Este artículo se publicó hace 13 años.
Muere Juan Farias, el gran transgresor de la literatura infantil española
Era uno de los escritores más originales de nuestras letras que consideraba y respetaba al niño como un ser libre e independiente
En la página de créditos de Los niños numerados, una nota advierte: "Los puntos suspensivos, que aparecen en este libro, sustituyen a las palabras que la censura obligó a suprimir en 1965". Con esta novela Juan Farias obtuvo el Premio Ciudad de Oviedo en el año 1964. Se trata de una relato de clara resonancias autobiográficas en la mirada infantil y la voz del niño son el fiel retrato de una realidad opresiva en el que la camaradería, la ternura y el humor también tienen lugar.
Mientras que la edición original de la editorial Richard Grandio apenas fue distribuida y pronto se sumió en el silencio de los últimos años del franquismo, aquella otra publicada por Lóguez en el año 1997 tampoco tuvo la repercusión que se esperaba (hasta el punto de que al día de hoy no se ha agotado su edición). Incluir esta novela en el catálogo de "La joven colección" formaba parte del empeño de este independiente sello editorial de propiciar una renovación en la literatura infantil y juvenil española y del interés del autor de brindarle a los jóvenes un libro que por derecho propio les pertenecía, en sus palabras, "La historia de muchas trasgresiones: las de los jóvenes que saltan las normas y transgreden el orden social y las que sin saltarse las normas -es más, intentando restablecerlas-, transgreden el pequeño orden íntimo de unos niños que no se saben delincuentes".
Juan Farias (Serantes, A Coruña, 1935) ha sido el gran transgresor de la literatura infantil y juvenil española y su muerte en la madrugada de ayer significa la pérdida de uno de los escritores más originales de nuestras letras tanto por su estilo literario como por su forma de comprender la literatura para niños y jóvenes. La concisión, la prosa poética, las resonancias de la oralidad y la incursión en los espacios de la fantasía caracterizan la prolífica obra de este escritor que solía contar con orgullo que había nacido en la misma casa que su amigo e interlocutor Gonzalo Torrente-Ballester. Ahora bien, aquel rasgo que lo diferencia de tantos otros escritores para niños es su afán de, antes que todo, considerar y respetar al niño como un ser libre e independiente. Su rechazo a la idea de transmitir valores a través de la literatura, de escribir al servicio de la educación y, en términos más generales, su renuncia a cualquier actitud directiva que pueda revelar una disposición de dominio u opresión del adulto sobre el niño.
Ante la habitual relación vertical entre los adultos y los niños, Juan Farias ofrece un espacio horizontal construido sobre la imaginación, el juego, la confesión, y la pasión por contar y escuchar. Tanto en el registro realista de libros como Los pequeños nazis del 43 y de la trilogía Crónicas de Media Tarde (Compuesta por Años difíciles, El barco de los peregrinos y El guardián del silencio), o en aquellas otras historias impregnadas de fantasía cotidiana como Algunos niños, tres perros y más cosas (con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil en 1980) o Un tiesto lleno de lápices, hallamos siempre a un escritor rebelde, comprometido con la inteligencia y sensibilidad de los niños que siempre luchó contra el silencio. Depende de nosotros que el legado de Juan Farias llegue a sus destinatarios naturales: los niños.
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