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Imanol Arias: “No soy ejemplo de nadie y eso es un alivio”

El actor habla de Despido procedente, una comedia sobre las tácticas de las multinacionales, en la que los personajes viven sobrepasados por el sistema, y torea las preguntas sobre los ‘papeles de Panamá’

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Imanol Arias en 'Despido procedente'

MADRID, Actualizado:

“No soy ejemplo de nadie y eso es un alivio”. Lo dice por él mismo, pero vale igual para su personaje en la comedia Despido procedente, un ejecutivo español con un pasado oscuro que trabaja ahora en una multinacional en Buenos Aires y que, intenta redimirse ‘un poco’ buscando una solución para que no despidan a los empleados de su sección. “Pero el personaje no creo que sea buena persona. Sí, intenta ayudar a los demás, pero él aspira a ser el jefe”.

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Cara a cara con otro veterano, Darío Grandinetti, el actor Imanol Arias defiende con uñas y dientes una película en la que parece que todos los personajes están sobrepasados por el sistema y a los que el miedo, la gran coartada del siglo XXI, les empuja a hacer lo que no deberían. “El capitalismo salvaje está presente en todo”, afirma. Eso lo dice por la situación del personaje, pero valdría igual para la suya propia.

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A fallback.

Después de la noticia de que usted aparecía en ‘los papeles de Panamá’…

Esta es una comedia en Buenos Aires, donde mi personaje se tropieza con un tipo que le ayuda a entender qué le está pasando por su profesión.

No quiero molestarle, pero no me ha contestado.

A la palabra deuda se le pone siempre al lado la palabra austeridad. Hay que buscar soluciones novedosas. El año pasado despidieron a más de 700 periodistas de los grandes medios.

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Esto es, señoras y señores, salir por ‘peteneras’ con mucha calma y, eso sí, mucha profesionalidad. Un periodista pregunta a un político y éste le sale con acusaciones a los rivales. Un diputado pregunta a un imputado y éste suelta que no va a contestar a nada. Un juez pregunta a un testigo y éste dispara la retahíla “no lo sé, no me consta, lo desconozco”. Y luego está Imanol Arias que, con una tranquilidad casi contagiosa y una medio sonrisa en los labios, escucha aparentemente divertido una pregunta sobre su aparición en los tristemente famosos ‘papeles de Panamá’ y decide defender a capa y espada la película por la que está ahí y no defenderse a sí mismo. Para ser justos, creo que Imanol Arias intentaba con esta estrategia que los hechos recientes de su vida no salpicaran a la película, pero ello no rebajó el grado de estupefacción.

Interpreta aquí a un ejecutivo que intenta defender el puesto de trabajo de su equipo. ¿Ha sido fácil o difícil hacer creíble el personaje?

Él siente empatía con sus empleados, intenta congeniar, pero algo le pasa, tiene dislexia, empieza a fumar, algo no le va bien. Pero no es un tipo tan santo ni tan simple como para dejar el trabajo. Sí, él quiere ayudar a los demás, pero aspira a ser el jefe. No creo que sea una buena persona. Lo único que le pasa es que otro tipo (el personaje de Grandinetti) le acojona, pero él quiere mandar y le gusta tener una novia que esté muy buena y…

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¿Dónde encontró la clave para defender al personaje y trabajar con él?

A los personajes no se les defiende, los personajes se descarnan, a los personajes se les quitan las vísceras.

¿Cree que es un hombre arrastrado por la corriente del sistema?

El capitalismo salvaje está presente en todo. En la película se ve cómo los ejecutivos están amenazados también con ser despedidos, el jefe máximo no son ellos. Cuando despiden al jefe, no tiene un sindicato para que le defienda. A los trabajadores les defiende un sindicato y les dan una indemnización. Un ejecutivo no tiene quien le defienda.

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'Despido procedente'

Pero recibe unos bonus.

Los bonus los recibe si cumple unos planes. Además, los trabajadores pueden unirse para enfrentarse a la empresa y paralizarla. Pero nunca he visto ejecutivos de Wall Street sentados en la calle protestando.

¿Se podría decir que es una película didáctica sobre el funcionamiento de las multinacionales?

La película se plantea un escenario que no tiene tanto que ver con la empresa como con la vida. Despido procedente habla del miedo. El conflicto del personaje surge cuando se da cuenta de que él será el próximo, la siguiente víctima.

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Usted, más allá del actor, ha sido un referente en España, ¿se siente ahora juzgado?

No soy ejemplo de nadie y es un alivio. Solo aspiro a hacer muy bien mi trabajo y a ser la mejor persona posible. Intento ser feliz y consciente. No leo ni escucho nada de los medios de comunicación, es como he decidido vivir. No me siento responsable ante nadie y tengo el mismo derecho que todo el mundo al anonimato.

Imanol Arias, durante mucho tiempo, ha sido un personaje al que se escuchaba en España. Alzó su voz contra ETA, lo hizo hace muy poco reivindicando los derechos de los inmigrantes y aplaudiendo la iniciativa popular del 15-M, siempre ha sido un progresista comprometido que trabaja desde hace tiempo en muchas campañas de Unicef, pero que, como él mismo declaró hace unos días al suplemente XL Dominical, ahora se ha equivocado. “Lo de los papeles de Panamá me ha tocado. Estoy quitándome el orgullo y el ego”.

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“Ahora –concluye Imanol Arias- tengo curiosidad por la espiritualidad. Lo que pasa es que mi experiencia profesional y urbana me ocupa mucho tiempo –hasta donde se sabe, el actor jamás se ha negado a firmar un autógrafo o devolver un saludo de algún fan por la calle-. Solo aspiro, como Paco Rabal, Fernando Fernán-Gómez, a vivir de mi profesión. Pero ya se sabe que nosotros somos tan cabrones que cuando salimos volvemos siempre en taxi”.

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