madrid
"Es evidente que hay mujeres que no pueden narrar [la violencia sexual] poniendo su identidad (...) Las mujeres jamás han tenido las herramientas para relatar sus vidas". Bajo esta y otras reflexiones ha presentado su último libro, No publiques mi nombre , la periodista y escritora Cristina Fallarás en Madrid, en el Ateneo La Maliciosa de Traficantes de Sueños. Una obra que recopila centenas de testimonios anónimos de víctimas de violencia sexual.
En un momento en que las denuncias públicas de acoso y abuso emergen con fuerza a través de las redes sociales, especialmente tras la dimisión del exdiputado Íñigo Errejón, el libro de Fallarás reivindica la necesidad de dar voz a quienes durante años han sido silenciadas. Su propósito, construir memoria colectiva al margen de procesos judiciales, ha dado lugar a un canal y una dimensión paralela, con la que busca no solo evidenciar una violencia machista extremadamente normalizada, sino, en palabras de la autora, "permitir que conste".
Cristina Fallarás: "El '#Cuéntalo' mostró que necesitábamos escucharnos"
El libro contiene cerca de 1.500 relatos —un reducidísimo porcentaje del total recibido en sus redes— y muestra una variedad de historias que abarcan desde situaciones de violencia en la infancia hasta ámbitos médicos o laborales. Dichos testimonios no están organizados de forma cronológica, como una forma de reflejar el caos y el dolor que implica convivir con el recuerdo de agresiones que se intentan olvidar y regresan a la mente de manera aleatoria. El texto, cuenta Fallarás, aspira a actuar como una plataforma que, más allá de buscar castigos punitivos, intenta reconectar a las mujeres con sus experiencias y ofrecerles un espejo en el que reconocerse e identificarse mutuamente.
La periodista ha relatado la evolución de su trabajo en redes desde 2018, cuando inició la iniciativa #Cuéntalo, una llamada a que las mujeres compartieran sus vivencias y comenzaran a transformar en colectivo lo que hasta entonces había permanecido en la intimidad, que se desencadenó a partir de un artículo de la directora de Público, Virginia P. Alonso. "Ese primer #Cuéntalo mostró que necesitábamos escucharnos", ha expresado la autora, quien destaca cómo aquella acción ya fue un hito en el movimiento feminista.
Este proceso ha llevado a la escritora, entre otras cosas, a posicionarse en defensa de la importancia de los relatos anónimos, desafiando a quienes cuestionan su credibilidad. Fallarás recalca que "ninguna mujer se levanta con ganas de contar que la violaban" y que, a su juicio, tal y como contó en una entrevista reciente para este medio, las dudas sobre estos relatos suponen un esfuerzo por restaurar el silencio que este libro precisamente busca romper: "Sirve de marco para comprender la magnitud de la violencia sexual".
Cristina Fallarás: "Es evidente que hay mujeres que no pueden narrar [la violencia sexual] poniendo su identidad"
Andrea Aldana, periodista y editora del libro presente durante la presentación, ha explicado también el desafío que ha supuesto el proceso de curación y edición de los testimonios: "Pasar más de 12 horas al día leyendo agresiones despierta abusos propios y ajenos, y es una tarea que nos confronta con nuestra propia historia".
Aunque ni el libro ni la cuenta en Instagram de Fallarás tienen la intención de señalar responsables específicos, han derivado inevitablemente en renuncias y denuncias en el ámbito político y mediático. La más reciente se ha visto con la dimisión de Íñigo Errejón, pero hay "muchas más". Algo que para Fallarás demuestra que los testimonios pueden llegar a cuestionar el poder y a las personas que lo ejercen.
En la presentación también ha participado Zinnia Quirós, de Acción Comadres, colectivo feminista al que se destinarán los beneficios del libro. También ella ha querido subrayar la importancia de este recurso como herramienta para construir espacios de apoyo mutuo y memoria común. En esta línea, ha remarcado que la organización está comprometida a llevar estos relatos a las áreas rurales, donde el silencio y la impunidad suelen pesar con mayor fuerza.
Para Fallarás, No publiques mi nombre representa una "herramienta" que "reúne un archivo común que ilumina las realidades de la violencia machista, sea o no punible", y abre el camino a dignificar a las víctimas, al margen de la vergüenza o la autocensura.
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