Este artículo se publicó hace 8 años.
“La democracia se ha convertido en una oligarquía, hay que reinventarla”
El activista francés Cyril Dion codirige “Mañana”, una película documental donde asegura que todavía tenemos tiempo para evitar el inminente desastre en el planeta y en el que propone soluciones reales ya en marcha que harían posible un futuro para todos.
MADRID.- La prestigiosa revista Nature publicó hace tres años un estudio de varios científicos de la Universidad de Berkeley, liderados por Elizabeth Hadly y Anthony Barnosky, en el que concluían con la espeluznante convicción de que “si no cambiamos nuestros hábitos, asistiremos al hundimiento probable de los ecosistemas en el horizonte 2040-2100”. Ante el anuncio de semejante cataclismo, solo era razonable una pregunta: ¿Tenemos todavía tiempo de hacer algo? Respiren. Parece que sí. El conocido activista francés Cyril Dion se puso a investigar, contactó con la actriz y directora Mélanie Laurent, reunió a cuatro personas más y explicó en la película ‘Mañana’ las distintas iniciativas para conseguir un futuro posible.
César a la Mejor Película Documental, el filme se ha convertido en un fenómeno en Francia, donde se acerca al millón de espectadores y donde la han calificado de “inspiradora, emocionante, inteligente, alentadora…” Un banco de semillas que defiende la soberanía alimentaria, la permacultura que toma a la naturaleza como modelo, las energías de flujos ilimitados, la dinámica de ‘basura cero’ y ‘despilfarro cero’, bicicletas y peatones frente a coches, las monedas complementarias y regionales que terminarían con los bancos, la producción ecológica, la democracia participativa (“la democracia se ha convertido en una oligarquía”), una escuela pública igualitaria, un sistema laboral renovado (“hay que reinventar todos los oficios”)… son parte de las acciones que ya están en marcha en algunos rincones del mundo.
Los expertos hablan de la desaparición de parte de la humanidad de aquí a 2100, ante tal dato ¿su película no es, tal vez, demasiado positiva?
La estrategia de asustar a la gente es la que se está usando desde hace 20 años y no funciona. Hoy entienden por qué, además. Los científicos, los neurocientíficos, dicen que entre el cerebro racional y el emocional, éste es el más fuerte. El psiquiatra George Vaillant acaba de publicar un libro en Londres en el que dice que para que la gente se movilice deben funcionar esas dos partes del cerebro a la vez. La emoción nos hace movernos, pero el cerebro debe funcionar con argumentos sólidos. Así, la película cuenta con que la gente quiere hacer cosas, pero se apoya en estudios sólidos.
¿Ese mensaje ‘optimista’ es la clave del éxito que tiene la película en Francia?
La verdad que es incomparable con las películas catastrofistas. Después de verla, mucha gente nos ha enviado mensajes diciéndonos que ha hecho cambios en su vida. Así que yo creo que la estrategia funciona.
¿Qué la estrategia funcionara era el objetivo?
Sí. Movilizar a la gente proponiendo nuevas formas. Siempre he creído que las historias de ficción eran lo más poderoso para provocar cambios. Nosotros estuvimos muy influidos por un libro, ‘La especie fabuladora’, de Nancy Huston, donde se explica muy bien que el ser humano es la única especie que tiene conciencia de que existe un principio, un desarrollo y un fin. Los seres humanos pasan el tiempo construyendo historias, construyendo su identidad, el mundo de hoy ha nacido de esas historias.
¿Y cómo describe usted el mundo que hemos construido?
Un mundo consumista, materialista. Y nosotros queremos contar otra historia, la de cómo podría ser el futuro.
El peor enemigo para todas las acciones que se proponen en su película es la codicia humana…
Hay un filósofo que dice que lo que será más difícil para cambiar la sociedad será ir en contra de la presión por el confort. Defendemos tanto nuestro confort que todo lo demás pasa a segundo plano. Contra la codicia y la avaricia se debe utilizar el cebo del deseo. No podemos ganar esta guerra proponiendo a la gente que se prive de cosas, sino más bien ofreciendo una mejor calidad de vida. Estoy bastante seguro de que este mundo no nos hace felices.
¿Eso lo dice basándose en algo o es intuición?
Francia es el segundo país del mundo en consumo de ansiolíticos y eso es porque nos faltan objetivos. Por eso lo que proponemos en la película es encontrar un sentido a la existencia y tener un reconocimiento.
¿Para eso tenemos que convertirnos en productores o algo parecido?
Tenemos que hacer aquello para lo que tenemos talento y que nos hace más felices y, por supuesto, algo con lo que participar en hacer una sociedad diferente. Hemos conocido mucha gente que ha seguido ese camino. Una jurista internacional que ahora repara bicis, un directivo de una multinacional que ahora está en una ONG… Por tanto, la búsqueda de sentido puede ser más fuerte que la codicia.
Parece fácil, pero…
Tenemos que reinventar todos los oficios para dejar de explotar a otros seres humanos.
Y eso ¿cómo se hace?
Necesitamos estructuras enormes, tenemos que cambiar esa sociedad piramidal y crear un modelo de sociedad en red, inspirado en la naturaleza. Cada persona debe tener más autonomía y más libertad y también más conciencia de que somos interdependientes. Uno de los retos es nuestra limitada capacidad de empatía, debemos construir una civilización de la empatía, necesitamos ampliar la capacidad de empatía con la humanidad y con la biosfera.
Usted habla con personas que están reinventando la agricultura, la energía, la economía, la democracia y la educación. ¿Algo de todo esto es esencial? ¿la educación, por ejemplo?
No. Todo es igual de importante. La economía tiene mucho poder y cambiarla sería cambiar todo lo demás. Pero la democracia es lo que nos permite tomar decisiones juntos. La educación, por supuesto… Es muy interesante porque hubiéramos podido entrar desde cualquier ángulo.
La democracia, para algunos, está desapareciendo, ¿usted qué opina?
Creo que ya no estamos realmente en democracia. Hay un estudio de la Universidad de Princeton que dice que la democracia se ha convertido en una oligarquía. Los gobiernos hacen el 80% de lo que dicen las empresas. Por eso hay que reinventarla.
En su investigación ¿encontró algo interesante en España?
De España seguimos la aventura de Podemos que es muy inspiradora para la extrema izquierda y que hace soñar a muchos activistas. Los indignados ahora saben que pueden tener un partido político con muchos diputados… Vivimos un momento de confusión que asusta mucho a algunos porque ahora es cuando se pueden abrir espacios nuevos para tener ideas.
Usted es un activista destacado y, supongo, conocía muchas de las iniciativas que muestra en la película, ¿ha hecho algún descubrimiento?
Descubrimientos, no, pero me han chocado muchas cosas. Recuerdo mi sensación el día que entendí cómo se creaba la moneda y el timo que era, me chocó mucho la revolución islandesa, un pueblo que reescribe su constitución, o el sistema de educación en Finlandia…
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