ciudad de méxico
La exposición sobre el periodo mexicano del cineasta surrealista de Calanda que hoy inaugura la Cineteca Nacional de México cierra un año que podría considerarse el año Buñuel.
Empezó con la restauración en versión digital de Nazarín, su película basada en la novela de Benito Pérez Galdós. La recuperación de la película, a partir del negativo original, se hizo para celebrar el 60 aniversario de su premiación en el Festival de Cine de Cannes, que en su edición de este año, volvió a proyectar este clásico del cine mexicano.
Gracias a los trabajos de restauración se supo que la intención de Buñuel era rodar la película en España, tras 24 años de exilio. “Buscaba un guión que le permitiera regresar, pero la comisión de censura del régimen franquista no le permitió filmar en España”, explica Héctor Orozco, investigador de Colecciones de la Fundación Televisa, la institución que posee los derechos de siete títulos del cineasta de Calanda (Teruel), entre ellos, los célebres Nazarín y Los olvidados.
“Cuando gana el Premio Internacional del Jurado en el Festival de Cine de Cannes, le permiten volver y filmar Viridiana”, añade el experto, quien realizó la investigación y la presentó el pasado junio en el festival PhotoEspaña, en el marco de la exposición Narazín. Manuel Álvarez Bravo y Luis Buñuel.
Parte de esta muestra se pudo ver la semana pasada en el Festival Internacional de Cine de Morelia (Michoacán, México), uno de los más importantes de América Latina y que, con motivo del 80 aniversario del exilio español en México, programó la proyección de tres películas de Buñuel.
Coincidiendo en fechas, la Universidad Nacional Autónoma de México también recuperó otro de los clásicos del cineasta español-mexicano, Los olvidados, en la Muestra Internacional de Cine Rescatado y Restaurado.
Y para terminar el año, la Cineteca abre las puertas de Buñuel en México, la exposición más exhaustiva de su producción en el país, en el que se nacionalizó en 1949 y murió en 1983. La muestra incluye materiales inéditos y objetos relacionados con la filmografía y la vida personal de Buñuel, como un retrato que le hizo en vida su amigo el artista plástico ya fallecido Alberto Gironella.
Vida surrealista
Buñuel consideraba a Gironella como un hijo. Él y su exesposa, la también artista mexicana Carmen Parra, son de los pocos que quedan en México que han podido contribuir en la exposición Buñuel en México.
A Parra no le sorprendió que hasta hoy no se conocieran las intenciones del cineasta de regresar a rodar en España. “Era hermético, no comentaba nada, no le gustaba hablar ni de el ni de sus películas”, afirma en entrevista para Público.
Gironella fue quien organizó la primera fiesta de cumpleaños que Buñuel aceptó celebrar fuera de su intimidad. “No sé si cumplió 70 o 72 años. Le hizo una comida en una galería de arte. La idea era reproducir el banquete que aparece en la película Viridiana”, explica Carmen Parra. “Había una especie de hormiguero, porque en sus películas aparecen hormigas; contrató unos borregos, como en (la película) El ángel exterminador, y había una figura de Franco encerrada en un gallinero”, recuerda.
Grandes exponentes de la cultura latinoamericana amigos del cineasta acudieron al festejo, como el escritor argentino Julio Cortázar o el director de cine Alejandro Jodorowsky. El círculo de amistades que Buñuel cultivó en México lo integraba gran parte de la bohemia que se concentraba en la capital del país en aquel entonces, pero a pesar de ello, “sus reuniones no eran intelectuales: le gustaba hablar de banalidades, de chistes. Quería estar con sus amigos para pasarla bien y ya está”, afirma Parra.
Parra recuerda con cariño las comidas en casa de Buñuel, ubicada en la colonia del Valle, en la Ciudad de México. “Entrabas a una película. Su mujer era un elemento fundamental de esa casa. Vivó toda su vida encerrada ahí, el único permiso que le daba era para ir a jugar a cartas con unas vecinas”, explica la artista, riéndose, con las cejas arqueadas de lo asombroso de esa situación. “No sabías qué era realidad y qué era ficción”.
El Buñuel mexicano
Buñuel hizo del surrealismo su firma. Cuando llegó a México, en 1946, se trajo consigo este movimiento artístico nacido en París a principios del siglo pasado. “Decía que ser surrealista no era pertenecer a un movimiento sino que era una posición moral; no cedía al mercado, a las corrientes ni a las modas”, explica Parra.
La etapa mexicana fue la más prolífica del cineasta y la que le sirvió de academia para consolidarse, en los 60, como uno de los mejores directores de cine a nivel internacional. Llegó a filmar tres películas al año, hasta que en en 1961, con Viridiana, volvió a rodar por primera vez fuera de México.
Buñuel dejó México como escenario de sus películas, pero para aquel entonces, ya había influenciado a toda una generación de cineastas hoy de renombre, como Arturo Ripstein. “Buñuel tenía un sentido del humor un poco aragonés. En el foro, mientras filmaba, decía: ‘Alguien tiene la bragueta abierta’, y todo el mundo volteaba la cabeza”, explica a Público, quien fue su alumno.
De los veinte títulos que hizo en el país, algunos fueron por encargo — “películas alimentícias”, como el las llamaba — mientras que los que hoy se consideran clásicos del cine mexicano lo postularon como un precursor del cine de autor, como Los olvidados. En su momento, el rechazo de la sociedad mexicana llegó a retirarla de la cartelera, pero hoy, por poco que preguntes en México por Buñuel, te responden esta es una de las películas que sienten más propias.
En México, la crítica de la época condicionó la obra de Buñuel, mientras que en su país natal, lo hizo el franquismo. “Claro que le dolía no poner sus películas en España. Pero el era como un pimpón intelectual: decía que adoraba la censura, porque el chiste era decir lo que uno quería a través de ella”, comenta Carmen Parra. Así era Buñuel: ante la realidad, surrealismo.
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