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Christian Carion: “En Europa hemos caído muy muy bajo”

Christian Carion recupera en ‘Mayo de 1940’ la historia silenciada de los diez millones de desplazados que huyeron de la guerra en Francia, Bélgica y Holanda. El Ministerio de Educación galo ha comprado la película para enseñarla en los colegios.

Christian Carion recupera en ‘Mayo de 1940’ la historia silenciada de los diez millones de desplazados que huyeron de la guerra en Francia, Bélgica y Holanda.

BEGOÑA PIÑA

@begonapina

MADRID.- Eso de que el cine no cambia el mundo no vale para los trabajos del francés Christian Carion. Con su película Feliz Navidad (2005) consiguió que se incluyera en los libros de texto de los colegios de su país un hecho que hasta entonces se había ocultado, el de la fraternización que existió entre soldados de los dos bandos en la I Guerra Mundial.

Ahora, en medio de la infame gestión europea con los refugiados sirios, el cineasta revela al mundo en Mayo de 1940 otro episodio silenciado, el del éxodo de entre ocho y diez millones de personas que huyeron de la guerra en Francia, Bélgica y Holanda. “Se ha tapado porque Francia se avergüenza de lo que pasó entonces. Francia, en realidad, se avergüenza de tantas cosas…”. Hoy, superada la humillación del reconocimiento, el Ministerio de Educación ha comprado ya la película para que se vea en los colegios.

August Diehl, Olivier Gourmet y Mathilde Seigner son los protagonistas de la película, contada desde el personaje de un alemán que escapó del nazismo y que ahora busca a su hijo, al que la maestra de un pueblo francés se ha llevado para huir de la guerra. Con guion del propio Carion, junto a Andrew Bampfield y Laure Irrmann, la película cuenta con banda sonora de Ennio Morricone.

Trató la I Guerra Mundial en ‘Feliz Navidad’ y ahora la II Guerra Mundial en esta película…

No quiero especializarme en películas históricas. Yo soy del Norte, de un medio campesino que no puede olvidar la guerra del 14. Cada otoño mi padre labrando los campos sacaba un obús de aquella guerra. Está muy presente. Pero hubo, como contaba en la otra película, fraternizaciones de soldados de los dos bandos, que es una cosa que se tapa siempre.

También se ha tapado bastante ese éxodo que hubo de más de ocho millones de personas en Francia en la II Guerra Mundial, ¿por qué?

Hubo entre ocho y diez millones de refugiados incluyendo a los belgas y holandeses, aunque nunca se pudo contar el número real. Es el mayor movimiento de población que se ha hecho jamás en Francia. Las guerras las organizan los gobiernos, las gestionan ellos, pero esta es una historia profundamente humana porque yo creo en la gente. Esto se ha tapado porque Francia se avergüenza de lo que pasó en mayo de 1940. Francia se avergüenza en realidad de muchas cosas… de Argelia. En 1940 el Gobierno entero escapó como si fueran bandidos, se fueron los prefectos, los bomberos, los gendarmes… los médicos decidían a dedo a quiénes se podían llevar de los hospitales…

Esta historia no es muy diferente a la que viven hoy miles de refugiados en el mundo…

En los años cuarenta, el desplazamiento de aquellos millones de personas se gestionó mal que bien. Ahora, hay un millón de sirios desplazados y Europa no es capaz de resolverlo. Es muy lamentable. Alemania abre y cierra sus fronteras. Francia está creando un campo para sus refugiados en el Norte, eso es mezquino y muy triste. Yo, que soy un profundo admirador del pueblo inglés, siento vergüenza por lo que está haciendo ahora, no tiene nombre. Cameron está rechazando a niños que llegan solos, que han perdido a sus padres y que tienen familia directo en Inglaterra. Y hay una pesadilla muchísimo mayor.

Christian Carion recupera en ‘Mayo de 1940’ la historia silenciada de los diez millones de desplazados que huyeron de la guerra en Francia, Bélgica y Holanda.

Christian Carion recupera en ‘Mayo de 1940’ la historia silenciada de los diez millones de desplazados que huyeron de la guerra en Francia, Bélgica y Holanda.

¿Cuál?

La de 10.000 niños refugiados desaparecidos que han caído en manos de redes pedófilas. Esto es una locura. La miseria atrae a la miseria. En Europa hemos caído muy muy bajo. Hay un momento en que la razón de Estado crea abominaciones, sacrifica seres humanos por sus intereses.

¿Es posible que no hayamos aprendido nada de nuestra propia Historia?

Debo decir que, a la vista de lo que pasa hoy, no parece que la gente haya aprendido nada de la Historia. Tampoco parece que el cine cambie nada el mundo. Pero ese hecho no significa que debamos quedarnos de brazos cruzados. Hay que hacer cosas. De los que huyeron de la guerra entonces, muchos pudieron volver, pero muchos otros siguieron hacia el Sur de los Pirineos. Ahora se hace un vino cocido allí que no se conocía en la zona antes de la guerra. Aquellos se asentaron y no volvieron jamás al Norte.

Dice que el cine no cambia el mundo, pero usted con ‘Feliz Navidad’ ha cambiado los libros de texto en Francia.

Bueno, el cine a veces cambia un poco algo. Aquella película hizo saber que existió cierta fraternización entre los soldados de ambos bandos, que era un hecho que se había tapado y que hoy, gracias a la película, se enseña en los colegios. Ese es el mayor premio que he recibido jamás.

Este éxodo del que usted habla tampoco se estudia en los colegios…

No, pero el Ministerio de Educación ya ha comprado la película para que se vea en los colegios.

Usted presenta a unos desplazados que, a pesar de todo, intentan disfrutar la vida, ¿qué nos pasa hoy en el siglo XXI, que hemos perdido eso incluso donde mejor vivimos?

Yo he contado cosas aprovechando recuerdos de mi madre, que era así, llena de vida, una optimista neta. Hoy la gente ha sufrido un desencanto terrible con la política. Eso y que tenemos una fuerte tendencia a pensar en nosotros mismos, que somos muy egoístas. Y eso hace que el ambiente sea nublado, plúmbeo.

Los extras que ha utilizado son los hijos de los auténticos protagonistas, ¿por qué?

Los extras son los habitantes de allí, sus padres vivieron ese éxodo, estaban rodando la memoria de la familia. Eso facilitaba el rodaje. Quince días antes de rodar, hicimos unas pruebas y pasamos con el convoy por el pueblo, la gente salía a verlo y las ancianas lloraron al verlo. Estaban viviendo su propio recuerdo. Eso fue una liberación para mí, sentí que no mentía. Fui a rodar a la zona donde crecí, un terreno conocido, en los rincones donde jugué de pequeño. Lo conocía todo y eso era una ventaja. No hay misterio. Hemos tenido doce millones de presupuesto, que no es tanto, había que aprovechar cualquier ventaja.

El hecho de rodar un convoy de tantas personas ¿complicó mucho el rodaje?

No porque decidí rodar con dos cámaras. Era un convoy de 300 metros, con carros, caballos, y si yo iba con una cámara en la cabeza no veía lo que ocurría al otro lado. Así que había un cámara, vestido con ropa de la época, subido a un carro y con la cámara oculta. Eso salpicó de autenticidad las imágenes.

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