Este artículo se publicó hace 2 años.
Elie Grappe: "En el mundo hoy hay un estado de ansiedad común"
La ópera prima del cineasta francés, 'Olga', habla a millones de refugiados en el mundo y exige una urgente solidaridad, atención y humanidad. Premio al Mejor Guion en la Semana de la Crítica de Cannes, es una película profundamente política y de una extraordinaria empatía.
Madrid-Actualizado a
Millones de personas han huido de Ucrania desde que comenzó la agresión rusa el pasado 24 de febrero. Fuera de sus casas, sin trabajo, lejos de sus familias y sus amigos, además de subsistir en su repentino exilio, tienen que intentar controlar sus sentimientos ante la visión en directo –por televisión, en redes sociales...– de la actualidad de esta invasión. Añoranza, dolor, desesperanza, angustia y, en muchos casos, la culpa por no estar allí se suceden ahora en sus vidas. Es la misma situación que vive la protagonista de Olga, ópera prima del cineasta francés Elie Grappe, Mejor Guion en la Semana de la Crítica de Cannes.
15 años, gimnasta de élite, tiene que abandonar Ucrania cuando el feroz gobierno de Víktor Yanukóvich –presidente de Ucrania entre 2010 y 2014, que huyó a Rusia– intenta asesinar a su madre, periodista. Durante la Revolución Naranja en la plaza de Maidán (Euromaidán), ella entrena con el equipo suizo, pero para competir en el Campeonato de Europa tiene que acoger la nacionalidad Suiza y abandonar para siempre la ucraniana. Miedo por lo que pueda pasar a su madre, tristeza por estar lejos de sus amigos y un paralizante sentimiento de culpa por no estar luchando, participando en las manifestaciones en Kiev donde se libra el futuro del país.
Profundamente política y al mismo tiempo de una ternura y una empatía excepcionales, Olga es una historia de los jóvenes en un mundo infestado de conflictos violentos, que se alía con las protestas populares, que habla a millones de refugiados en el planeta, y exige una urgente solidaridad, atención y humanidad. La gimnasta ucraniana Anastasiia Budiashkina es la protagonista de la película.
"¿Cómo puedo enfrentarme a esto?", dice Olga. Usted, ahora, después de hacer esta película, ¿es capaz de imaginar cómo es estar fuera cuando están matando a tu gente y destrozando tu país?
Sí, creo que sí. La película habla precisamente de la ansiedad que se siente en esa situación. Intento que se viva la experiencia de Olga, que tiene una gran pasión, la gimnasia, pero que en Suiza siente que no pertenece realmente a ese lugar. Está dividida entre dos lealtades. Ella se da cuenta de que hay unos acontecimientos políticos en el país del que procede, pero también comprende que hay política en todas partes, incluso en el gimnasio donde entrena, en las montañas suizas... y que el exilio no va a salvarla en ese ámbito político de la vida.
El personaje ve desde la distancia todo lo que ocurre en su país...
Porque en la película también era importante hablar sobre conectar con el mundo de hoy a través de las redes sociales, de Youtube. Todas esas formas de seguir las noticias en directo desde la distancia te permiten ver qué está pasando en tu país, en tu casa, cuando tú estás en el exilio, y te permiten sentir la tensión con el mundo. Y desde ahí quería mostrar cómo esas imágenes pixeladas de la revolución están penetrando en su gimnasia, en lo que ella hace.
La protagonista dice a su amiga en una de sus llamadas: "No tengo la culpa de estar aquí". ¿Quería explorar el sentimiento de culpa que tienen algunos exiliados ucranianos?
Sí, porque en esa situación es algo muy normal y completamente legítimo, mucho más que cuando tenemos sentimiento de culpa por otros motivos, por la situación del mundo, el clima, la política, las cuestiones de género... Yo me siento culpable constantemente, pero al mismo tiempo, algo me impide actuar. Para ella sí es importante hacer algo. En un momento Olga apuesta por seguir con la gimnasia, entonces el sentimiento de culpa es normal, pero es una fuente de inacción, por eso quería invitar al personaje a ir más allá de sus sentimientos y hacer algo.
Se refiere a una generación de exiliados jóvenes, desgraciadamente hoy son muchos en distintos países de Europa ¿Cómo cree que están viviendo la situación hoy?
Sí, hay millones de personas hoy fuera de Ucrania, personas con sus propias pasiones, como el personaje. Y ahora tenemos sus testimonios. Cuando llegué a Odesa al festival de cine, había mucha gente y mucha carga emocional, y una chica de la edad del personaje, me dijo que ella sintió lo mismo, incluso viviendo allí durante la revolución, porque era demasiado joven para participar.
"La emoción por acontecimientos así es un sentimiento universal"
Ella, me dijo, veía lo que hacían los adultos, cómo estaban participando sus hermanas y hermanos mayores y que ella no podía porque era muy joven. Pero ella sabía que estaba pasando algo importante para su país. La emoción por acontecimientos así es un sentimiento universal, y podemos sentirlo por muchas cosas, por ejemplo, por las reivindicaciones de cambio de género sabiendo que no estamos en ese caso, pero conscientes de que existe el problema.
La historia se desarrolla durante el gobierno de Víktor Yanukóvich y el Euromaidan, ¿la situación de Ucrania se venía larvando hace mucho tiempo?
Sí, seguro. Todo aquello es parte de los acontecimientos que han llevado hasta hoy. La película no contesta preguntas sobre la invasión ahora, pero recuerdo también en 2014 la ocupación de los territorios del Donbás... Es importante saber que todo lo que pasa hoy es resultado de un contexto muy específico y haber continuado con ciertos movimientos económicos, políticos, ideológicos… ha terminado en la invasión de Ucrania por Rusia.
¿La película es también una reflexión sobre los nacionalismos?
Quería mostrar el problema del nacionalismo desde realidades muy concretas, el conflicto entre elegir una nacionalidad u otra, las banderas, los pasaportes, las fronteras reales, los himnos en los campeonatos deportivos, el equipo al que perteneces... Pero también están la madre de Olga, sus amigos... a los que golpea la policía. Creo que esta cuestión de las identidades debe tratarse desde las emociones, ella tiene pasaporte suizo, pero sus sentimientos están con su gente.
Usted procede del mundo de la música clásica, también del cine, ¿cuál cree que es el papel de los artistas en los conflictos del mundo de hoy?
Hay que hablar de lo que pasa en el mundo desde el arte, definitivamente. Aunque haya quienes dicen que el arte no es política, sí es política, es un estado político aunque tú no quieras, porque todo discurso, cualquier clase de representación... son políticos. Yo no tengo conexión directa con la historia sobre la que he escrito, no la conozco personalmente, más allá de los estudios que he hecho sobre Ucrania y la gimnasia, pero son temas con los que tengo que tratar en mi vida de artista. Hay muchos problemas en el mundo y los artistas no vivimos en una burbuja, por eso es muy importante que no demos la espalda a la realidad.
"Los artistas no vivimos en una burbuja, por eso es muy importante que no demos la espalda a la realidad"
Me doy cuenta de que como artistas tenemos una responsabilidad y que nuestro trabajo no es informar, pero debemos preguntarnos y plantear preguntas sobre el mundo. Hay un destacado personaje francés que dijo que, en el asunto de género, el cine era un poderoso canal del patriarcado desde sus inicios. Hay muy pocas películas que no lo sean. Los cineastas debemos ser consciente de la realidad y hacer algo, de otra forma, vamos por detrás y el arte llega tarde.
Es importante en la película mostrar la emoción del pueblo unido, ¿es una forma de reivindicar la solidaridad como una de las mejores armas que tenemos?
Por supuesto que lo es. Y tiene que ser una solidaridad muy concreta, no vale solo con declaraciones, hay muchas cosas que se pueden hacer y muy diferentes herramientas para llevarlas a cabo. También con los ucranianos, desde enviar dinero, apoyar a las asociaciones que reciben a las personas que viene de allí, ayudar a los refugiados en nuestros países y preguntarnos a nosotros mismos y a la gente de nuestro alrededor acerca de lo que es recibir bien a los refugiados, eso es muy necesario.
¿La película quiere hablar de los límites entre lo personal y lo colectivo?
Realmente, eso es lo que más me interesa actualmente, tratar los conflictos entre lo personal y lo colectivo. En mi próxima película, que es muy diferente a ésta, hablo de los individuos dentro del grupo, cómo la gente se mueve por sus propios y legítimos deseos, y en ello no hay nada bueno ni malo, pero sí hay conflictos entre los deseos personales y los otros. Es importante pensar en ello para entender lo que es el vivir juntos en el mundo en niveles muy diferente.
¿Por qué es importante que Olga sea gimnasta de élite?
Hay varias razones, una es que no quería tener ventaja sobre el personaje, pero también porque eso ocurría al tiempo que la revolución en Maidan y el movimiento de los cuerpos, los sonidos... había algo en común con esas detonaciones, esos golpes en el suelo... Son dos mundos que suceden al mismo tiempo y se atraen y repelen al mismo tiempo.
En la película todo es muy oscuro, las llamadas a su madre y a su amiga, los entrenamientos de madrugada... ¿Cree que es el estado de ánimos de la juventud en el mundo hoy?
No lo sé, pero lo importante es decir que la juventud no existe solo como una especie de ruido, está formada por grupos muy específicos. Lo que sí sé es que nuestro tiempo está invadido por una gran ansiedad por muchas cosas, que no son las mismas para todo el mundo, pero hay un estado de ansiedad común. Y creo que la gente joven es muy consciente de esto. Por supuesto, en mis películas no pretendo protegerlos, porque ellos ya están luchando, especialmente contra el calentamiento global del planeta.
Lo único que puedo decir de la gente joven es que veo muchos retratos de la juventud que no son reales, recuerdo mi juventud como un tiempo duro, exigente... es el tiempo en que surgen los problemas de identidad, pero al mismo tiempo son los años con las grandes oportunidades para tu carrera y es el mejor momento en la vida. Son esas contradicciones las que nos permite hacer un buen retrato de esa época, repleto de dudas, de conflictos sobre nuestros afectos.
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