un sistema que facilita e impulsa la llegada de figuras como la autoritaria de Bukele y la de la privatización de todo en Milei, mientras en este escenario devastador la izquierda parece replegada y a la defensiva. Ojalá una reorganización de nuestras fuerzas más que progresistas revolucionarias, y un llamado a la ofensiva para radicalizar las libertades y los derechos, pero de verdad.
Afirma que la lucha final es un jaque mate al proletariado. ¿Esa es exactamente la alienación del mundo que conocemos?
En el discurso político y social contemporáneo, abundan las metáforas que comparan el estado del mundo con el ajedrez, aludiendo a cómo las desigualdades y las luchas de poder no solo dependen de los movimientos en el tablero, sino también de fuerzas externas que influyen continuamente en el resultado. Así, términos como "bloqueo" y "lawfare" se convierten en estrategias con las que, de manera muchas veces antipolítica, se busca ganar terreno electoral.
En España, el discurso de odio y el nacionalismo exacerbado son impulsados a menudo mediante la criminalización del "otro", concretamente con las personas migrantes, presentadas como un problema prioritario del país. La repetición de estos mensajes incita a la hostilidad y alimenta el racismo y el colonialismo estructural, generando un clima de polarización social. Frente a este escenario, muchas comunidades buscan apoyo en una izquierda que, al llegar al poder, ha dejado a algunos de sus votantes desencantados, sin cumplir promesas como la regularización de los migrantes o la participación del Movimiento Migrante y Antirracista en el ámbito legislativo.
Gabriela Wiener: "Hay una mirada transversal de exclusión de discriminación y odio hacia las personas migrantes en todas las políticas europeas"
Hay una mirada transversal de exclusión de discriminación y odio hacia las personas migrantes en todas las políticas europeas. Los activistas urgen un cambio en la Ley de Extranjería y una regularización efectiva. Sin medidas de autodefensa y protección social inclusiva, se repiten modelos autoritarios y represivos como los de Bukele o Milei.
¿Piensa que es importante recordar cómo se encendió el fuego de la revolución?
La verdad es que me has pillado y eso es lo que intento hacer con Atusparia, una memoria de las buenas luchas, las generosas, las que encendieron a mi mamá, a mi papá, a sus compañeros, que desaparecieron y mataron a sus compañeros. Y sobre todo las luchas de siempre, las campesinas, las que siguen defendiendo la tierra de sus destructores. Al fracaso del capitalismo y al fracaso del amor romántico hay que atajarlos con amor revolucionario.
¿Ves que la novela tiene hasta una playlist llena de canciones que van directo a ese lado del corazón, las de mi infancia roja, las de la utopía, las cuerdas del lago de los sicuris puneños, los carnavales y las diabladas que son celebración y lucha, baile y marcha, la nueva trova que se quedó vieja, pero no los himnos, la salsa rica y deliciosa, y las melodías de los pueblos que hablan de estar juntos, de hacer cosas para vivir mejor, para trabajar menos, para gozar más? Creo que no queda otra que volver a emocionarnos, estamos todes sensibilizados por las imágenes de Gaza, brota la solidaridad y la rabia planetaria. El fuego está encendido. Avancemos.
¿Cree que el colonialismo sigue activo?
¿Cómo es posible que la militar jefa de las cuestiones estratégicas de USA en el Cono Sur nos llame la alacena de Estados Unidos? Porque todo lo que está pasando en Gaza es colonial. Se comportan como colonos tratando de expulsar de esos territorios a un pueblo entero, masacrándolo. No hay nada más colonial.
Esta misma lógica se extiende a la relación extractivista de las grandes corporaciones del hemisferio norte con los recursos naturales de los países del sur. La explotación de tierras para extraer recursos como el litio, el oro o la madera sigue devastando las zonas originarias de América Latina, tratándolas como si fueran territorios de extracción sin tomar en cuenta sus ecosistemas ni a sus habitantes. La migración surge como una respuesta inevitable de aquellos que huyen de regiones que enfrentan un saqueo sistemático y que han sido despojadas de sus propios recursos.
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