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El cooperativismo llega al cine

Un cine que no quiere dejar indiferente

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La sala de cine de Zumzeig en Barcelona.

BARCELONA.- El cine Zumzeig es el último ejemplo del progresivo avance del cooperativismo en Catalunya. La sala, situada en el distrito de Sants-Montjuïc de Barcelona, reabrió sus puertas la semana pasada tras tres meses de cierre y lo hizo convertida en cooperativa de trabajo. Si desde su fundación, en 2013, hasta su paro en agosto era una iniciativa dirigida por Esteban Bernatas, ahora es un proyecto colectivo de seis profesionales vinculados al mundo del cine desde distintas vertientes.

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¿Qué características tendrá el Zumzeig en su nueva etapa? Nos lo cuentan Yonay Boix y Ariadna Ribas Álamo, dos de los socios de trabajo de la cooperativa, en el acogedor café ubicado en el interior del cine. “Buscamos mantener la línea que ya había antes y apostar por un cine de autor, independiente y arriesgado. La idea es programar muchos documentales y películas que duran muy poco en las carteleras y cuidarlas más, y traer también a los directores para organizar debates, coloquios y actividades que vayan más allá del simple pase de la película”, detalla Boix. Álamo añade que pretenden que en la medida de lo posible exista una paridad de género en la dirección de las cintas que programen. “Entendemos el cine como una herramienta de transformación social y buscamos que las pelis que llevemos generen debate, nos hagan preguntarnos cosas, planteen puntos de vista no habituales y exista una interacción con el espectador”, subraya.

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Una de las estancias del cine de Zumzeig en Barcelona.

Un cine que no quiere dejar indiferente

El Zumzeig está muy alejado del modelo de multisalas habitual en la mayoría de cines y cuenta con una única sala de 73 butacas. Además del proyector digital, también dispone de uno de 35 milímetros y de otro de 16, lo que le permite “proyectar en los formatos originales”. Su gran referente a nivel estatal es el cine Numax, de Santiago de Compostela, que abrió sus puertas en marzo del año pasado y que también está gestionado por una cooperativa de trabajo asociado. “Nos gusta la idea de crear un espacio cálido y cercano, que huya del cine más palomitero. Encaja con nuestra filosofía de proyecto, basada también en dar salida a películas que no tienen espacio en las salas comerciales”, relata Yonay Boix.

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