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Actualizado:La media negra de nylon en la mano alzada como si fuera arma y a la vez símbolo de un tipo de revolución diferente, no la jacobina francesa o la proletaria rusa, sino una erótica y despreocupada. El babydoll de encaje semitransparente que deja adivinar la cintura estrecha y las caderas anchas, un pie de puntilla en las cándidas sabanas que evoca un gesto de burla falsamente inocente. La portada de la película de Vittorio De Sica, Ayer, hoy y mañana (1963), ha dado la vuelta al mundo y seguramente una de las cosas que los espectadores más recuerdan de Sofia Scicolone –en arte Sophia Loren– son aquellas piernas provocativas y el florido pecho rodeado de lazos blancos y bordado negro.
Sin duda, Sophia Loren encarnó una síntesis fácilmente exportable entre el cine italiano de los primeros años treinta, donde elegantes mujeres pequeñoburguesas lloraban por sus penas amorosas, y el neorrealismo más conceptual y comprometido.
Otras actrices no tuvieron la misma fortuna. La belleza de Anna Magnani no encajaba con los estándares, la determinación de su voz no llegaba a las notas más agudas y suaves, el cabello rebelde no cumplía con las férreas reglas de los rulos. Y sin embargo Magnani fue mejor actriz, más honesta y leal con las ilusiones y los desencantos propios de la experiencia humana.
La artista visual, ilustradora y editora de Antorcha Ediciones, Raquel Manchado, reúne antiguas postales y tarjetas procedentes de distintos rincones del mundo cuya temática principal es la representación de la mujer bajo los estereotipos de la misoginia. Y es bastante desolador constatar que el blanco privilegiado resulta ser casi siempre la lengua femenina. Lenguas largas y bifurcadas salen de caras enrojecidas por la ira, con narices finas y puntiagudas o toscas y aplastadas. Bocas cerradas con candados o atrapadas en bozales enormes, dientes como colmillos de vampiro, dos o tres pelos de barba sobresalen del mentón y por supuesto una verruga completa la alegórica figura.
Manchado impulsa a revertir el significado que habitualmente se les da a los gestos y a las palabras de las mujeres
En el libro de Manchado, Comadres, donde acompaña las postales con citas de los escritos más representativos sobre la mujer, se lee: "El lenguaje no es neutral. No es simplemente un vehículo de ideas. Es en sí mismo un creador de ideas y contribuye a formar los límites de nuestra realidad. [...] La locuacidad de las mujeres no se ha medido en comparación con los hombres, sino con el silencio. Las mujeres no han sido juzgadas en base a si hablan más que los hombres, sino a que si hablan más que las mujeres silenciosas. [...] Cuando el silencio es el estado deseado para una mujer, cualquier conversación que mantenga es excesiva". Es una cita de la escritora y feminista australiana Dale Spender en Man Made Language (1980).
En un reciente artículo de El Confidencial, Alberto Olmos ironizaba sobre el pecho que Rigoberta Bandini enseñó durante un concierto en Logroño. Su último single, Ay mama, habla abiertamente de menstruación y del miedo a "nuestras tetas". Una irreverencia rebelde que Alberto Olmos no vio como tal: "El éxito de Rigoberta Bandini, así sea mediano, fugaz o muy segmentado, puede tener una explicación, cómo no. Cuando se publicó Cincuenta sombras de Grey, alguien de alguna perspicacia calificó la novela como 'porno para mamás'. Algo hay de eso también en Rigoberta Bandini, de ese público, un cierto 'indie para mamás', el recalentamiento de las bonitas noches de soltería e irresponsabilidad ahora que los críos hacen difícil pisar los bares y que el cuerpo –por culpa de esos críos, en buena medida– no es el que era".
Lástima que de aquel concierto, al parecer, solo se hicieron virales las tetas de la Bandini, porque hay algo que va más allá de los pechos bailando con efusión intrépida. En otro tema del título Perra, Rigoberta Bandini revindicaba la libertad de cada mujer a ser una perra, dándole un vuelco total a la habitual ofensa. "Si yo pudiera ser perra / Por favor dejadme serlo / Solo pido ir sin correa a pasear / [...] Sin embargo soy humana y me he quedado aquí encerrada / Componiendo cancioncillas sin parar / Aunque si yo fuera perra / También compondría mis temas / Porque nadie me puede prohibir ladrar". En Ay mama, sin embargo, va más lejos: es ahora el pecho lactante de la madre que debe ser sacado en gesto revolucionario.
La retrospectiva de Raquel Manchado nos impulsa a revertir el significado que habitualmente se les da a los gestos y a las palabras de las mujeres. Así como la experiencia de tantas artistas que han sacrificado parte de su carrera para seguir fieles a ellas mismas, nos alienta a continuar buscando la verdadera esencia de la feminidad lejos de interpretaciones misóginas.
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