Este artículo se publicó hace 12 años.
Los Niños Vascos por fin regresan a casa
El documental 'To say goodbye', dirigido por el británico Matt Richards, competirá en el Festival de Cine de San Sebastián
En 1937, en plena Guerra Civil y tras el bombardeo de Gernika, 4.000 niños vascos se embarcaron en el buque Habana rumbo a Reino Unido. El Gobierno vasco solicitó asilo temporal para los menores que partieron un 21 de mayo de 1937 y Gran Bretaña lo aceptó a regañadientes, alegando que podría violar el pacto de no-intervención. A cambio, exigió 10 chelines por semana para el cuidado y educación de cada niño.
El 23 de mayo el Habana arribó en Southampton y 75 años después, unos 250 de aquellos niños volvieron a Euskadi. Ahora, un documental de animación, To say goodbye (Decir adiós), dirigido por el cineasta británico Matt Richards, cuenta esta historia olvidada que hace tan sólo unos meses reunió a algunos de los supervivientes como Herminio Martínez, que entonces recordó "lo paradójico de que mientras el pueblo de Southampton y del Reino Unido nos recibió con tanto cariño, el Gobierno Británico no nos quería".
El documental narra la historia de 4.000 niños vascos que huyeron de España en 1937 y se instalaron en Reino Unido
El estreno de la cinta cobra aún más simbolismo al producirse en el marco del 60 Festival de Cine de San Sebastián (21-29 de septiembre), como si de alguna manera fuera el regreso a casa de los Niños Vascos, como se les conoció. El director del documental afirma que "estamos muy entusiasmados con que el estreno mundial de To say goodbye tenga lugar durante el Festival de Cine de San Sebastián". Para Izaskun Arandia, su mujer, guionista y promotora del proyecto, explica el director, "estar en la muestra y optar al prestigioso Premio Serbitzu (sección Zinemira) es como un sueño hecho realidad después de haber estado acudiendo al Festival durante los últimos 20 años".
El reto de la animaciónEl realizador británico relata que "tuvimos que hacer frente a numerosos retos", comenzando, "por supuesto, con la animación". Richards describe cómo a lo largo de las interminables horas de entrevistas realizadas para dar vida al guión, "casi todos los supervivientes recordaban algunos momentos críticos de su viaje, desde el adiós a sus padres, a los mareos en la travesía, el avistamiento del Ejército de Salvación en el muelle de Southampton o las noticias de la caída de Bilbao, ya en los campamentos".
Trasladar todas esas emociones al guión, cómo dar forma a todos esos personajes, sus historias y la estructura narrativa que conformaban era el gran desafío. Las entrevistas a los supervivientes ya habían sido grabadas con anterioridad por la Universidad de Southampton, lo que simplificó el proceso pues, "dada la edad de los supervivientes, la opción de grabar de nuevo sus recuerdos estaba descartada".
A pesar de ello, el escaso material gráfico con que disponían, pues "teníamos unas cuantas fotografías y un poco de película pero poco más para cubrir más de 75 minutos de entrevistas", era un problema. Fue entonces cuando la animación apareció como una opción.
"Había pensado en utilizar técnicas de animación como una alternativa visual de contar la historia", explica Richards, "cuando, una tarde, Izaskun y yo vimos la película Waltz with Bashir (Vals con Bashir), y ambos nos quedamos impresionados por su enfoque visual, que combina varios estilos de técnicas de animación innovadoras".
"Tenemos una mezcla de diversas técnicas que confieren a la película un aspecto único"El guión del documental era muy descriptivo en la forma en que retrataba las escenas y, una vez seleccionado un animador británico para el proyecto, mantuvieron numerosas reuniones para crear la apariencia, el estilo y la caracterización. Como resultado, precisa, "tenemos una mezcla de diversas técnicas que confieren a la película un aspecto único del que estamos muy orgullosos".
No fue ésta la única razón para recurrir a la animación. Richards aclara que "queríamos llegar también a los espectadores más jóvenes, no sólo al público general y más adulto que se sienten más próximos al relato". En este sentido, indica, "la animación permitía hablar el lenguaje de una audiencia más joven, atraer su interés y mantener su atención".
Escaso interés institucionalPor otro lado, el mayor de los retos fue sin duda el de la financiación, no sólo "para arrancar la producción sino para continuarla asegurándonos que podrían llegar hasta el final", indica Richards. El director explica que "recurrimos a varias iniciativas de crowdfunding, así como a préstamos personales y animamos a familiares y amigos a que colaboraran con algo de fondos".
El resultado, comenta el realizador, es "una película puramente independiente" puesto que "Izaskun y yo, junto con los coproductores de REC en San Sebastián, hemos tenido que hacer todo solos, desde conseguir los fondos, a mantener alto el entusiasmo que hacía falta para llevar el proyecto hasta el final". Y es que, aunque Richards admite que "la financiación siempre es complicada", no deja de confesar su sorpresa y la de Arandia al comprobar "la falta de entusiasmo por financiar la película por parte de las instituciones británicas, españolas y vascas".
"Recurrimos a varias iniciativas de crowdfunding, así como a préstamos personales" El director británico se lamenta por ello dado que "sentíamos que la película lo merecía y qué mejor para estrenarla que en 2012, que es justo cuando se cumple el 75 aniversario del bombardeo de Gernika". Richards asegura que "tuvimos múltiples reuniones con las instituciones pero no llegó nada de dinero" y se muestra muy crítico al afirmar que "resulta decepcionante que una película como ésta, que no sólo es una película sino que es un archivo histórico crítico de una período trágico y olvidado de la historia del siglo XX, haya tenido que mendigar y pedir prestado para cobrar vida".
Ahora, apunto de estrenarse -la semana que viene terminarán el montaje final- Richards espera que "el documental sea visto por el mayor número de personas posible y se dejen llevar por las increíbles historias de los niños que perdieron a sus familias, sus identidades y que no tenían nada ni a nadie por lo que volver". Desde su punto de vista, "es vital que su historia se mantenga viva y, con esta película, deseamos haberlo logrado de alguna manera". Tras el Festival, "esperamos que la película sea distribuida en todo el mundo para que muchas más personas conozcan esta historia y entonces, supongo, volveremos a la carga para tratar de recaudar fondos para nuestra próxima película".
Richards concluye la entrevista remitiendo a una frase del cartel de la cinta: "Algunas historias necesitan ser contadas, algunas voces necesitan ser escuchadas".
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