Las pinturas de Francesc Gimeno maravillaron a Josep Pla hasta el punto de hacerle estallar la necesidad de expresar con palabras la belleza del paisaje. Pla era muy joven cuando visitó en Begur una exposición con las pinturas de Gimeno (1858-1927), y quedó profundamente impactado. Esto lo explicó Mariona Seguranyes, investigadora de los primeros contactos de Pla con la pintura, este pasado martes en el Ateneu Barcelonès durante la charla Lo que hemos pintado. Josep Pla y los artistas. Seguranyes estaba acompañada de Àlvaro Múñoz, investigador de la Càtedra Josep Pla, y de Xavier Pla, catedrático de la Universidad de Girona y experto en la autobiografía de Josep Pla.

La figura y obra de Josep Pla todavía despierta interés. Una buena prueba es que la sala Oriol Bohigas del Ateneu se llenó para escuchar a los citados expertos planianos. Por su parte, Xavier Pla habló de las primeras veces que Josep Pla sintió las ganas de escribir. "La vocación de escritor le nace en los paseos subiendo al Far de Sant Sebastià, y empezó a poner adjetivos detrás de cada pinar", comentó Xavier Pla que está convencido de que el sentimiento del paisaje es lo que convertir a Josep Pla en escritor.

Josep Pla lloraba de emoción por la belleza del paisaje, y sabía que es imposible traducir esta belleza en palabras. Quizás por eso, es mucho más que un escritor realista. Como define Xavier Pla, Josep Pla practica "un realismo sintético", y se siente cómodo con el Noucentismo y los ecos helénicos. Con estas preferencias estéticas no es de extrañar que Josep Pla no respetara mucho a Picasso, ni al cubismo, ni a las modas vanguardistas.

El trabajo de periodista y las corresponsalías en Francia, Italia y Alemania determinaron mucho su manera de hacer y pensar, y durante aquellos años el de Llofriu (Baix Empordà, Girona) dedicó numerosos artículos a muchos artistas. En este sentido, Àlvaro Muñoz quiso subrayar, entre otras cosas, que "sí es verdad que Pla no es un crítico de arte, pero tiene fundamento teórico. Era fino, y por ejemplo defendía el impresionismo". Así pues, todo lo que buscaba nuevas estéticas a Pla le incomodaba, por eso cargó contra Miró en muchas ocasiones, y también fue muy crítico con Gaudí (de quien escribió que mojaba una hoja de lechuga en un vaso de leche para el desayuno).

Toda la narrativa de Pla reunida en un volumen

La onda expansiva del autor de El cuaderno gris (1966) no se detiene. Escribió reportajes, libros de viajes, memorias, guías culinarias, geográficas… pero él por encima de todo se sentía un narrador. Y ahora su narrativa está de enhorabuena porque se acaba de publicar La ceniza de la vida: Narraciones 1949-1967, un volumen de 840 páginas que reúne por primera vez toda la narrativa de Pla en un volumen.

Publicado por Destino, este libro reúne, en una edición revisada, 34 narraciones que Pla publicó como definitivas entre 1949, cuando salió Coses vistas en Selecta, y en 1967, cuando apareció en Destino La vida amarga. "Es un conjunto monumental (ampliado con otros dos textos que se editan en apéndice) que debe permitir reubicar a Josep Pla, no únicamente como un prosista excepcional, sino también como uno de los grandes narradores catalanes del siglo XX", aseguran desde el Grup 62.

Dentro del conjunto de la Obra Completa, las narraciones que Pla en algún momento había publicado como tales quedaron repartidas en tres volúmenes (El cuaderno gris, Agua de mar y La vida amarga), donde se mezclan con otros textos. Y ahora Jordi Cornudella, responsable editorial de las ediciones de Josep Pla desde hace cerca de 15 años, ha reunido y revisado este conjunto de narraciones.

La publicación de La ceniza de la vida: Narraciones 1949-1967 es una buena noticia para todos los lectores de Josep Pla que tengan ganas de disfrutar, expresado con las palabras del escritor: "de una serie de escenas de la vida humana, escenas muy diversas, con la miseria y la belleza mezcladas, alternando el vicio y la virtud, la línea del sentimiento y la línea rota de la insanidad".