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Los 'hijos' díscolos del patriarca Rosendo: de Robe Iniesta al rock urbano con orgullo de clase

Porretas, Boikot, Platero y Tú, Reincidentes, Extremoduro... El periodista Rubén González repasa el legado y la influencia del líder de Leño en 'Piedra contra tijera', un detallado ensayo sobre la historia del rock español.

Robe Iniesta, Rosendo Mercado, Platero y Tú y Reincidentes, exponentes del rock urbano.
Robe Iniesta, Rosendo Mercado, Platero y Tú y Reincidentes, exponentes del rock urbano.

La movida, el felipismo y la cultura de la transición opacaron el rock urbano, abono contestatario de la periferia obrera de las ciudades. Hasta que en los años noventa, con la resaca olímpica, exposevillana y xacobea, el legado de Leño prendió en bandas como Porretas, Boikot, Platero y Tú, Reincidentes y, cómo no, en Robe Iniesta y Extremoduro. Los hijos díscolos del patriarca Rosendo Mercado, quien en 1985 había emprendido su carrera en solitario con ​​Loco por incordiar.

"Es el artista más influyente de la música española contemporánea. No en términos de fama o público, ni dictando tendencias, sino como portador del estilo y la actitud que ha hecho que más chavales hayan decidido colgarse una guitarra y montar una banda", escribe Rubén González en el libro Piedra contra tijera (La Oveja Roja), una enciclopédica historia del rock español entre 1991 y 2021, donde también aborda otros palos como el indie, el mestizaje, el heavy o la música mainstream.

Extremoduro voló más alto, pero la huella de Rosendo es más profunda, aclara el periodista musical, quien traza otro arco temporal para explicar cómo dos músicos a contracorriente lograron encumbrarse en la cima del rock en español. "En 2014 Rosendo llenó Las Ventas con 17.000 personas y, diez años después, Robe Iniesta abarrotaba el auditorio de Rivas-Vaciamadrid con 30.000 asistentes. Hay una masa crítica que apoya un género que, pese a haber sido ninguneado por los grandes medios, sigue resistiendo, cuando lo normal es que hubiera desaparecido".

¿Cómo logró sobrevivir? "Tras la crisis del felipismo y la llegada de Aznar —que al principio parecía muy polite, pero enseguida enseñó la patita dictatorial—, el rock urbano y el metal alternativo fueron los únicos que pusieron de relieve la problemática de la juventud", recuerda Rubén González. "Mientras, a nivel comercial llega el Miami Sound, una invasión latinoamericana de las chungas, de arriba abajo, que viene de la mano de la ultraderecha (Gloria Estefan, Paulina Rubio, Ricky Martin) y supone la pauperización más absoluta del dial español".

Frente a Alejandro Sanz o David Bisbal, se reivindica el rock con contenido político. "Un choque de clase al que se une el hip-hop antifascista y el mestizaje revolucionario", añade el autor de Piedra contra tijera, quien subraya el carácter autóctono del género, que no mira hacia fuera sino hacia adentro. "Sôber o Hamlet tienen influencias extranjeras, pero comparten un componente que se asienta en el territorio, al igual que Barricada, Los Suaves, Soziedad Alkoholika y, posteriormente, Marea o La Fuga".

Rubén González, autor del libro 'Piedra contra tijera', una historia del rock español.
Rubén González, autor de 'Piedra contra tijera', una historia del rock español. Karlos Sanz / La Oveja Roja

Rosendo, pues, crea escuela. Muchas bandas son deudoras del líder de Leño y otras beben indirectamente de su estilo, a través de vasos comunicantes, como el propio Robe Iniesta, cuya sombra es alargada: Albert Pla, Estopa o Melendi, por no hablar de los ya citados Reincidentes, Platero y Tú, Marea o La Fuga. Algunos de ellos lo homenajean en el disco Agradecidos… Rosendo (1997), en el que también participan Barricada, Ska-P o Los Enemigos, una banda que siempre ha reconocido la ascendencia del maestro.

"Rosendo sería, por estilo y actitud, el testimonio vivo de un rock obrero, comprometido y ajeno al boato, y los que recogieron su herencia se lo agradecieron aclamándolo unánimemente como Patriarca, evidenciando por último lo que en el no tan underground ya se sabía, que existía una nueva generación con sobradas tablas que había llegado para revolucionar el rock", comenta en el libro Rubén González, quien critica que en este país "a quien saca la cabeza y despunta se le condena al escarnio y al olvido".

Por eso, no le tiembla la mano al escribir que "ni Antonio Vega, ni Loquillo, ni Alaska, ni Miguel Ríos ni ningún otro ha tenido tanto que ver en la formación de nuevos grupos, ya sea directamente o a través de sus descendientes, y eso que algunos pocos volaron incluso más lejos que él". Sin duda, uno de ellos es Robe Iniesta, que ha cancelado sus dos conciertos en el Wizink de Madrid tras sufrir un tromboembolismo pulmonar.

Según usted, 'Agradecidos… Rosendo' (1997) y 'Agila' (1996) marcan un punto de inflexión en el rock urbano, porque la reivindicación del fundador de Leño imprime un sello netamente autóctono al género y Extremoduro "asalta por primera vez los cielos de la música contracultural popular".

A principios de los noventa, los grupos se retroalimentaban, porque estaban al margen de la música comercial y de la marca España. Es decir, de una cultura de la transición entendida como un pacto: la cultura no se mete con el Estado salvo para darle la razón y el Estado no se mete con la cultura salvo para premiarla. Surge entonces la escuela del Viña Rock, con escenarios de hip hop, de mestizaje, de heavy metal y de rock urbano, a los que habría que sumar a grupos bisagra como Los Enemigos o Lagartija Nick.

Agila es el disco de rock de la década [cuya publicación coincide con la primera edición del Viña Rock, donde Extremoduro toca junto a Platero y Tú, Porretas y Los Enemigos]. En ese momento se crea una masa crítica lo suficientemente importante como para ser autónoma. De hecho, cuando todo el mundo palma con la crisis de 2008, la escena del rock alternativo, del rock urbano o del punk rock —llámalo como quieras— todavía vive unos años dulces. Yo achaco esa supervivencia a un repliegue de las esencias y, sobre todo, a la fidelidad de su público.

Sin embargo, usted subraya que ejercieron de generación tapón, dada la longevidad de sus carreras.

Sí, años después fueron un tapón que evitó que las nuevas generaciones pudiesen bregarse y abrirse. Por ejemplo, cuando Desakato podía coger el relevo, la banda se separa. Y el 15M da una esperanza de regeneración del movimiento que no llega a ser tal porque aparecen otros estilos, pero que sí dinamiza un poco la escena, aunque con menos tirón que los anteriores.

Me refiero a La Raíz, Mafalda y otros grupos de rockstizaje. Bandas multitudinarias y reivindicativas que surgieron cuando el rock urbano de Rosendo mutó en un estilo más fiestero, en una suerte de gran refundación o actualización de esa cultura, pero incapaz de configurar una masa crítica como había sucedido en los ochenta y los noventa.

¿En qué grupos más recientes ha influido Rosendo?

Sin ir más lejos, en Brava, una banda de mi barrio, Aluche: rock cañí con unas referencias a Rosendo espectaculares. También Dura Calá, que juega mucho con Burning y Los Chichos, pero con el rock urbano en las venas.

Y Rosendo cala en muchas bandas vía Extremoduro.

Aunque Rosendo es el patriarca, Extremoduro da la campanada y, en los noventa, se convierte en el referente de su generación. No hay comparación posible, la diferencia [con sus coetáneos] es abrumadora.

Además, el grupo de Robe Iniesta rompe la marca España, que viene a decir: "Ha llegado la democracia y ya no hay nada que hacer. Ha aterrizado la derecha y es el fin de los tiempos". Y resulta que no, porque empiezan a saltar las costuras: las tanquetas en Reinosa, la reconversión industrial, el conflicto vasco, la insumisión, el no a la guerra, la okupación, etcétera. O sea, aparece un contenido político que no estaba en la agenda y que rompe con la cultura de la transición.

¿Cree que el rock radical vasco es un primo lejano de Leño?

Claro. Son hermanos.

¿Robe Iniesta ha perdido por el camino muchos fans de Extremoduro?

Yo creo que no. Robe se ha revitalizado y rejuvenecido. Pocos artistas son capaces de llegar a tres generaciones diferentes, con Agila, con La ley innata y, ya en solitario, con Mayéutica. Hablamos de tres discos cumbre en su época. Es un torbellino creativo, una maravilla de la naturaleza. Y eso que, al igual que otros grupos de rock urbano, ha sido ninguneado sistemáticamente por los medios.

Su ensayo es tan extenso que, inevitablemente, quedan muchos géneros y épocas del rock español en el tintero.

Me gustaría plantear un pero. A mediados de los noventa, sobre todo a partir del asesinato de Ana Orantes, algunos grupos componen letras dirigidas a las mujeres, alejadas de una visión heteropatriarcal.

Sin embargo, pese a que eso supone un pequeño cambio, las nuevas generaciones todavía no han llegado a [practicar] este estilo, que siempre ha sido eminente masculino. Nat Simons, Tulsa, Zahara o Maika Makovski son grandes referentes, aunque el género tiene una asignatura pendiente. Es decir, hubo una visión masculina del feminismo, pero falta la visión femenina del rock.

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