Este artículo se publicó hace 14 años.
El dulce infierno de escribir para el cine
El novelista británico, nominado al Oscar por el guión de 'An Education', explica a 'Público' que lo llevó a escribir el libreto
Desde el momento en que terminé de leer el maravilloso ensayo autobiográfico de Lynn Barber donde cuenta su romance, a principios de los años sesenta, con un hombre mayor que ella de dudosa reputación, supe que tenía todos los ingredientes para una película. Había personajes memorables, una vívida sensación del tiempo y del lugar una Inglaterra que se hallaba en la cúspide de un profundo cambio una mezcla inusual de alta comedia y profunda tristeza, y una manera fresca de tratar temas como las clases sociales, la ambición y la relación entre padres e hijos.
Cuando empezaron a hablar acerca de posibles guionistas para el proyecto, me di cuenta de que quería hacerlo yo, un deseo que me sorprendió y para el que no estaba completamente dispuesto.
«Tengo una relación complicada con los guiones»
Como casi todos los novelistas que conozco, tengo una relación bastante complicada y habitualmente insatisfactoria con la escritura de guiones. Desde que se publicara mi primer libro, Fiebre en las gradas (Anagrama), siempre he tenido algún proyecto de guión en marcha. Hice la adaptación para la pantalla de Fiebre en las gradas, y eventualmente se hizo la película. Desde entonces, he tenido al menos otros tres proyectos, un par de originales y una adaptación, que terminaron siendo un fracaso, o al menos, no dieron por resultado un producto final, lo que es lo mismo.
El principal problema con la escritura de guiones es que, la mayor parte del tiempo, parece no tener sentido, especialmente cuando se lo compara con lo relativamente directo que resulta ser la publicación de un libro: las probabilidades de que una película, cualquier película, se haga son sencillamente muy pocas.
Una vez que te estableces como novelista, la gente está bastante predispuesta a la idea de publicar tus libros. Por supuesto que tu editor te sugiere la manera en que puedes mejorarlos, pero en general, la idea es que tarde o temprano tus libros terminarán en una librería, disponibles a la venta.
«Los pobre viejos libros no pueden suscitar el glamour y la emoción»
Trabajar en equipo
¿Para qué molestarse entonces? ¿Para qué dedicar 3, 4 o 5 años a escribir y reescribir un guión que probablemente jamás se convertirá en un filme? Para mí, la primera razón para volver a incursionar en este mundo doloroso de rechazo y decepción fue el deseo de trabajar en equipo: paso la mayor parte de mi día trabajando solo, y no soy antisocial por naturaleza.
Sospecho que gran parte del atractivo del cine, no es sólo la oportunidad de trabajar en equipo, sino la ilusión de tener un trabajo como los demás, con colegas y citas, con tazas de café con platitos y galletas que fueron compradas por otros. Y existe un mayor atractivo aún: si las cosas se ponen en marcha, la diversión, la vitalidad, el glamour y la emoción que provocan jamás la pueden suscitar, por mucho que se empeñen, los pobres viejos libros.
Incluso antes de que el filme se estrenase, fuimos con él al Festival de Sundance y al de Berlín. Y me he hecho amigo de muchos actores de la película, quienes, por definición, son mucho más guapos que el resto de nosotros ¿Qué puede tener la literatura en comparación?
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