Darío Adanti: "Perón puso a trabajar juntos a socialistas y falangistas, una unión disparatada"
El viñetista argentino analiza las esencias de un movimiento ideológico indescriptible en el ensayo ‘El peronismo explicado a los españoles’.

Madrid-
Ojo con la portada de El peronismo explicado a los españoles (Athenaica). La ilustración de Juan Domingo Perón y Evita saludando al pueblo argentino podría hacernos pensar que se trata de otro cómic de Darío Adanti (Buenos Aires, 1971). Sin embargo, en esta ocasión el viñetista y fundador de la revista Mongolia se ha propuesto, como reza el título, analizar en un ensayo muy personal las esencias de un movimiento ideológico complejo, misterioso, singular, heterodoxo, indescriptible y, para qué engañarnos, incomprensible. Al menos para los españoles. Al menos hasta la publicación de este libro. Al menos es más.
¿El peronismo es tan complejo que, para explicarlo, tuvo que usar palabras en vez de viñetas?
Hay algo de eso, sí. Lo que me interesa del peronismo es la complejidad de la historia de Argentina en su contexto propio y su lugar en el mundo, un país lejano productor de materias primas en plena expansión de capitalismo y en manos del gran Imperio británico. Me interesa esa complejidad y las contradicciones de sus personajes y las que tuvieron que afrontar porque, aunque de forma más exagerada y colorista, ejemplifican las contradicciones de la política en general.
Si la hubiera querido hacer en cómic, tendría que haberla hecho en varios tomos y hubiera tardado muchísimo más... Por otro lado, escribir es también mi oficio y tenía ganas de que aquí la voz cantante la tuvieran las palabras y el relato escrito. Resumiendo: tenía ganas de escribir.
El peronismo: ¿revelación o misterio?
Revelación para las clases populares argentinas de mediados del siglo XX, que vieron que Perón no les pedía dar la vida por la revolución universal para mejorar su nivel de vida. Y misterio para la clase media progresista, que sigue sin entender por qué un militar nacionalista y anticomunista fue el responsable de implementar la mayor redistribución de la riqueza y los derechos sociales en un país pobre con una mayoría social explotada y unas élites reaccionarias. Ahí está la contradicción, y ahí la misteriosa revelación que encierra.
El peronismo: ¿bueno o malo?
Como no es una ideología sino un movimiento de masas, no es, a priori, ni bueno ni malo, depende de a quién le toque conducirlo. Por ejemplo, hablando sólo de gobiernos legítimos y surgidos de las urnas, el primer Gobierno de Perón en 1946 fue, posiblemente, el mejor que tuvo la Argentina de su tiempo, modernizó e industrializó al país, acortó la brecha entre ricos y pobres, dio derechos básicos a las mayorías, el voto a la mujer, reguló la jornada laboral… Pero, a la vez, es probable que el tercer y último Gobierno de Perón, con Isabelita como vicepresidenta y el siniestro López Rega en el poder, fuese el peor Gobierno de su época. Con el terrorismo de Estado de la Triple A matando a la izquierda peronista y no peronista.
"Perón fue el gran hereje para las élites y los sectores más reaccionarios de Argentina"
El peronismo: ¿identitario o ideológico?
Identitario, pero con un fuerte componente de clase. Es un populismo, posiblemente el más famoso y el más resiliente de aquello que se llamó en el siglo XX "populismos latinoamericanos", que empiezan con la mismísima revolución mexicana, siguen con Getullio Vargas en Brasil y llegan a la cúspide con el primer Gobierno de Perón. Como todo populismo, es identitario porque es una forma de conformar mayorías en sociedades fragmentadas que se funda en lo simbólico y no en ideas concretas. Aunque el peronismo la tenía y era muy simple: justicia social.
Ojo que, como diría Laclau, no uso el término populismo despectivamente, sino como una descripción de una forma de articular mayorías a través de símbolos y no de lo ideológico. La diferencia es que los nacionalpopulismos latinoamericanos tienen un componente plebeyo y popular que los aleja de los nacionalpopulismos europeos, que suelen ser supremacistas y elitistas.
El peronismo: ¿de izquierdas o derechas?
Perón era pragmático, no se casaba con nadie. En su primer Gobierno pone a trabajar juntos a socialistas y a falangistas. Se trataba de hacer un Gobierno antimperialista, y la clave antimperialista de los países que vienen de ser colonias y que son simples productores de materias primas para las grandes potencias puede lograr esta unión disparatada, porque hay sectores tanto de la derecha como de la izquierda que son antimperialistas. Al menos entonces.
Por otro lado, los mismos conceptos de izquierda y derecha han ido mutando. Perón era contrario a que Argentina se alineara tanto al bloque occidental capitalista como al bloque soviético. Pero su gran revolución, aquello que le valió ser el gran hereje para las élites y los sectores más reaccionarios de Argentina, fueron las mismas políticas económicas que había aplicado Roosevelt con el New Deal en tiempos de la Gran Depresión y las que pregonaba Keynes para hacer, en sus propias palabras, "un capitalismo más humano".
Hoy, esas políticas se asocian a la socialdemocracia, porque las izquierdas han encontrado su encaje en las democracias liberales a través de la defensa del estado de bienestar y la justicia social. Y eso es lo que hizo Perón sin ser de izquierdas.
"Perón defendió el estado de bienestar y la justicia social sin ser de izquierdas"
El peronismo, nacionalista y populista, pues.
Ambas cosas, pero hay que entender que el nacionalpopulismo latinoamericano fue todo un movimiento político que logró grandes avances en derechos sociales en todo el continente y que poco o nada tiene que ver con el nacionalpopulismo europeo actual. Aquellos eran estatistas y pretendían una independencia económica para montar un gran estado de bienestar. Sin embargo, estos pretenden un retroceso al fascismo con una economía neoliberal.
El nacionalismo popular de los países que venían de antiguas colonias de los grandes imperios y que se formaron tras las guerras de independencia tiene una tradición propia muy diferente al nacionalismo de los países que derivan de aquellos imperios. Mientras que el nacionalismo en las antiguas colonias nace de independizarse de los imperios y, por lo tanto, es un concepto de nación a construir y que incluye el aporte extranjero y el mestizaje, en Europa nace de la caída de los antiguos imperios y, por lo tanto, está basado en la idealización del pasado y es exclusivista porque lo asocia a lo racial.
El peronismo: ¿pan sin revolución?
Me gusta esa definición. Seguramente es lo que tenía en mente Perón cuando empezó a legislar a favor de los trabajadores y a dar derechos básicos a la mayoría social. Como nacionalista en pleno comienzo de la Guerra Fría, seguir siendo una colonia de la industria británica o estadounidense o pasar a ser un satélite soviético significaba lo mismo: el fin del sueño nacional forjado en la independencia de la creación de una gran y nueva república. Por eso sus tres banderas fueron soberanía política, independencia económica y justicia social, y no la revolución internacional.
Y creo, y esto ya es una sospecha mía, que la derrota de la Segunda República española ante el fascismo —a pesar de la solidaridad obrera internacional— y las persecuciones de anarquistas y trotskistas en la Unión Soviética de Stalin alejaron a los trabajadores criollos de las izquierdas clasistas de entonces, porque vieron que no hacía falta dar la vida por una quimera para tener un nivel de vida digno. Perón ni siquiera les exigía que dejaran sus respectivas creencias religiosas, muy arraigadas en las clases populares sudamericanas.
"El nacionalpopulismo latinoamericano es plebeyo y el europeo, elitista"
El peronismo: ¿estado de bienestar para defender el liberalismo frente al comunismo?
Al menos eso fue lo que le dijo el mismo Perón a las élites argentinas tanto de la aristocrática Sociedad Rural como de la patronal de la Cámara de Comercio. Les dijo que los niveles de explotación en Argentina eran tan brutales que se arriesgaban a que la mayoría social, al no tener nada que perder, se levantarse en armas y lo exigiera todo; y que era más sensato repartir mejor las ganancias porque si las clases populares vivían mejor y se convertían, a su vez, en consumidores, eso las alejaría de la tentación de la revolución comunista. Les dijo: no soy enemigo del capital sino que vengo a protegerlo.
Pero era demasiado revolucionario para las élites argentinas que mandaban en el país con un sistema de semiesclavitud no muy distinto a los tiempos de la colonia. Hasta eso que proponía Perón, sensato y moderado, les resultaba demasiado comunista. Por ello conspiraron contra él y financiaron todos los golpes de Estado que fueron, esencialmente, antiperonistas.
El peronismo: ¿Evita o Isabelita?
Evita, siempre. Evita es comprensible en sus contradicciones, resulta entrañable incluso en su resentimiento contra las élites por su origen humilde de hija no reconocida de un terrateniente. Se hizo a sí misma, Evita era famosa en la radio antes de conocer a Perón. Se involucró en la lucha sindical, en el trabajo social y en la política, al punto de poner en peligro el difícil equilibrio del peronismo.
La derecha peronista de su tiempo no la soportaba, pero su influjo entre las clases populares era incluso mayor que el de Perón. Por eso la izquierda peronista siempre se ha identificado más con la figura de Evita que con la de Perón. Evita, además, no renegaba del lujo y la moda como gran estrella del espectáculo que era, a pesar de su origen humilde y su discurso antioligárquico. Algo que era de difícil encaje para las clases medias progresistas, pero muy comprensible para las clases populares, los humildes y los marginales.
El peronismo: conexión con el Che Guevara en Cuba y con Franco y Ava Gardner en Madrid.
Hay que recordar que al principio, antes de declararse comunista y alinearse al bloque soviético, Fidel Castro se enmarcaba como nacionalista popular. Después del golpe militar que lo derrocó en 1955, Perón huye del país y deja como su representante en la Argentina al joven diputado peronista John William Cooke, descendiente de irlandeses. Cooke será el encargado durante casi dos décadas de organizar la resistencia peronista en dictaduras sangrientas que perseguían incluso a quien decía los nombres de Perón y Evita. Cooke fue derivando del nacionalismo popular al marxismo y, por una historia rocambolesca, termina en Cuba en los primeros días de la revolución y se hace amigo del Che.
Las guerrillas peronistas que luchaban contra esas dictaduras y que luego dan origen al peronismo revolucionario entrenan en Cuba gracias a Cooke. El Che quería exportar la revolución a todo el continente y sabía que para triunfar en Argentina necesitaba a Perón. Fidel le dio una participación en el contrabando de tabaco cubano y le ofreció asilo reiteradas veces, lo mismo que la China de Mao, mientras que la CIA lo invitó a que se quedara en Panamá, controlado por los Estados Unidos.
Sin embargo...
Unos y otros querían tener al viejo líder exiliado de su lado, pero Perón eligió la España de Franco. España era anticomunista pero, a la vez, no era un aliado histórico del bloque capitalista occidental, sino más bien todo lo contrario. Además, Franco le debía favores de cuando Argentina ayudó a España en la posguerra con comida y otros recursos. Entiendo que Perón sabía que sólo en España lograría una distancia entre los dos bloques.
La etapa de Perón en España la retrató de forma brillante Tomás Eloy Martínez en La novela de Perón. Es la decadencia del gran líder, en un entorno demencial, con su secretario, el brujo Lopez Rega, un flipado que hacía rituales con el cadáver de Evita para pasarle sus poderes a su tercera esposa, Isabelita. Y todo teniendo de vecina a Ava Gardner y sus fiestas alocadas, que eran toda una rareza en un país en plena dictadura fascista.
¿Qué es el peronismo sin Perón?
Son muchas cosas. Es un movimiento de masas identitario, nacionalista popular, con un fuerte componente de clase, plebeyo, tan antiliberal como anticomunista pero con elementos de ambos. Una constelación de agrupaciones barriales y movimientos sociales, de aparatos sindicales, de caciques provinciales, de mafias, de sectores enfrentados y de un gran partido de gobierno, el Partido Justicialista, con sus propios aparatos y luchas de poder.
Todo esto forma una marca electoral con muchas posibilidades de acceso al poder, lo que crea unas luchas internas brutales. Como escribió Laclau en La razón populista, si el populismo es una forma de construir una mayoría a través de la identificación simbólica de un buen número de demandas no atendidas, el peronismo funciona ya por tradición como ese símbolo capaz de encarnar demandas distintas y que van mutando a lo largo del tiempo.
¿Perón o Milei?
Perón, sin dudarlo. Perón tenía una idea de país para las mayorías y Milei es todo lo contrario, porque trabaja para desmontar todo lo que pueda sobrevivir de esa justicia social y de todo lo que huela a estado de bienestar. Curiosamente, un referente de Milei es Carlos Saúl Menem, presidente peronista que ganó con un discurso nacional y popular para luego dar rienda suelta al más salvaje de los neoliberalismos.
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