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Ira Sachs desafía una vez más a la censura homófoba del cine

El cineasta vuelve a plantar cara al sistema controlador en el cine con su nueva película, relato de un triángulo amoroso que defiende que el sexo es fluido, y que ha sido castigada en EEUU con calificación para mayores de 17 años.

Franz Rogowski como Tomas yAdèle Exarchopoulos como Agathe en 'Passages'.
Franz Rogowski como Tomas yAdèle Exarchopoulos como Agathe en 'Passages'. Ira Sachs / MUBI

"Los cineastas de mi generación piensan que un tema realmente homosexual no va a poder financiarse, que la industria no va a aprobar un tema gay". El cineasta Ira Sachs, comprometido desde el cine con la defensa de los derechos de los homosexuales, vuelve a plantarle cara al sistema controlador, a lo que él llama una industria "dominada por la cobardía del dinero", desde el mismo cine. Passages, su nueva película, es un ejercicio de audacia y de honestidad, que de nuevo ha sido castigado en EEUU, esta vez con la calificación para mayores de 17 años.

Estrenado en el Festival de Berlín y presente en Sundance, el filme es una exploración del impulso sexual, una constatación de que el sexo es fluido, un relato vivo de un triángulo amoroso, excepcional por su franqueza y por la carga cinematográfica que contiene. Un director de cine, Tomas, casado con Martin, inicia en una fiesta una relación apasionada con una mujer, Agathe. Excitado por esta nueva experiencia, da rienda suelta a sus deseos, revelando un egoísmo y un individualismo frenéticos.

Protagonizada por el magnífico actor alemán Franz Rogowski, con Ben Whishaw y Adèle Exarchopoulos en los otros dos papeles principales, la película destaca, además, por lo inusitado de la apuesta en el cine de hoy: buscar el placer y la empatía del espectador con el canalla. "El público encuentra cierto placer en personajes que se portan mal. James Cagney nos autorizó a crear personajes así".

La película se ha considerado no apta para menores de 17 años en EEUU. Aquí en España es para mayores de 12 años. ¿Cómo vive la censura de su país?

La verdad es que a mí personalmente no me afecta. No me ha afectado, al menos, para hacer la película, pero ahora ya no está claro si la película está libre de toda censura. Lo que más me preocupa de esto es que este tipo de censura manda una señal a otros cineastas.

¿Y esa señal funciona, consigue reprimir a otros creadores?

No puedes no estar influenciado por tu propia cultura, no puedes ser más grande que tu propia cultura. No es una influencia directa, pero está claro que también estás influido por razones económicas, no solo culturales. Con decisiones así te hacen saber que, quizás incluso inconscientemente, la cultura en la que vives no va a aprobar la historia que quieres contar. Los cineastas de mi generación, excepto personas como Almodóvar y algún otro, no hacen películas sobre los temas más personales suyos, porque tienen la sensación de que la industria cinematográfica no va a aprobar un tema gay y piensan que un tema realmente homosexual no va a poder financiarse, que no van a poder levantar el proyecto.

¿Podría ser esto una razón de que muchas películas que se hacen sobre personajes homosexuales se parezcan cada vez más?

En cierto modo, sí. Aunque más que hablar de que son todas iguales, creo que lo importante es hablar de una carencia de oportunidades a los cineastas de mi generación, sobre todo a los artistas gais. No tienen la oportunidad de desarrollar su trabajo. Si te fijas, hacen uno o dos largometrajes y luego, si quieren sobrevivir, hacen series, no les queda más remedio, si no, no comen. Es así de simple. Si piensas en carreras como las de Fellini, por ejemplo, que tuvo sesenta años para desarrollar su cine… sabes que habrá películas malas y buenas en todo ese tiempo, tiempo que ahora no tenemos para explorar los límites. Por ejemplo, las películas de superhéroes son geniales para borrar todo individualismo, toda vulnerabilidad y toda sexualidad, lo que le conviene mucho al sistema capitalista.

Ahora se le ponen etiquetas a todo, también a la tendencia sexual ¿con esta película no pretende justo lo contrario, demostrar lo espontáneo y fluido del deseo?

Sí, de acuerdo en esto contigo. Y sí, el deseo es fluido. Pero creo que las etiquetas son necesarias porque la gente las necesita para identificarse, para sentir que están en un sitio seguro, que encajan en un lugar. Ahora bien, también es verdad que cuando tú creas un personaje, las distinciones son infinitas. Puedes crear un personaje con tantas cosas que ponerle una etiqueta es limitarlo, por eso la importancia de que el elemento descriptivo sea infinito, porque te da la posibilidad de la libertad. Y siento que lo único que he hecho es arañar la superficie, nada más.

El protagonista es un sociópata egoísta, pero usted consigue que se empatice con él…

Sí, estoy de acuerdo contigo en eso de que es un sociópata. Yo creo que la película aporta dolor, pero al mismo tiempo también aporta placer. Es esa clase de placer que encuentra el público en un antihéroe. Vi muchas películas de James Cagney durante la pandemia, cuando escribíamos la película. De alguna forma, James Cagney nos autorizó a crear personajes así. Es antitético, porque justamente lo que intento es que el público, viendo la película, sienta placer también a través del deseo.

¿Cuánto contribuye el trabajo de Franz Rogowski en conseguir ese placer en el público?

Desde luego hay una diferencia entre el personaje y la persona, transmite algo de eso. Un sociópata, pero… En la vida real Franz no tiene ninguna tendencia sociópata, pero creo que se ve una maravillosa interpretación. Y esto es lo que le hace aquí y lo que hace que incluso puedas estar cerca de él en esta historia.

Usted dice a menudo que, de alguna manera, con el cine explora situaciones personales. ¿Cuánto hay de personal en ésta?

Lo más personal es la identificación con algunos impulsos que tiene el personaje, todos los personajes en realidad, pero no es una película autobiográfica. Aunque conozco personas reales así. Por otro lado, la película, aunque está centrada en la realidad, también tiene una cosa totalmente irreal. Y eso es la contradicción. La experiencia es central en este personaje y eso no es contradictorio con cierto amor. La película parte del puro realismo, pero a partir de ahí todo se exagera. La ropa es exagerada, el color es exagerado, las emociones son exageradas, la luz y el uso de la luz… Esto hace que sea un enfoque un poco surrealista.

Su personaje es director de cine, ¿cree que egos como el suyo se dan más en el mundo de la creación?

La verdad es que no creo que haya nada único en el mundo de los artistas. Por otro lado, el personaje es un sociópata y eso es mucho mejor que ser un narcisista, porque estos son aburridos, principalmente un coñazo, con perdón. Mientras que el sociópata envuelve a la gente de atenciones, se preocupa mucho por la persona que tiene delante.

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