"Una afirmación política para el mundo: es hora de deshacernos de esta mierda". De hacer desaparecer para siempre las imposiciones sobre los cuerpos de las mujeres, las exigencias de belleza y juventud. Es hora de mandar al carajo miles de años de control. "Ha llegado la hora de que todo esto explote por los aires".

La cineasta Coralie Fargeat, cargada con toneladas de ira por siglos de opresión machista, hizo estallar en el Festival de Cannes La sustancia, una bomba feminista, provocadora, brutal, divertidísima, rebosante de sangre y de mala leche y de locura y de cine. Con Demi Moore y Margaret Quailley, la película es una crítica salvaje construida desde la caricatura y el exceso, que sirve, al mismo tiempo, de instrumento de liberación y desahogo.

Los villanos del patriarcado

Mejor guion en el certamen francés y Premio del Público en el Festival de Toronto, La sustancia, que acaba de participar en la sección Perlak de San Sebastián, presenta a una mujer, Elisabeth, una famosa presentadora de televisión a la que van a sustituir por alguien más joven -"A los cincuenta se acabó"- y que decide usar una sustancia del mercado negro que crea temporalmente una versión mejorada de ella misma.

Perturbadora, la película es la respuesta feminista al odio que las mujeres han desarrollado hacia sus propios cuerpos a lo largo de la historia. Es un contraataque que dispara directamente a los villanos del patriarcado, representados por Harvey, el jefe del canal de televisión, un Dennis Quaid desatado, retozando en su asqueroso machismo, repugnante en su zafiedad y su inmundicia. Y es una comedia de horror movie  que quiere premeditadamente perder absolutamente el control en su deriva salvaje. La sustancia es cine astuto y audaz.

La versión de 'mujer ideal'

"Es una película sobre los cuerpos femeninos. Sobre cómo se examina, se fantasea, se critica el cuerpo de las mujeres en lugares públicos. Sobre cómo, al ser mujeres, se nos convence de que no tenemos elección, solo nos queda ser perfectas, sexy, sonrientes, jóvenes, guapas si queremos que la sociedad nos valore. Sobre lo imposible que resulta para las mujeres escapar de esto por mucho que hayan estudiado, por fuertes e independientes que sean… Porque durante más de 2.000 años, el cuerpo de las mujeres ha sido moldeado y controlado por el deseo de aquellos que las miraban…", ha escrito la cineasta en sus notas de dirección, en las que denuncia la versión de 'mujer ideal' con la que se bombardea a las mujeres constantemente.

En su película, Fargeat muestra cómo cuando una mujer se aparta del modelo -tiene más años, más kilos, más curvas-, se la castiga, la sociedad la grita que está acabada. "Te borraremos del espacio público / Ya no mereces el tiempo y la atención de la sociedad… le dicen". Unas exigencias de perfección que son extremas entre las jóvenes a causa de las redes sociales, tal y como la directora repite en todas sus apariciones públicas.

Festín de monstruosidad

La cineasta convierte la violencia que ha sentido dentro de ella, según ha confesado, en violencia coreografiada para su película, un trabajo de género, que encuentra en el terror el vehículo perfecto para expresar tanta tiranía despiadada contra la mujer. Sometidas a unos estándares de belleza que son prácticamente imposibles y expulsadas de la vida pública cuando se alcanza una edad, la respuesta desde el cine es este festín de sangre y monstruosidad.

"Aquí se tiranizará, ridiculizará, destruirá los cuerpos de la misma forma en que creo sinceramente que la sociedad destruye a las mujeres con todas las reglas que nos enseñan a seguir en silencio", anunció refiriéndose a la película, de la que advirtió: "Esta película va a ser de lo más sangrienta. Pero también va a ser de lo más divertida porque no conozco mejor arma que la sátira para mostrar al mundo lo absurdas que son sus reglas. Y lo más importante: va a ser muy oportuna. De eso va la película, de liberación. De empoderamiento".