Este artículo se publicó hace 11 años.
Muere Jérôme Savary, el anarquista de las tablas parisinas
El director francés de teatro y fundador del Grand Magic Circus falleció a los 70 años a causa de un cáncer. De "tradición italiana", según se autodefinía, intentó democratizar el teatro y
Jérôme Savary, director francés de teatro nacido en Buenos Aires que fundó el Grand Magic Circus y gobernó con espíritu anarquista escenarios parisinos como el del Teatro Nacional de Chaillot o la Ópera Cómica, falleció a los 70 años, informaron hoy sus familiares.
La muerte, a causa de un cáncer, se produjo anoche en el hospital franco-británico de Levallois-Perret, en París.
De padre francés y madre estadounidense, pacifistas exiliados en Buenos Aires, Savary partió a Nueva York a los 19 años, donde conoció a intelectuales como Jack Kerouac o Allen Ginsberg mientras se introducía en el mundo del jazz.
En 1964 se instaló definitivamente en París y un año más tarde estrenó Les Boîtes y L'Invasion du vert olive, piezas con las que inició una extensa carrera en la que intentó democratizar el teatro y modernizar a los clásicos, siempre con el espíritu lúdico y transgresor de quien se definía como un anarquista y un director "de tradición italiana".
Junto a otros autores argentinos en París, como Jorge Lavelli, Copi o Alfredo Arias, Savary se inclinó por un teatro insolente y cercano al cabaré, cuando el Mayo del 68 era todavía un movimiento incipiente.
En 1966 trabajó el texto Le Labyrinthe, del español Fernando Arrabal, antes de fundar con él, con el chileno Alejandro Jodorowsky y con el francés Roland Topor el Gran Magic Circus, compañía con la que montó espectáculos como Zartan o Superdupont, entre otros muchos. Casi una década después rodó las películas La Fille du garde-barrière y Le boucher, la star et l'orpheline, antes de que este vividor amante de la buena mesa y el buen vino que adoraba la obra de Ernest Hemingway se introdujera también en la pequeña pantalla, a partir de los años ochenta.
El trabajo de Savary, vanguardista, cómico, trompetista y autor enamorado de las artes escénicas, le valió en 1986 el premio Molière por su versión de Cabaret y se caracterizó por fusionar los géneros y conceder un lugar preeminente a la improvisación.
Si bien su reconocimiento llegó a través del Grand Magic Circus y como responsable artístico de los centros dramáticos de Montpellier o Lyon, se consagró en el mundo de las artes escénicas como director del Teatro Nacional de Chaillot (1988-2000), donde se ganó al público con espectáculos como El burgués gentilhombre o Irma la dulce, y de la Ópera Cómica de París (2000-2006), que renovó en profundidad.
A partir de entonces, siguió dirigiendo teatros, hasta que en 2012 estrenó en el Teatro André Marlaux su último montaje, Tartarin de Tarascon, basado en una pieza de Daudet. Antes, tuvo tiempo para dedicarse también a la ópera, adaptando L'Histoire du soldat o Anacréaon para la Scala de Milán. Caballero de la Legión de Honor de Francia y Caballero de las Artes y las Letras, en su legado se cuenta el montaje de más de ochenta espectáculos teatrales, producciones televisivas, novelas como "Habana Blues", películas e interpretaciones que le han reservado un lugar en la memoria colectiva de Francia, que hoy llora su muerte.
Entre aquellos que hoy le rindieron tributo se cuenta el presidente de Francia, François Hollande, que en un comunicado recordó cómo "en cada uno de sus teatros, siempre concibió una programación que incluyera placer y representación, demostrando que la exigencia cultural era compatible con un verdadero espectáculo popular". "Nos dejará el recuerdo de un ser apasionado, siempre deseando salir a conquistar al público", declaró el jefe del Estado francés.
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