Este artículo se publicó hace 14 años.
Y Pablo Picasso encontró a Degas
Una muestra revela las afinidades entre ambos artistas
Nunca llegaron a conocerse a pesar de que tenían amigos comunes y de que el edificio Bateu-Lavoir de Montmartre, en el que se instaló Pablo Picasso en 1904, estaba muy cerca del estudio de Edgar Degas (1834 1917). Nunca intercambiaron opiniones, pero ahora un centenar de piezas de ambos artistas se han encontrado para dar forma a la exposición Picasso frente a Degas en el Museo Picasso de Barcelona. La influencia que la producción que Edgar Degas ejerció en la del malagueño resulta más que evidente al recorrer el montaje.
Algunos trabajos del autor de Las señoritas de Avignon emulan, homenajean y en ocasiones también parodian las creaciones del impresionista francés. Tras meses de trabajo, Richard Kendall, especialista en Degas, y Elizabeth Cowling, experta en Picasso, han trabajado sobre estas conexiones que examinan al francés a través de los ojos del español. También tratan cómo el artista malagueño fue modulando el legado que tomó prestado del impresionista.
La exposición revisa por temas las afinidades de los dos artistas, que abarcan desde la vida urbana hasta las figuras de la danza, pasando por actividades íntimas como el baño o por la afición común por la escultura y la fotografía. Según Kendall, uno de los valores de este proyecto es incluir "el primer análisis exhaustivo del compromiso de Picasso con el arte de Degas en los últimos años de su vida, cuando adquirió diversos monotipos de burdeles del pintor francés y reconvirtió algunos de ellos en grabados propios".
Las mujeres y la danzaLa fijación por las mujeres es uno de los intereses paralelos de los dos creadores, aunque su actitud ante ellas fue muy diferente. "Mientras Picasso tuvo muchas amantes y esposas y convirtió el sexo en una temática específica de su arte, Degas no se casó nunca. Tuvo muchas amigas íntimas, pero que nunca nada serio. Incluso se ha especulado sobre su posible homosexualidad", recuerda Kendall.
La exposición revela que los dos artistas exploraban el mundo íntimo femenino en todos los medios y formatos. Por ello, el cuadro de Picasso Mujer peinándose (1906) se presenta al lado de dos óleos de Degas El peinado y Mujer desnuda secándose.
La danza es otro de los temas tratados por ambos, como muestra una de las yuxtaposiciones más destacadas del montaje. La escultura Joven bailarina de 14 años de Degas, considerada "escandalosamente radical" en su día, con el cuadro Desnudo amarillo de Picasso, una pieza que en opinión de Cowling "ya anuncia el cubismo".
La exposición se cierra con la serie de aguafuertes humorísticos, en los que Picasso representó a un Degas personificado como un cliente de burdel fascinado. El broche final es el retrato que el cubista pintó en 1968 del que consideró uno de sus maestros.
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