Este artículo se publicó hace 13 años.
Un festival musical con mucha chicha
El colectivo de Brooklyn Chicha Libre, uno de los platos fuertes de la segunda edición de Chicotrópico
Diez meses después de celebrar su primera edición en Madrid, el Festival Chicotrópico repite en la capital, en esta ocasión con una programación dividida en dos días. El objetivo de sus organizadores sigue siendo el mismo: traer a Europa los atrevidos cócteles tropicales que mezclan la música tradicional con la vanguardia y la experimentación. Hoy y mañana se dan cita en Casa de América, entre otros, "el sonido psicoselvático de la amazonia peruana" de manos de Chicha Libre; "la vibración llenapistas guatemalteca" de Meneo; la "psicodelia cumbiera" del Frente Cumbiero de Bogotá y "el increíble caso del órgano que habla", que no es una novela pulp sino la propuesta del mexicano Igor Stepanenko por recuperar el uso de un Hammond para formar vocales y consonantes.
Desde Brooklyn, Olivier Conan es uno de los responsables de intentar llevar un poco más allá la chicha, un género que nace de la cumbia peruana y de los ritmos afrocubanos, mezclados con surf, psicodelia, rock and roll y otras músicas tradicionales. Conan está al frente de Chicha Libre, "un colectivo con sede en Nueva York y compuesto por músicos americanos, franceses, mexicanos y venezolanos", y también es responsable del sello Barbès y de la serie de recopilatorios The Roots of Chicha. Todo con un objetivo que, en su opinión tiene un lado político claro: "Erosionar la hegemonía todopoderosa de la cultura angloamericana", dice a Público.
Folclore y vanguardiaAunque "la chicha viene de las clases más bajas, de los barrios más pobres", en Europa y EEUU su audiencia es más elitista, atenta a las vanguardias y habitual en festivales y centros de arte. Conan programa también conciertos para el MoMA y asume que una de sus metas es llevar el folclore al avant-garde. Y no ve una contradicción en ello: "Tocamos en clubs, fiestas, bodas. En lugares donde la gente baila, suda, se emborracha y se vuelve estúpida. También en museos". Eso es lo que propone hoy en Madrid: "Diversión. Mucho ritmo, solos locos del teclado, guitarras surf y sonidos psicodélicos".
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