La romería castrista de Fraga, el hombre que pudo gobernar Cuba
El líder cubano recibió a don Manuel con honores antes de visitar Galicia. Pablo Batalla reconstruye su relación en un ensayo donde explica, ucronía mediante, por qué Fraga podría haber sido Fidel Castro.

Madrid--Actualizado a
Un franquista en Cuba. Un revolucionario en el fraguismo. Cuando don Manuel encontró a Fidel, y viceversa.
¿Qué hubiera ocurrido si el niño Fraga se hubiese quedado a vivir en Cuba? Pues que podría haber sido Fidel. ¿Qué le comentó el líder cubano al presidente gallego cuando visitó la aldea familiar de Láncara? "Ahora entiendo por qué tuvieron que emigrar nuestros padres".
¿Realmente Fraga apuntaba maneras de Fidel? "Eso decía él: Yo podría haber sido Fidel Castro", responde el historiador Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987), quien ha titulado con esa frase un libro publicado por Lengua de Trapo sobre la peculiar relación entre ambos mandatarios.
"En realidad, yo creo que no podría haber sido Fidel porque Castro era quijotesco y Fraga, sanchopanzesco. En la cosmovisión de Fraga, por muy ambicioso que fuese, todo lo llevaba a ser el servidor de un soberano, como lo fue de Franco. No tenía madera de revolucionario, sino madera de buen servidor del soberano nacido de esa revolución. Por lo tanto, no podría haber sido Fidel, pero sí un simpatizante suyo, porque se educaron en el mismo mundo", explica Pablo Batalla.
En 1991, tras el colapso de la Unión Soviética y la crisis cubana del Período Especial, el presidente de la Xunta visita a Castro en el reducto comunista. Fraga no solo era el líder de Alianza Popular, recientemente refundada como Partido Popular, sino que también había sido ministro de Francisco Franco. El líder de la derechona en el país de los barbudos.
Un año después, Castro le devuelve la visita a Galicia. Pulpo, queimada, dominó, Láncara y el Pórtico de la Gloria. Las imágenes, ayer como hoy, son desconcertantes.
Más que una visita, una performance que ha dado para un ensayo, aunque con tintes de representación teatral.
Son imágenes maravillosas, como las de la romería en Láncara: Fellini y Kusturica, pero con gaiteiros, como escribió el periodista Xosé Manuel Pereiro. Una escena surrealista y folclórica, con el baño de masas de Fidel en la plaza del Obradoiro. Era como ver a un "rinoceronte" pasar por delante de la catedral de Santiago, como comentó el intelectual Xosé Carro Otero. Por no hablar de las queimadas de Fraga, que eran imbebibles, porque las hacía muy rápido.
Fidel y Fraga, dos supervivientes.
Sin duda. De hecho, en aquel momento cae la URSS, llega el fin de la historia de Fukuyama y triunfa el capitalismo neoliberal. Ellos son el anverso y el reverso de la Guerra Fría. Viven una época que se acaba, pero saben adaptarse para sobrevivir a esa caída y solo los retira de la circulación, tiempo después, el puro hecho biológico. O sea, cuando sus cuerpos no aguantan más... y son dos cuerpos que aguantaron mucho. Murieron con las botas puestas.
El respeto entre dos símbolos. O, si lo prefiere, entre dos líderes autoritarios.
Eran enemigos ideológicos, pero dos personas de la misma generación con muchos puntos en común: un padre de la Galicia pobre obligado a emigrar, una madre muy religiosa, un colegio católico y conservador que les inculcó unos valores que consideraban positivos (abnegación, sacrificio, austeridad), además de una visión muy parecida de la fe, de la hispanidad, de la masculinidad y de la vida en general, lo que facilitó una sintonía evidente entre ellos cuando se conocieron.
Además, tenían una misma concepción schmittiana del poder: en el mundo hay soberanos que se reúnen y deciden las cosas, al margen de las voluntades o de las presiones de la calles movilizadas. De hecho, Fraga se llevó casi tan mal con la oposición cubana de Miami, a pesar de la cercanía ideológica, como con la franquista, porque en su cabeza no cabía esa idea de una oposición que lucha por derrocar a un régimen, por deleznable que le pareciese.
Por ello, pensaba: "El soberano es Fidel y, aunque solo sea por eso, yo lo respeto. Lo que tengo que hacer es convencerlo para que haga las reformas necesarias en Cuba, algo que solo corresponde al soberano". En cambio, el entonces presidente asturiano, el socialista Juan Luis Rodríguez-Vigil, se reunió con los disidentes durante su visita a la isla, algo que a Fraga no se le ocurrió.
¿Tanto los unen sus biografías y sus paralelismos?
Sí. Y es algo que suele pasar: dos personas de una misma generación, aunque sean enemigas, en el fondo se suelen parecer mucho más que dos personas de una misma tradición ideológica, pero separadas por el tiempo. Como escribo en el libro, Roosevelt se parecía más a Stalin que a Clinton, y Stalin, más a Mussolini que a Gorbachov.
¿Cree que Fraga quiso engrandecer su figura a costa de Fidel? La foto de dos hombres de Estado, que a don Manuel le cabía en la cabeza, pero nunca llegó a gobernar.
Claro. Cuando Fraga llega a Galicia, lleva casi medio siglo bregando por ser el presidente del Gobierno de España. Primero intenta convencer a Franco de que lo nombre sucesor, luego Juan Carlos I designa como presidente a Adolfo Suárez y después el electorado español no permite que le gane las elecciones a Felipe González. Era un hombre frustrado por su ambición desmedida y un alto concepto de sí mismo. Una persona muy inteligente, culta y trabajadora que de alguna manera se resarce en Galicia, donde al menos es presidente autonómico.
Allí, de repente, empieza a sorprender a todo el mundo reivindicando los atributos de su soberanía, al tiempo que se reúne con grandes mandatarios internacionales. Me atrevería a decir que hasta abrigó el sueño de que le concediesen el Premio Nobel de la Paz por haber logrado convencer a Fidel Castro de que hiciera reformas democráticas.
Fraga construye un régimen a su medida, captando simpatías a diestra y siniestra, controlando los medios y ninguneando a la oposición. Un reino de taifas, alejado del centralismo madrileño y con tics galleguistas, dirigido por un pequeño jefe de un Estado minúsculo.
Él construye el régimen del 89 y consigue la paz cultural seduciendo a intelectuales galleguistas y de izquierdas, a los que concedió cargos a cambio de ahorrarse ciertas críticas. Una época en la que Xosé Cuíña, secretario general del PPdeG, se proclamaba galleguista "cerca de la frontera de la autodeterminación".
Fidel engrandece e internacionaliza a Fraga y este rompe el aislamiento del líder cubano.
Claro, pero insisto en que es necesario situarse en aquel momento, cuando se daba por hecho que Cuba iba a caer. Fidel sobrevivió, entre otros motivos, al apostar por el turismo y al aceptar que cualquiera le echara una mano. Por eso, cuando Fraga mostró su deseo de visitar la isla y volver al país de su niñez, Castro lo recibió con honores de Estado.
Antes descríbía como una escena surrealista la visita de Castro a Galicia, pero ¿qué pasaje de la relación entre Fraga y Fidel le ha parecido más sorprendente o desconcertante?
Sabía que Fraga era muy admirador del modelo del bipartidismo británico y no contemplaba legalizar el PCE, sino que pretendía que hubiese un turnismo entre dos grandes partidos de centroderecha y de centroizquierda. Sin embargo, me sorprendió descubrir, a través de la Biografía a dos voces de Ignacio Ramonet, que Castro también apreciaba el bipartidismo británico y que le repugnaba la pluralidad de partidos, que consideraba una "locura" y una "manifestación de enajenación".
También resulta asombroso que en 1991 se plantease que Fidel se exiliase a…
Cuando todo el mundo da por seguro que el régimen castrista va a colapsar, con la caída de la URSS y la crisis económica interna, se llega a decir que Fidel tiene sobre la mesa dos ofertas para su exilio: la Corea del Norte de Kim Il-sung y la Galicia de Manuel Fraga [El diario ABC publica entonces que "Galicia sería el lugar idóneo, por razones familiares y de lengua, para que Fidel Castro escribiera sus memorias". Dos años después, en 1993, el propio Fraga deja claro que "Galicia es un lugar muy apropiado para el retiro de Fidel Castro"]. Sin embargo, el líder cubano logró adaptarse y perpetuarse en el poder.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.