Este artículo se publicó hace 16 años.
Las mil y una lecciones del Corán
El tunecino Abdelwahab Meddeb, autor de 'La enfermedad del Islam', alerta contra el "secuestro" del libro sagrado por los fanáticos
Abdelwahab Meddeb, escritor tunecino crítico con la ortodoxia coránica, se expresa con conocimiento de los extremos, precisamente porque su búsqueda está en el equilibrio. Combina el pesimismo en el diagnóstico de la enfermedad del islamismo, que es el integrismo, con la confianza en que el mundo musulmán recupere asideros sobre los que refundar su cultura, echando la vista hacia sus clásicos. Meddeb fue el único no cristiano invitado por el Vaticano al simposio sobre filosofía europea celebrado entre el 5 y el 8 de junio, lo que le permitió tener audiencia con el Papa.
Nacido en 1946, Meddeb reside en París desde 1967. Allí ejerce como profesor de Literatura Comparada Europa-Islam, actividad que combina con la poesía y el ensayo. Su obra La enfermedad del Islam lo ha convertido en una de las voces que más alto defienden que nos encontramos en el periodo más negro de la historia de los árabes.
Los musulmanes son ignorantes de su cultura, afirma. Aporta un ejemplo: las revueltas en numerosos países de mayoría musulmana tras la publicación en un diario danés de caricaturas de Mahoma. ¡Pero si tenemos una enorme iconografía de la época del Profeta!, exclama. Vivimos una época fea, una época contra la gran cultura. Eso viene muy bien a los ignorantes que ahora dirigen a los pueblos, añade, incluyendo ahí tanto a los antioccidentales como a George W. Bush.
Meddeb trabaja para neutralizar la violencia del Corán, que existe en igual medida que en la Biblia o la Torah. Debemos ir en contra de la letra íntegra del texto, afirma. Ahora no ocurre así, y eso implica una nefasta consecuencia: Los islamistas están triunfando.
Ayaan Hirsi Ali
Reflexiones como ésta conducen a preguntarse sobre las intersecciones entre su pensamiento y las ideas que defendió en Holanda la ex parlamentaria de origen somalí Ayaan Hirsi Ali, insistentemente amenazada por los radicales. ¿Su pecado? Denunciar la discriminación de la mujer y el desprecio a los derechos humanos que implica la interpretación rígida del Corán. Mi lucha en Francia como musulmán de origen tunecino va en ese sentido, asegura. Ella ha sido caricaturizada. No es antimusulmana.
Meddeb, que ha coordinado en Sevilla entre el domingo y el martes el coloquio Islam e Imagen, celebrado en la Fundación Tres Culturas, también sufre esta caricaturización. De momento me insultan, no me amenazan, dice. Luego puntualiza su afirmación, torciendo el gesto: Los que más me atacan son los altermundistas, no los islamistas. Son occidentales que odian a Occidente y se odian a sí mismos. Son capaces de jugar con el Islam antioccidental para buscar fuerzas con las que nutrir su odio.
Receloso con la prensa porque, a su juicio, no contribuye a deshacer el juego de universal contra universal de los gobernantes ignorantes, Meddeb es ambicioso en sus intenciones como intelectual: Mi desafío es que los musulmanes vuelvan a encontrar su memoria y entiendan la complejidad de su tradición. Igual que el cristianismo superó su enfermedad, el fanatismo, Meddeb aspira a un lugar posislámico donde puedan vivir los musulmanes a un nivel equivalente al de los cristianos y los judíos hoy en día.
Algo distante durante la entrevista (desde la tercera pregunta quiere levantarse de la silla), sólo al final, cuando se le pregunta si realmente hubo alguna vez cohabitación pacífica entre las tres culturas o fue un sólo un mito buenista, asoma en parte el poeta que lleva dentro: Hubo momentos, pero siempre predominó una estructura de guerra y de violencia. La cohabitación de las tres culturas es un mito y una utopía. Trabajemos por la utopía.
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