Este artículo se publicó hace 15 años.
"Hay similitudes entre los presos y los poetas"
Candidato al Nobel y exiliado desde hace 20 años, Bei Dao ha visitado Córdoba para participar en Cosmopoética, donde dio un recital de poesía en una prisión
En algunas viejas fotografías, el poeta chino Bei Dao (Pekín, 1949) recuerda vagamente a John Lennon. Los ojos pequeños, la forma vagamente almendrada de la cabeza y esas gafas ovaladas que se han convertido en el símbolo de unos años que para millones de personas de todo el mundo fueron la encarnación misma de la libertad. Para él y sus compañeros de generación vital y literaria aquellos fueron, sin embargo, años de miedo y plomo.
El estallido de libertad que significaron los sesenta y los setenta en un Occidente donde algunas de las mentes de más preclara inteligencia coqueteaban con un maoísmo imaginario habría de coincidir en China con algunos de los más negros episodios culturales y políticos de su historia moderna. En el enrarecido clima de aquella barbarie maduraron humana y literariamente escritores como él. Cuando el poeta declara cuánto se parecen los poetas y los presos sabe de qué habla.
El poeta considera las etiquetas a su poesía como "otra prisión"Exiliado desde hace casi 20 años, candidato varias veces al Premio Nobel de Literatura y profesor en diversas universidades norteamericanas, Bei Dao ha participado en estos días en el festival de creación Cosmopoética de Córdoba. Comenzó su andadura literaria cuando trabajaba en una fábrica a la que fue enviado por la Revolución Cultural.
Esta extravagante imposición del Estado chino detuvo su formación, pero catapultó su iniciación en la creación literaria. Junto a algunos compañeros, creaba poemas siguiendo los cánones marcados por la poesía clásica china, pero pronto prefirió saltarse las restricciones de esas formas para pasar al verso libre.
Tímido y reflexivo, supera las limitaciones del jet-lag a su lucidez (apenas unas horas antes había llegado en un vuelo desde Hong-Kong) para comentar con cierto laconismo asuntos de poesía y de política. De la libertad y la prisión habla Bei Dao, cuyo propio nombre es un seudónimo que tuvo que usar para poder seguir escribiendo, para evitar la condena del régimen chino.
Un equilibrio en el lenguajeSu primer acto en la ciudad andaluza fue, curiosamente, un recitado en la prisión, lo que considera una gran experiencia que intenta definir con estas palabras: "En cierto sentido, hay similitudes entre los presos y los poetas". Se refiere a la pris2009-04-19ión del lenguaje, pero ¿hace la poesía más libre a la gente? ¿Acaso puede ayudar a los presos a liberarse? "La poesía está en el equilibrio de la liberación y la prisión a través del lenguaje", afirma, y explica que, para el poeta, es una lucha la transmisión de emociones a través de la lengua.
Precisamente, con esa dificultad y lucidez que ve común a los poetas, a todos, define el festival de creación cordobés como un lugar idóneo en el que compartir experiencias con otros autores del mundo, pero también un lugar en el que encuentra una barrera con el idioma. "Sin embargo, existe la comunicación con los otros, a pesar del lenguaje".
"El mayor cambio en China ha sido la comercialización de la sociedad"Aunque su poesía es considerada como mística, el poeta asegura, contrariado, que se trata "sólo de una etiqueta, de otra prisión". Y prefiere definir su creación simplemente como Hoy, el nombre de la revista que fundó en 1978 y prohibida en 1980 por el régimen comunista, para ser más tarde retomada. Decididamente, no le gustan las etiquetas: "La poesía mística es escapista, huye de la realidad, y yo quiero encontrarme con la realidad y sobrellevarla". A ello se une su compromiso político.
En 1989, tras las revueltas de Tiannammen, tuvo que renunciar a vivir en su país. Estaba en Berlín y allí empezó un exilio que le llevó a EE UU hasta que en 2006 se levantó el veto y se instaló en Hong-Kong. Sólo la muerte de su padre en 2003 le permitió un regreso fugaz. Habla de las transformaciones, a pesar de su resistencia a comentar el pasado.
Asegura que, tras esa ausencia, el cambio más grande que notó, que califica como "el mayor en los últimos 5.000 años de China", fue "cómo la comercialización se ha apoderado de la sociedad, más incluso que el control del pensamiento". Afirma que ese cambio no está sólo en la superficie: también en "el espíritu" porque "ha hecho que el pueblo pierda su entusiasmo por la literatura y la política. Ahora los chinos son animales económicos y las generaciones más jóvenes son movidas sólo por el dinero".
Vacío moralBei Dao cree que se ha perdido incluso la moral que tenía el comunismo para pasar a "un vacío moral". Sin embargo, piensa que la actual crisis económica, que ha ralentizado el bestial crecimiento económico del país en los últimos años, puede provocar cambios. "Hay una generación de jóvenes cansados del materialismo, hay ONG y trabajadores sociales y eso puede llevar a un cambio social, que es más importante que el político porque es más profundo y duradero".
Este compromiso juvenil es muy diferente al de Tiananmmen, dice, porque "en el 89 hubo un movimiento de masas que era ciego, no se sabía qué buscaba y no podía durar. Era un punto de inflexión. Ahora se trata de una corriente subterránea que cambia el panorama desde dentro". Sobre el papel de la poesía en ese cambio, es escéptico: "Influye sí y no, porque cambia el mundo a través del lenguaje y con él la mentalidad de las élites, pero no es algo inmediato". Quizá sirva, como dice uno de sus versos, para que el arco iris ronde el mercado negro.
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