Este artículo se publicó hace 3 años.
Juan Diego Botto, Premio Nacional de Teatro por su "compromiso con la escena"
Destacan su "profundo y permanente compromiso con la escena", así como su capacidad para "llegar al gran público a través de un lenguaje claro y sencillo pero cargado de poesía".
Madrid-Actualizado a
Juan Diego Botto ha obtenido este jueves el Premio Nacional de Teatro correspondiente a 2021, por su "profundo y permanente compromiso con la escena", así como su capacidad para "llegar al gran público a través de un lenguaje claro y sencillo pero cargado de poesía.
El jurado ha propuesto la concesión de este galardón a Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975) "por su profundo y permanente compromiso con la escena como vehículo de transmisión de realidades políticas y sociales incómodas y su capacidad de hacerlas llegar al gran público a través de un lenguaje claro y sencillo pero cargado de poesía".
Atributos con los que ha conformado su espectáculo Una noche sin luna, donde ha demostrado "su naturaleza de hombre de teatro integral como dramaturgo e intérprete", así como "la enorme vigencia que el discurso lorquiano posee en la actualidad", precisa un comunicado del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM).
El Premio Nacional de Teatro, que concede anualmente el Ministerio de Cultura y Deporte y está dotado con 30.000 euros, recompensa y reconoce la labor de una persona o entidad en el ámbito teatral, puesta de manifiesto preferentemente a través de una obra o actuación hecha pública o representada durante ese año.
Nacido en Buenos Aires en 1975, Botto se trasladó a España con su madre, la profesora teatral Cristina Rota, y con sus hermanas, las también actrices María Botto y Nur Levi, después de que su padre, Diego Fernando Botto, fuera uno de los miles de argentinos desaparecidos durante la dictadura militar de los años setenta.
Botto debutó en el teatro en 1987 con Alessio
Director, autor e intérprete, Botto debutó en el teatro en 1987 con Alessio, una obra de Ignacio García May producida por el Centro Dramático Nacional. Su trayectoria escénica continuó en los años 90 con obras como Veinte años no es nada, bajo las órdenes de Eduardo Recabarren, y El rufián de la escalera, obra dirigida por su madre, la actriz, productora y maestra de generaciones de actores, Cristina Rota; con quien también trabajó en Rosencrantz y Guildenstern han muerto (2000).
Posteriormente, en Despertares y celebraciones (2007), una obra firmada por el propio Botto, quien ya había dado el salto a la creación en El privilegio de ser perro (2005), para la que escribió varios de los monólogos que conformaban el espectáculo y se encargó también de la dramaturgia y la dirección de la obra.
En 2008 estrenó en el Teatro María Guerrero Hamlet, obra dirigida y protagonizada por Botto junto a José Coronado, Marta Etura y Nieve de Medina, entre otros.
Como autor repitió en La última noche de la peste (2007) y Un trozo invisible de este mundo (2012), título en el que estuvo dirigido por Sergio Peris-Mencheta y con el que obtuvo el Premio Max al mejor Autor Revelación y al Mejor Actor.
En 2020 estrenó Una noche sin luna, espectáculo con el que sigue girando esta temporada y donde ha vuelto a protagonizar un texto de su propia autoría bajo las órdenes de Peris-Mencheta, y que es el que le ha valido el Premio Nacional de Teatro.
En cine ha sido nominado en cuatro ocasiones a los Premios Goya por Historias del Kronen (1995), de Montxo Armendáriz; Plenilunio (2000), de Imanol Uribe; Vete de mí (2006), de Víctor García León, e Ismael (2013), de Marcelo Piñeyro.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.