Este artículo se publicó hace 14 años.
"No me muero porque aún escribo"
Ana María Matute, escritora. La ‘niña de la posguerra', que empezó a publicar con 17 años, ha vencido al olvido y al silencio en la carrera más longeva de las letras españolas y encuentra el broche fin
Se habría convertido en una carpintera feliz si la literatura no la hubiera embrujado. Para Ana María Matute, la gran literatura no es placentera ni amable, como tampoco lo son algunos de sus cuentos. Las primeras historias que leyó eran textos medievales, y la idea del bosque "tan misterioso y mágico como la vida", la hechizó. El pasado lunes, la autora de Olvidado rey Gudú recibió a Público en su casa.
¿Utiliza la escritura para combatir el pesimismo?
En realidad no sé por qué escribo. Supongo que es porque no sé hacer otra cosa, porque es lo que me gusta y desde niña lo he hecho. ¿Quieres que sea más sincera? Pues bien, con los años he ido buscando razones pero en realidad no las tengo. La motivación verdadera no la sé, nací así, como se nace rubio o moreno. Escribir me ha ayudado mucho en momentos muy bajos de ánimo y de salud. Ahora, en mi vejez, seguir escribiendo es muy importante, creo que no me muero porque aún escribo.
¿Cuándo prefiere hacerlo?
Por las mañanas, claro, pero también cuando empieza la noche. Después de comer, duermo la siesta, que es divina. Y después, a escribir o a charlar o a leer, aunque cuando escribo novela no leo novela, porque no quiero que interfiera. Pero en esta época, con el frío, me gusta escribir al anochecercon la luz eléctrica, la calefacción y una tacita de té o un gintonic...
Disculpe, pero ¿usted no era más de whisky?
Antes sí, pero el whisky ahora es demasiado barroco, el gintonic es más lúcido y ligero. Aunque no le hago ningún desprecio al whisky, en absoluto, pero ahora cuando bebo, que bebo mucho menos, prefiero el gintonic.
Entiendo, por lo que cuenta, que trabaja en una nueva novela...
"El whisky ahora es demasiado barroco, el gintonic es más lúcido y ligero"La tengo en mente, la voy a empezar después de Navidad. Mientras, leo novela negra, que la he descubierto ahora de vieja.
¿Es seguidora de Stieg Larsson?
Tengo los libros de Millenium, pero todavía no los he leído. Me gusta mucho Michael Connelly. Henning Mankell, Asa Larsson, Donna Leon y CamilaLackberg me encantan. Y muchos otros, pero para nombres soy fatal. Con la novela negra me divierto mucho.
¿Y con qué se aburre?
Con casi nada. Bueno, a veces me aburre la gente, pero tampoco lo puedo llamar aburrimiento porque dejo de escuchar, toco un botoncito, hago clic y me marcho. Y como soy sorda tengo disculpa. En realidad no me aburro, me gusta mucho hablar con la gente. Lo que me saca de quicio es la injusticia, siempre he escrito contra la injusticia. Los malentendidos también me inquietan, son terribles. La injusticia es pareja al ser humano porque todos metemos la pata. ¡Ah, y la censura es otra injusticia!
Ha dicho alguna vez que el peor censor acaba siendo uno mismo.
Con Franco, para que te publicaran el libro intentabas disimular y te volvías tu propio censor. Hasta que me cansé y empecé a hacer trampas. Los censores eran muy burros, eran eclesiásticos, militares o escritores frustrados. Pero de política no quiero hablar, que no entiendo.
¿Y de la crisis?
Tampoco, llevo una vida modestísima y tranquilita.
¿La experiencia es un regaloque llega demasiado tarde?
La experiencia también es vejez, por eso llega tarde. Cuando aprendes que no debes hacer algo es cuando ya lo has hecho y te ha salido mal.
La puerta de la luna' es el título del volumen que reúne todos sus cuentos. ¿Qué abre esa puerta?
La imaginación mezclada con la vida, todo lo que uno escucha y lo que supone que ocurre. Cuando era niña, en verano íbamos a la finca de mi madre. En la ladera de la montaña, junto a la casa, había una especie de gruta que tenía una acústica tremenda, era un refugio. De ahí salió el título. También escribir cuentos es una manera de abrir la puerta de la imaginación.
¿Su imaginación ha escaseado alguna vez?
Más bien he tenido que reprimirla. Muchas veces me he tenido que decir frénate, que tampoco hay para tanto', pero más en la vida que en la literatura.
"Leo novela negra, que la he descubierto ahora de vieja", comenta la autoraDice que hay gente que jamás ha sido niño. ¿Cómo los detecta?
Muy fácil, son los que cuando les preguntas cómo eran de pequeños te dicen que no se acuerdan. Algo rarísimo, ¿no? ¡Cómo no te vas a acordar de una cosa que te marca para toda la vida! Lo que pasa es que tienen miedo de su infancia. Es una época que lo condiciona todo, porque lo que nos ocurre en ella a veces no se resuelve, por eso hay más gente fastidiada que gente feliz.
¿Olvidado rey Gudú' continúa siendo su libro preferido de todos los que ha publicado?
Por ahora sí. Lo escribí con una ilusión enorme y dicen que me salió bastante bien. Ese libro me recuperó de un silencio y recuerdo aquel tiempo con mucho cariño. Cuando lo iba pensando oía hasta la música, y eso no me ha ocurrido con ningún otro libro, veía a los personajes con total lucidez, pero eso ya pasó.
Quizás esa ilusión vuelva con los Reyes Magos, cuando empiece la nueva novela
Ya, pero mis manos son muy inhábiles, aparte de la artrosis, tengo las muñecas rotas. Puedo dibujar y pintar, pero ya no tengo la agilidad de antes.
Una mujer que adora los cuentos, ¿qué historias se cuenta antes de acostarse?
Cantidad, y sin necesidad de acostarme. ¡Soy una cuentista y me encantan todo tipo de cuentos!
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