Este artículo se publicó hace 14 años.
Todos los cines hablarán de Jonás Trueba
Gijón estrena hoy la ópera prima del pequeño de los Trueba
Dice Jonás Trueba (Madrid, 1981) que él hace cine para fijar vivencias. En Todas las canciones hablan de mí, que aborda una ciudad y una época, el Madrid del siglo XXI, es donde el más pequeño de la familia Trueba sitúa una comedia ligera que habla del amor y el olvido, y que mira directamente al cine de Truffaut. "Creo que el cine español se suele abstraer del contexto", apunta. Algo que no le pasó viendo hace poco Ópera prima, la primera película de su padre, Fernando Trueba. "Me parece que ahí está él, tal y como era y el Madrid de 1980", opina. "Eso es algo que yo he querido hacer", confiesa.
En efecto, Todas las canciones hablan de mí, filme que se presenta hoy en la sección oficial del Festival de Gijón y que llegará a los cines el próximo 10 de diciembre, tiene un cierto aroma a la primera película de Fernando Trueba e incluso a La buena vida, la primera de su tío, David Trueba, que hace un cameo en este filme. ¿Qué ocurre? ¿Acaso todas las óperas primas de la familia tienen el mismo aliento? "Me lo han dicho varias veces", dice riendo. "Supongo que tienen un mismo aire por ser primerizas, y por cómo abordan los personajes en su tiempo y lugar".
"Estuvimos a punto de rodarla con un móvil por la falta de apoyo"
Más allá del efecto eco, el primer largometraje como director de Jonás Trueba no busca parecerse a nada: "Aunque ninguna película sea del todo original, todos nos reflejamos los unos en los otros", mantiene. Melancólica y a la vez liviana, cuenta un periodo en la vida de Ramiro (Oriol Vila), un treintañero estancado que trabaja en una librería y que intenta olvidar, sin conseguirlo, a su ex, Andrea (Barbara Lennie). "Nunca pensé en que fuera de un género o de otro, se fue haciendo poco a poco con las cosas que han ido pasándome", admite. "No fue fácil sacarla adelante", dice, como para aclarar las dudas de los que piensen lo contrario por aquello de ser hijo de'. "Estuvimos a punto de rodarla con un móvil porque no conseguíamos apoyo", asegura.
Trago de amorTenía claro que quería hacer una película romántica, aunque no fuera el clásico chico conoce chica, sino chico intenta olvidar a chica. Todas las canciones hablan de mí, que desde su título bebe del aire egocéntrico de todo amor, así como del peso narrativo de la música, tiene un pulso literario premeditado. "Me apetecía que fuera una película literaria en muchos aspectos, desde la construcción narrativa en capítulos, al narrador en off que aporta cierta distancia analítica a lo que se cuenta", explica. "Es una película de fragmentos: un personaje que deambula por la ciudad, y al que le suceden cosas". Sexo y literatura, borracheras y alguna diatriba existencial se dan la mano en un filme que quiere ser ante todo inclusivo. "No quería hacer cine gamberro o intelectual sin más, creo que la vida tiene de todo", cuenta.
"Me apetecía que fuese una película literaria en muchos aspectos"
Más literatura: las cartas que se escriben a mano los protagonistas que recitan en voz alta es otro de los recursos que utiliza Trueba. "Me gustaba la idea de hablar de las cosas en vías de extinción, como la imprenta o la escritura a mano", apunta. Y, a ratos, también el amor.
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